#71 Joy

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Después de andar casi toda la mañana, el Flaco andaba lentamente con su caballo por una despoblada y abandonada callejuela suburbana. Los escasos caminantes en las veredas estaban obstaculizados por un par de autos y postes de luz caídos. Salvando eso, el lugar era una tumba desierta. Luego de hacer dos cuadras, encontró un galpón con su portón entreabierto y se dirigió hacia él. Desmonto e hizo los metros restantes a pie.

-Flaco: Quédate quieto, ¿eh?

Trato de tranquilizar a su caballo e ingreso de forma solitaria. El interior estaba levemente iluminado por halos de luz que llegaban desde los agujeros del techo y las aberturas de las ventanas sin vidrios. Por todo el lugar se podían divisar las siluetas de estanterías, tarimas, contenedores y demás basura. Volvió sobre sus pasos y llevo al caballo dentro del galpón. Allí lo ato con unos plásticos a una viga y luego se dispuso a cerrar el portón, corriéndolo con cuidado para evitar que llamara la atención. Al finalizar, pudo ver que en la chapa escrito con aerosol rojo decía: MUERTE A LOS TRAIDORES.

Miro hacia ambos lados, casi como un reflejo de viejos tiempos, y cruzo la calle corriendo. Al notar que la vereda opuesta era más peligrosa, decidió seguir su trote por el medio de la calle, esquivando basura y un par de cuerpos pudriéndose al aire libre. Al cabo de andar, vio un enorme cartel verde y blanco que se alzaba entre las copas de los árboles, a pocas cuadras. Comenzó a ir más despacio, hasta que llego y quedo solo frente a la farmacia. El frente del local era casi puro vidrio, ploteado con el nombre y un dibujo de un doctor recomendando los precios del día. Casi parecía un supermercado de medicamentos.

Intento abrir las puertas corredizas, pero estaban trabadas y corroídas. Volvió hacia la vereda y recogió unas baldosas flojas. Las arrojo al piso, hasta partirlas en varios pedazos y arrojo una lluvia de guijarros hacia el frente de la farmacia, provocando que la mitad de los enormes paneles de vidrios explotaran y se vinieran abajo, dejando solamente los blancos marcos.

-Flaco: Ups.

Ingreso lentamente, tomando un canasto rojo de plástico que estaba sobre una pila a su derecha y comenzó a recorrer los estantes. Sin dudas el lugar había sido saqueado y quedaban pocas cosas valiosas y necesarias. En la zona derecha el techo había cedido sobre las estanterías y era inaccesible, por lo que el Flaco recorrió el resto del lugar. Cerca del fondo descubrió una puerta blanca, de madera y con una cruz verde en ella. Giro el picaporte, pero estaba cerrada. Se quitó la mochila de los hombros y le dio una, dos, tres patadas, hasta que destrozo la cerradura y pudo entrar. Dio unos pasos y casi vomita al ver el interior. Había tres colchones, varias cajas con comida pudriéndose, mantas, un calentador. Pero, lo que le causo nauseas fue dos adultos con sus cráneos reventados y el manchón de sangre en la pared y, a sus pies, una chica de entre 12-14 años con un corte en su cuello.

Tambaleando, cerró la puerta y trato de volver a concentrarse. Con la lista en mano, le llevo cerca de media hora encontrar lo que necesitaba y rápidamente lo guardo en su mochila. Se disponía a regresar, cuando escucho voces y pasos desde el frente.

-¿Quién fue el pelotudo que rompió esto?

-Parece que fue hace poco.

-Revisen por las dudas. Vamos a tener que llevarnos todo lo que podamos.

El Flaco se ocultó detrás de una de las estanterías, escuchando atentamente el paso de los intrusos. A medida que ellos avanzaban hacia el fondo de la farmacia, el avanzaba lentamente hacia el frente. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, noto que delante de los restos de la puerta había una persona vigilando. Se asomó lenta y cuidadosamente, evitando ser visto. Era un hombre alto, pero flaco. Estaba vestido con harapos, remiendos y estaba armado con un palo de golf.

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora