#65 Fury

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-Joaco: ¿Todavía siguen acá?

-Gabriela: Buen día, primero. ¿Y qué queres? Ustedes roncaban y nadie se levantó.

-Flaco: Yo si me levante.

-Martin: Si, pero fuiste a mear en los yuyos.

-Flaco: Pero me levante

-Joaco: ¿Cómo siguen los otros?

-Gonzalo: Están mejor. Recién hable con Sam, pero siguen débiles.

-Pancho: ¿No van a poder moverse?

-Gonzalo: Tendremos que quedarnos un día mas o dos acá. Lo siento.

-Martin: No importa. Entonces, hay que conseguir comida para todos.

-Joaco: Calculo que podemos bajar y recorrer los alrededores.

-Flaco: Somos bastantes como para poder dividirnos y hasta dejar gente que cuide. Pero no nos alejemos mucho.

-Pancho: Además de comida busquemos cosas para pasar la noche. Dormir un día o dos a la intemperie está bien, pero más de eso imposible.

-Martin: Listo. Vamos a buscar las armas y les avisamos a los demás.

-Joaco: Chicos...

-Gabriela: Dios mío.

Por detrás de los autos aparece el grupo de Van Pelt, cubriéndose con ellos. Los cañones de las pistolas y rifles son apoyados en los capots, parachoques, baúles y salientes de cada uno de ellos. Todos los habitantes de la rotonda se quedan inmóviles y perplejos, mirando fijamente aquella pared de hombres armados.

-Flaco: ¡Corran!

Mientras el grupo se arroja al suelo, una balacera surge desde los autos. A medida que corren en busca de sus armas, ven como aquellos senegaleses a los que rebasan en la corrida caen mortalmente heridos. La sangre de ellos salpica sus rostros, pero no se detienen. El Flaco y Martin aporrean una señal de tránsito y la usan como pequeño escudo. Todos se ponen por detrás y comienzan a disparar hacia el frente.

Hay gritos y corridas generales por toda la rotonda. Las improvisadas carpas son agujereadas por las balas y sus ocupantes caen uno a uno, desarmándolas en su caída. Rápidamente el pasto y el asfalto se llenan de cuerpos muertos y heridos que se retuercen y tratan de escapar.

El grupo se esconde y se pone cuerpo a tierra por detrás de la señal de tránsito, que recibe algunos disparos que pasan rasantes.

-Gabriela: No tengo más balas.

-Pancho: Nosotros tampoco.

-Joaco: ¿Qué hacemos? ¡Nos van a matar!

-Flaco: Tenemos que salir de acá.

-Gonzalo: ¿Y dejarlos a todos ellos?

-Flaco: Muchos no quedan. No podemos defendernos. ¿Dónde está Sam?

-Martin: ¡Por allá! ¡Le dieron!

A más de doscientos metros divisan a Sam, por debajo de una colcha y rodeado de cadáveres. Tiene sangre en su pierna derecha y, a pesar de su visible dolor, continua disparando.

El Flaco trata de levantarse, pero grita de dolor al notar que su herida de bala se abrió y sangra nuevamente. Martin lo detiene y el intenta avanzar, pero es detenido por Gabriela.

-Martin: Tengo que ayudarlo.

-Gabriela: No.

-Martin: Tenemos que...

-Gabriela: Por favor...no te quiero perder. Es peligroso.

-Martin: Pero...

-Joaco: Quédate. Entiendo lo que decían antes. Tenemos que salir todos de esta.

-Gonzalo: Todos. Y no vamos a volver a perder a alguien.

-Pancho: ¡Gonzalo! ¡No!

Ambos salen corriendo, a pesar de los gritos para que se detengan. En menos de un minuto llegan al lugar y se arrojan al suelo, cubriéndose con los cuerpos de los senegaleses muertos.

-Gonzalo: Sam, tenemos que irnos.

-Sam: ¡No! Familia, morir. Toda. Je ne peux pas vivre sans eux

-Pancho: Vos no tenes que terminar igual. Vamos.

-Sam: Je veux être avec eux. Con ellos. Morir igual.

-Gonzalo: No, Sam. Vos tenes que vivir. Hiciste todo lo que pudiste. Te va a doler perderlos, claro. Vas a sufrir y vas a querer morirte antes de no verlos nunca más. Pero esta es la vida ahora. ¡Aguántatelas, carajo!

-Pancho: Nosotros te vamos a ayudar. ¿Estas adentro?

-Sam: No puedo caminar

Gonzalo y Pancho lo cargan, cada uno de un extremo, y corren por la rotonda, mientras las balas continúan. Ambos lo hacen lo más rápido posible, mientras escuchan los gritos de fondo y el sonido de los disparos. Algunos disparos caen a sus pies, provocando pequeños hoyos y levantando la tierra como polvo. Pancho, de repente, siente que todo el peso cae hacia atrás y pierde la estabilidad. Se gira rápidamente y observa a Gonzalo de rodillas, con sus ojos desorbitados y fijos en la nada.

-Pancho: ¡Gonzalo!

-Gonzalo: Ay....

Martin, el Flaco y Joaco llegan corriendo y arrastran a todos detrás de la señal, mientras las balas continúan.

-Gabriela: ¡¿Qué paso?! ¡¿Qué paso?! ¡¿Esta muerto?!

-Joaco: Si. Le dieron por la espalda.

-Pancho: ¡No, no puede ser!

-Flaco: No respiraba. Lo siento.

-Martin: ¿Vos estas bien?

-Flaco: No, creo que estoy viendo cosas. ¿Eso es algo moviéndose?

-Gabriela: No estás viendo cosas.

-Joaco: Es un... ¿camión?

-Pancho: ¡Un colectivo!

-Martin: ¡Corran! ¡Todos, vamos!

Cargando a Sam avanzan por el fondo de la rotonda y esperan el paso del colectivo. Es un Mercedes Benz 1114, mitad azul oscuro y mitad crema, con ribetes rojos. Quienes conducen aceleran justo cuando pasan por entre medio del grupo de Van Pelt. Estos intentan rodearlo, pero no lo logran y disparan, destrozando la luneta trasera, un espejo y agujereando la chapa lateral. El colectivo sigue su rumbo, ahora más rápido.

Todos corren y se colocan formando una cadena humana e impidiendo su paso, por lo que los que están dentro tocan bocina y avanzan más lento. Martin se aleja y se acerca al vehículo, colgándose de un estribo y apuntando con su pistola directamente por la ventanilla del conductor.

-Martin: ¡Abrí! ¡Abrí o te reviento! ¡Abrí!

La puerta lateral se corre y todos se meten dentro, de forma atropellada y con el colectivo en movimiento.

-Flaco: ¡Métele primera!

Algunos miembros del grupo de Van Pelt tratan de correr al colectivo, pero quedan a mitad de camino. Por detrás, el resto, sacan algunas cuchillas y objetos filosos y comienzan a degollar a los senegaleses heridos y a cortar la carne del resto, como si carnearan vacas. El colectivo acelera, dejando una estela de humo negro y avanzando rápidamente por la autopista, esquivando los autos abandonados.

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Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora