#2 Double Risk

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Los primeros rayos del sol iluminan la casa, entrando por las hendijas de las persianas de madera. El Flaco y Pancho duermen en el centro del living, cada uno en un extremo opuesto. La puerta principal está cubierta por un ropero que casi toca el techo, amarrado con cuerdas ancladas a la pared.

Las cuatro puertas de las habitaciones circundantes al living se encuentran cerradas y aseguradas.

El Flaco despierta. Mira fijo al cielo raso agrietado por unos minutos. Se levanta, camina arrastrando los pies hasta la cocina. Toma un cartón de leche, un tarro y sale al patio cerrando fuertemente la puerta. 

El fuego aun arde, tímidamente. Solo bastan un par de diarios y ramas secas para que vuelva a arder. Usa una parrilla improvisada y se dispone a calentar la leche.

-Pancho: Ya nos acostumbramos a salir al patio sin armas-dijo mientras se desperezaba segundos después de sentarse alrededor del fuego

-Flaco: No me despertaba tan temprano desde que le robaba el diario a los vecinos con Pocho

-Pancho: Yo tampoco madrugaba seguido. Ni para la escuela (risas) Ah la escuela. Después de todo este quilombo, tener que ir todos los días a las 7 en invierno no parece tan malo

-Flaco: De haber sabido que cuando nos recibiéramos nos atacaría un virus mortal…

-Pancho: De haber sabido hubiéramos perdido menos cosas

-Flaco: Basta de sentimentalismos. Voy a buscar más suministros

-Pancho: ¿Tan temprano?

-Flaco: Ahora el tiempo de viaje, por cuadra, se ha duplicado. Y eso si las calles están relativamente vacías. Voy a ir más al norte

El Flaco toma su pala, un bolso y sale trepando la medianera y subiendo por los techos hasta la esquina.

Pancho se levanta y camina hacia el depósito. Revuelve algunas bolsas. Encuentra una con algo de maíz y tira su contenido a las gallinas. 

Agarra su tubo de hierro y toma el mismo camino que el Flaco, salvo que camina calle abajo hasta una forrajeria ubicada a dos cuadras de la casa. Intenta abrir el enorme portón pintado con antioxidante. Empuja un par de veces, logrando apenas moverlo. Con el tubo haciendo palanca en el espacio que pudo abrir, empuja con todas sus fuerzas y logra abrir lo suficiente como para entrar fácilmente. 

Cientos de gorriones, palomas y otras aves rápidamente vuelan del lugar por las ventanas rotas y los agujeros del techo que se está por venir abajo. Una enorme pila de bolsas esta frente a él. 

Toma una jarra de metal del suelo y trepa una a una para llegar hasta arriba y juntar el maíz. 

Ya en la cima de la montaña de bolsas, levanta una que se le viene encima, pierde el equilibrio y cae al suelo. Casi inmediatamente las demás hacen lo mismo. Pancho atina a rodar por el piso esquivando algunas, hasta que es alcanzado por una que cae en sus piernas y otras en su brazo derecho, dejándolo atrapado e inmovilizado bajo una montaña de bolsas de maíz y carbón

Carne % en letras rojas y fondo amarillo es el cartel que está observando el Flaco, mientras dentro del local, a través de su vidriera, hay, por lo menos, cinco bichos

Las cámaras frigoríficas están abiertas y hay pedazos de carne podrida en el suelo. Con resignación pinta NADA en letras rojas con su aerosol en la pared de la carnicería y se retira de allí. 

Entra en una casa contigua que parece intacta. Un largo pasillo se encuentra frente a él, desembocando en una puerta que da a un patio. Pasa por una habitación que tiene la puerta abierta y esta vacía y se dirige directamente a la siguiente. Intenta abrir la puerta, pero está trabada. Toma su pala y, haciendo palanca logra romper la cerradura y abrir. 

Tres bichos se abalanzan sobre el Flaco, tirándolo a suelo. Toma su pala y logra darle en la cabeza a uno y empujar a los demás, haciéndolos caer. Corre hacia el patio, abre la puerta y se encuentra con cinco bichos más. Retrocede e ingresa a la casa de nuevo, los bichos del patio se agolpan frente a la puerta de hierro, destrozando el cristal astillado.

El Flaco empuña su pala y logra dejar fuera de combate a los bichos que se encontraban dentro de la casa y que se habían vuelto a levantar.

El alivio le dura un segundo, ya que una gran horda de bichos ingresa por la puerta principal, que estaba abierta y, al mismo tiempo, los bichos del patio derriban la puerta, cayendo unos sobre otros formando una pila de seres con apariencia de cadáveres en descomposición. 

Acorralado, abre una de las puertas de las habitaciones del pasillo y se esconde allí. Se abalanza sobre la cama y la empuja hacia la puerta para trabarla. Mira a su alrededor.  No hay ventanas, no hay más puertas y cientos de bichos golpeando la única salida. Agacha la cabeza.

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora