Dos días antes.
-Hacha: No podemos simplemente entrar. Están bien custodiados.
-Pancho: Tenemos que atacar cuando menos lo esperen. Ustedes saben manejarse de noche.
-Jessica: Te recuerdo que nosotros estamos llenos de heridos y muertos de hambre.
-Flaco: ¿Qué mejor motivo para pelear? Decile que adentro tienen sándwiches.
-Hacha: Yo quiero volver a nuestra casa, pero no en estas condiciones. No voy a arriesgar vidas inútilmente.
-Martin: A lo mejor no tenes que hacerlo.
-Hacha: ¿Cómo qué no?
-Martin: Vi algo que nos puede servir. Podemos recolectarlo de camino al country.
-Jessica: ¿Qué es?
-Martin: Nos va a servir para salvar muchas vidas.
Un día antes.
El Flaco, Martin, Pancho, Jessica, el Hacha y una decena de personas se acercan a una estación de servicio abandonada. Martin les hace una seña y todos corren detrás de él, rodeando los surtidores, el mini mercado y el taller, hasta llegar al fondo del terreno, donde había una enorme plataforma cuadrada recubierta con barrotes y con varios carteles de peligro. En el interior estaban almacenadas decenas de garrafas de distintos tamaños y colores.
-Flaco: Precioso.
-Jessica: Esperen, ¿en serio están pensando usar esto?
-Martin: Si. Ellos pueden tener armas de fuego, pero nosotros vamos a tener fuego de verdad.
-Jessica: Están locos. Hacha, deciles que están locos.
-Hacha: Quizás sea la única manera. Y, si fallamos, por lo menos les haremos un gran mal.
-Pancho: Entonces comencemos a cargar.
Martin y el Flaco rompen el candado, abriendo la puerta. Uno a uno los voluntarios que accedieron a acompañarlos toman una garrafa y comienzan a caminar por la ruta, mientras el proceso se repite hasta que solo quedan los heridos, mujeres y niños.
Ellos caminan detrás de todos, custodiados por los cinco, rumbo al country, pero se detienen varios kilómetros antes en medio de una pequeña calle rodeada de árboles. Forman un improvisado campamento, mientras la noche se hace cada vez más fría y oscura.
-Pancho: No puedo creer que estemos tan cerca de casa. Pensar que mi hijo está ahí.
-Flaco: No te preocupes. Más temprano que tarde vas a poder estar con él.
-Pancho: Pareces muy seguro.
-Flaco: Yo realmente tengo ganas de reencontrarme con el resto.
-Pancho: Especialmente con Chechu, ¿no?
-Flaco: Si. Cada vez que la encuentro, tenemos que separarnos. Pero no voy a dejar que eso pase de nuevo.
-Pancho: Yo sé que no.
Mientras ellos conversaban, Jessica apareció entre la noche y se acercó.
-Jessica: ¿Están listos? Es hora.
-Flaco: Creo que no queda otra opción.
-Jessica: Exacto.
Los tres se reúnen con el resto y los voluntarios. Una densa bruma comenzó a levantarse en los alrededores y el frio era cada vez más extremo. Cada uno tomo una garrafa y lentamente comenzaron a desandar el camino rumbo a su viejo hogar.
Cuando se encontraron a pocos metros del portón principal, lograron darse cuenta de que los muros estaban casi escondidos detrás de la niebla y que ellos eran prácticamente invisibles. Todos se dividieron en pequeños grupos y se acercaron lo más que pudieron a los muros, dejando las garrafas allí escondidas, cubriéndolas con algo de maleza, chapas, escombros o lo que tuvieran a mano, procurando dejar abierta levemente la llave de paso para que perdiera algo de gas durante la noche.
Cada uno, al terminar su tarea, regresaba por donde vino y de regreso al campamento con los demás, para intentar descansar.
El día siguiente.
La mañana estaba despejada y el sol brillaba sin calentar lo suficiente. El mismo grupo de la noche anterior se escondió detrás de los autos, arboles, escombros y basuras, lejos del alcance de la vista de los guardias.
-Hacha: ¿Todos listos?
-Jessica: Cuando den la orden.
-Hacha: ¿Ustedes?
-Flaco: ¡Ahora!
-Hacha: ¡Apunten!
Detrás de ellos, varios grupos de improvisados arqueros encendieron sus flechas con fuego.
-Jessica: ¡Fuego!
La lluvia de flechas encendidas atravesó la nube de gas invisible que se formó en torno a los muros delanteros, provocando una reacción en cadena. Una a una las garrafas explotaron, haciendo que las que estaban cerca también lo hicieran y que volaran por los aires, explotando en el interior del country. Una nube de fuego y humo pronto cubrió todo el lugar, escuchándose gritos, disparos, corridas y derrumbes.
Cuando observaron que el portón principal cayó, el Hacha dio la orden de atacar. Decenas de personas corrieron hacia el interior, portando palos, fierros, arcos, lanzas, cuchillos y facas. A medida que iban ingresando y se topaban con guardias o ciudadanos, los salvajes los atacaban, matándolos, quitándoles las armas y disparando con ellas.
Pronto los combates en las calles fueron totales, mientras las explosiones continuaban y el caos se apoderaba de todo el lugar. Los tres ingresaron por el portón, acompañados por Jessica y el Hacha.
-Pancho: Supongo que acá nos separamos.
-Hacha: Esta bien. Busquen a los suyos. Y vos cuida a tu bebe.
-Pancho: Gracias. Cuídense también.
-Jessica: Sabemos que hacer.
-Flaco: Igual, tengan cuidado. Y no rompan demasiado, este puede ser un hogar.
-Hacha: Después podemos discutirlo.
El Flaco le tiende la mano al Hacha y ambos las estrechan. Martin y Pancho hacen lo mismo.
-Flaco: ¿Te sigo debiendo un favor?
-Jessica: No estoy segura de la cuenta. Pero después lo arreglamos. Asegúrate de seguir con vida.
-Flaco: Vos también.
El Flaco y Jessica se abrazan, dándose palmadas en las espaldas.
-Martin: Che, si no les molesta, podemos seguir. Antes de que nos maten.
-Pancho: Vamos. Quiero abrazar a mi hijo.
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Survive: A Story of zombies
HorrorAño 2014. Un virus creado por la OTAN durante la guerra fría se desata en África. Los reportes son tan claros como increíbles: los muertos regresan de su estado terminal y atacan a los vivos. A pesar de todo, el Mundial de Brasil se desarrolla no...