Un hombre de entre cincuenta y cinco y sesenta años esta arrodillado, frente a un calentador que funciona con kerosene. Posee un bigote estilo imperial y tupido de un negro muy oscuro. Su cabello se alborota a los lados por debajo de una boina blanca con detalles en dorado. Viste con una campera de cuero negro y unos pantalones caqui.
-Van Pelt...digo señor, ya están todos listos
-Van Pelt: ¿Comieron todos?
-Si, señor.
-Van Pelt: ¿Se fijaron si no queda más nada?
-Limpiamos el lugar.
-Van Pelt: Que sigan listos. Salimos en 10 minutos.
Van Pelt saca de su cinturón una cuchilla con mango de plata y remueve del calentador lo que había previamente colocado: un brazo humano. Hace unas incisiones y luego vuelve a guardar su cuchilla. Toma el brazo y comienza a devorarlo, hasta dejar los huesos en el camino.
Más de veinte personas están sentadas en la autopista cuando se acerca. Todas llevan al menos una pistola o rifle y usan chaquetas similares a las de su líder. Una gran cantidad carga con mochilas y bolsos de viaje, con latas, ollas y utensilios colgando por los lados.
-Van Pelt: Gente, ¿todos bien? Perfecto. Bueno, ya nos dimos una buena panzada con varios de esos negritos, aunque estaban malnutridos, pero su carne sigue sabiendo bien. Le hemos dado algunas horas de ventaja, a ver si consiguen comida y agua y engordan un poquito.
-Señor, cuando lo diga, estamos listos.
-Van Pelt: Ya es hora. No quiero quedar atrapado acá cuando llegue la noche. Ustedes, los del fondo, revisen cada auto y camión que pasemos. No quiero sorpresas.
Lentamente vuelven al camino, ocupando casi todos los carriles y formando una piña de hombres dispersos. Algunos traspasan los carriles y registran los vehículos al otro lado, en busca de señales y suministros.
Al cabo de varias horas, Van Pelt y su grupo se topan con el ómnibus de la autopista. Hace una seña y rápidamente un pequeño escuadrón rodea el vehículo de forma sigilosa y pasando por debajo de las ventanillas. Cuando el ómnibus está completamente rodeado y cada una de sus aberturas es apuntada firmemente, otros dos hombres destruyen la puerta de acceso y la arrojan al asfalto. Ingresan rápidamente, gritando y golpeando los asientos. Al cabo de unos minutos, regresan.
-Nada, señor.
-Vacío, pero sin dudas hubo gente acá.
-Van Pelt: ¿Cuánto tiempo?
-Un día, día y medio quizás.
-¿Cree que regresaron a capital, señor?
-Van Pelt: No, están yendo al sur. Seguramente siguen viajando de noche, para sacarnos ventaja. Esos negros son tan salvajes que se mandan igual aunque sea un suicidio.
-¿Seguimos por la autopista?
-Van Pelt: Vamos, todos andando.
Mientras el día y la tarde caen, vuelven a ponerse en marcha. Adelantan autos, camionetas y camiones, liquidan a podridos dentro de los vehículos, los que erran por los carriles y revuelven todo lo que encuentran a su paso. Eventualmente, se topan con un camión de granos en medio de la autopista.
-Señor, mire.
El hombre se acerca y pone una rodilla en el asfalto. Toma uno de los granos caídos y dispersos. Sonríe y hace otra seña.
-Van Pelt: Registren el interior. No creo que estos negros sean tan vivos como para esconderse ahí, pero igual. Tiren todo, todo al piso.
Los miembros del grupo dejan sus armas y mochilas en el suelo y trepan de a uno el acoplado del camión. Con gran esfuerzo corren la enorme lona verde que lo cubre completamente y la arrojan al suelo. Un pelotón dispara a las puertas de hierro del acoplado, destrozando las trabas y permitiendo que todo el grano se deslice suavemente hasta el suelo, cubriendo por completo las ruedas a ambos lados.
-¡Vacío, señor!
-Van Pelt: Me lo esperaba. No importa, esto va a cubrir a alguna horda que venga. No nos olvidemos que, por suerte, no todos los vivos son negros mugrientos. Sigamos viaje, gente. Vamos, que el día no termino.
Emprenden la marcha nuevamente, dejando atrás el camión y el montón de granos en el asfalto. Mientras el sol desaparece en el horizonte, el grupo atraviesa el puente sobre las vías. Por delante de ellos, decenas de zombies vagan sin rumbo y en pequeños grupos alrededor del predio y de la construcción cuadrada.
Todos, incluyendo a Van Pelt, toman sus armas y las cargan. A la señal disparan ráfagas que hacen caer uno a uno a los podridos, destrozando sus cabezas con las balas y llenando de agujeros los cuerpos putrefactos y sucios. En poco más de veinte minutos logran acabar con todos los zombies que ocupaban el lugar.
El grupo completo descarga sus mochilas y arman sus carpas en el pasto. Todas tienen colores estridentes y pronto pintan el paisaje desolado y opaco del lugar. A medida que avanza la noche crean una enorme fogata en medio de todo, justo delante del edificio de la radio. Tres miembros del grupo traen a una persona morena, semidesnuda, con varios golpes y atada de pies y manos, que es colocada frente al fuego.
-Van Pelt: Shhh, tranquilo. Escúchame, te voy a liberar. Pero vas a tener que prometerme no gritar y correr fuerte. ¿Puede ser?
El moreno asiente y a continuación Van Pelt le suelta las manos y la mordaza en la boca.
-Gracias, gracias.
Cuando se levanta, Van Pelt clava su cuchilla en la garganta el moreno, que cae hacia atrás con los ojos desorbitados y en un mar de sangre.
-Van Pelt: Si algo sabemos es que la muerte violenta hace que la carne se ponga fea. Córtenlo. Hagan bifes para todos.
Más tarde...
-Val Pelt: ¿Qué les dije? Si consiguiéramos pan rallado serían las mejores milanesas del mundo
-Valió la pena, porque era el último.
-Van Pelt: No se preocupen, recuerden que seguimos a una buena manada
-¿Y qué pasa si alguna de esas cosas se los come? ¿Si los perdemos? No podemos pasar otro invierno y no creo que volvamos a encontrar.
-¿Qué pasa si los extinguimos?
-Van Pelt: Ese es uno de mis miedos, volver a pasar lo que pasamos. Por eso tengo un sueño, para todos nosotros en realidad. Quiero restaurar la sociedad, como era antes. O lo más parecido. Podemos criar a esos negros, solo necesitamos varios hombres y mujeres. Ellos serán la mano de obra y el alimento cuando falte.
-¿Y si no quieren tener hijos?
-Van Pelt: Estoy más que seguro que podemos cogerlas nosotros y de paso pasar un buen rato.
-¿Dónde seria eso, señor?
-Van Pelt: No lo sé, espero encontrar un buen lugar antes de que devoremos a todos estos. Y estoy seguro que lo vamos a conseguir.
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Survive: A Story of zombies
KorkuAño 2014. Un virus creado por la OTAN durante la guerra fría se desata en África. Los reportes son tan claros como increíbles: los muertos regresan de su estado terminal y atacan a los vivos. A pesar de todo, el Mundial de Brasil se desarrolla no...