#49 Not easy retire

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-Flaco: ¿Les quedan balas?

-Joaco: Casi lleno.

-Flaco: ¡Tiren a la cabeza!

Los cinco continúan formando un semicírculo y comienzan a disparar. Los podridos se acercan aún más cuando el sonido de las balas y su presencia los alerta. La decena que se abalanzaba sobre ellos pronto se convierte en una multitud que los rodea formado otro semicírculo de mayor diámetro y avanzando como un muro de muerte y putrefacción. Los disparos alcanzan a frenar a aquellos que se acercan y se desordenan de la pared, pero el resto avanza.

-Gabriela: ¡Esto no está funcionando!

 -Mauro: ¡Tengo una idea! ¡Cúbranme!

-Gabriela: ¡Te acompaño!

Gabriela y Mauro salen por detrás, mientras el resto del grupo los cubre en su corrida. Forman un abanico y pronto dejan de disparar para patear a los caminantes en el pecho y empujarlos hacia atrás y guardar las balas.

-Flaco: ¡Esperen!

El Flaco se mueve hacia atrás y dispara dos veces a uno de los candados del galpón, sin lograr abrirlo. Vuelve a su posición y golpea a un podrido con la culata de su pistola.

-Flaco: No funciono.

-Pancho: ¿Dónde fueron aquellos?

-Joaco: ¡Por allá!

A lo lejos, entre un pequeño hueco que dejaron los podridos a la vista, ven a Gabriela disparando y golpeando enemigos con un tubo de hierro. Intenta proteger un auto, mientras Mauro está en el interior tratando de hacerlo funcionar. Casi están rodeados y Gabriela es superada por amplio número.

-Joaco: ¡Tenemos que ayudarla!

-Pancho: Tratemos de sobrevivir nosotros.

-Flaco: ¡Vamos! ¡Abramos paso entre estas cosas!

El Flaco toma del suelo unas baldosas rotas y entrega un pedazo a cada uno. La empuja y golpea a un caminante en el cráneo, inmovilizándolo y haciéndolo caer al suelo. Los demás lo imitan, ayudándose con las culatas y dando patadas al aire, mientras esquivan los brazos y dientes que intentan matarlos. Pronto salen en una fila india por el medio de un pasillo de putrefactos y logran evacuar la zona.

Gabriela logra abatir dos zombies pero pierde su tubo y cae al suelo. En ese momento llega Joaco y le dispara al restante, mientras los demás se encargan de los que vienen por detrás.

-Joaco: ¿Estas bien?

-Gabriela: Si, solo perdí el equilibrio.

-Joaco: Estas cansada, eso es.

-Gabriela: No, estoy perfecta.

-Joaco: No te preocupes. Yo también lo estoy. No hemos dormido bien en semanas.

-Gabriela: ¿Podemos dejar esto para otro día? Digo, mira lo que se nos viene encima.

-Joaco: Por supuesto

Corren en ayuda de los demás y entre todos cubren el auto, mientras Mauro abre el capot y prueba el encendido.

-Flaco: ¡Maestro! ¿Lo vas a hacer andar este año?

-Mauro: ¡Necesito una nueva batería! ¡Voy dentro!

-Joaco: ¡No boludo! ¡Volve!

-Gabriela: ¡Mauro!

Cuando intenta internarse en un pequeño garaje, una de las vallas cede y deja entrar a otra decena de podridos a esa zona. Mauro los ve, dispara unas veces y se encierra en el galpón.
Del otro lado, el grupo se queda sin municiones y son rodeados. El Flaco empuja a todos y los mete dentro del auto. Los caminantes se abalanzan sobre el coche, golpeando los vidrios y subiéndose por el capot y el techo. En poco tiempo todo se vuelve más oscuro y no ven otra cosa que dientes, brazos y manos rasguñando los vidrios.

-Flaco: ¿Están todos bien?

-Pancho: Si. Yo no tengo más balas.

-Gabriela: Nosotros tampoco.

-Joaco: ¡Mauro! ¡Tenemos que buscar a Mauro! ¡En el garaje!

-Flaco: ¿Estás loco? ¿Por dónde queres ir?

-Joaco: No me importa, pero tenemos que sacarlo de donde está.

-Flaco: Es un suicidio. Ellos son cientos y capaces de matar con una mordida.

-Joaco: ¡Pero es Mauro!

-Flaco: Las armas no funcionan. No les vamos a tirar con Cenicientas y ver qué pasa.

-Joaco: ¿¡Estás loco!?

-Pancho: Tiene razón. Ya lo hemos hablado. Bueno, no con ustedes. Cuando alguien está en un peligro absurdo, simplemente seguimos.

-Joaco: ¿Y eso que quiere decir? ¿Abandonar a la gente?

-Flaco: Solo cuando no podemos hacer nada.

-Joaco: ¡Pero por favor! Gabriela, decirles algo. ¿Gabriela?

-Gabriela: En realidad creo que tienen razón.

-Joaco: ¿¡Qué!?

-Gabriela: No podemos hacer nada. Sencillamente eso. Mira, Joa, estamos rodeados. Ni siquiera sé si nosotros vamos a salir con vida. ¿Qué podemos hacer con Mauro?

-Joaco: Pero es nuestro amigo…

-Gabriela: Claro que lo es. Yo lo quiero. Todos lo hacemos. ¿Crees que no es difícil para mí dejarlo? ¡Jamás lo haría! ¿Pero de qué sirve? Matarnos nosotros por él. ¿Y los que dejamos en la reserva?

Joaco suspira y pone su cabeza entre las rodillas. De repente se escucha un estruendo y poco a poco los podridos se alejan del auto en masa y se dirigen hacia atrás, aunque muchos quedan colgando del parabrisas y golpeando la luneta trasera.

-Flaco: Es nuestra oportunidad. Podemos darle un minuto a su memoria, si queres. Pero debemos irnos ahora.

-Gabriela: Es difícil, pero tenemos que irnos. El querría que siguiéramos con vida.

-Joaco: Bueno. Vamos. Adiós, Mauro.

Los cuatro abren las puertas y golpean a los pocos podridos que quedaban. Echan a correr. En medio de eso voltean y ven como la puerta de hierro de galpón había cedido por completo y ahora todo el interior está lleno de caminantes.

Disparos desde el edificio de Campo de Mayo los sacan de su letargo y se ponen en marcha nuevamente, rumbo a la camioneta.

-Flaco: Vamos, Joaco. Si logramos vivir, su muerte no será en vano.

-Joaco: Eso tiene que ser una promesa.

-Flaco: Así va a ser.

-Gabriela: Vamos. Le haremos una cruz en la reserva.

Echan a andar, esquivando podridos hacia la camioneta. Recogen las mochilas y arrojan todo dentro, desordenadamente y apurados. Gabriela conduce y salen rápidamente, chocando cualquier cosa que se interponga en su camino.

Survive: A Story of zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora