Hanna no veía a Kai tan alterado desde hacía más o menos nunca.Tras seis negativas y dos respuestas evasivas, Hanna decidió que intentar averiguarlo de la boca de Kai no serviría, por lo que decidió recurrir a los únicos otros dos hombres en la facultad con los que se hablaba; Jorge y Maestro Cantor, quienes pese a no saber nada, no iban a desaprovechar la oportunidad de averiguar cosas de Kai.
Por supuesto, él no pareció darse cuenta ni aunque lo hubiesen estado siguiendo a través de las calles del centro de Xalapa, por donde él decidió irse de paseo después de la escuela; apenas ayer había recibido aquella nota con olor a amenaza. Haciendo un listado mental, el chico se puso a pensar en quiénes podrían haberlo encontrado y cómo lo harían.
Kai sabía que el tiempo en Xalapa era solo para postergar sus cuentas pendientes y que no podría evitar para siempre las cosas que dejó en La Ciudad, constantemente lo hablaba con Toph; sin embargo, le aterraba la idea de volver a ese campo de batalla urbano en el que se crió durante toda su vida.
Las hojas de otoño caían por las calles, tapizando avenidas enteras del centro de la ciudad, aunque otras pocas con trabajo se veían afectadas. La siempre presente neblina de la ciudad le daba un toque casi londinense a aquellas calles de piedra y al parque Juárez, donde varias parejitas, ancianos y familias con niños pequeños se juntaban. Sin embargo, Kai estaba ahí solo.
Pensó por un momento en si sería buena idea llamarle a sus amigos de La Ciudad; quizás Amelia, quizás Candy, quizás Ezra... no, no era tan buena idea, terminaría queriendo fugarse un par de días como hacía poco, tan solo para satisfacer su deseo personal de aventuras. No era sano para él.
Nessa estaba yendo de tienda en tienda por el centro de Xalapa, buscando los encargos que su madre le pidió en cada librería que podía toparse (y había bastantes, por lo visto). Quizá empezaría a llover dentro de poco y no quería arriesgarse a estar lejos de casa para cuando eso ocurriese, pues en aquella ciudad, la lluvia era muchísimo más fría que en el puerto de Veracruz.
Le había parecido ver a Kai rondando por el parque hace poco, pero no quiso acercársele; pese a tolerarlo dentro de su espacio personal (de alrededor de dos metros alrededor suyo), no creía estar lista para aceptarlo como amigo. Después de todo, el idiota seguía siendo la viva imagen de Kato y ella no podía con eso; incluso hacía las mismas bromas ridículas y se paraba igual, caminaba igual...
Para concentrarse, Nessa se pellizcó un brazo mientras echaba un ejemplar de "La vaquita de Martín" a la canasta en la que iba echando los libros y CD's que su madre le había pedido. La madre de Nessa era maestra de primaria y aunque Nessa la consideraba bastante inmadura para sus casi cuarenta años, no podía decir que no la hubiese cuidado y consentido siempre. Era un alma mucho más joven que la de ella, arrugada a tan temprana edad tras la muerte de Kato.
— ¡Pero mamá, yo quiero ese libro! - Se quejó un niño pequeño del otro lado de ese estante.
A Nessa le irritaban los niñitos caprichosos, parecía que nunca sabían cuándo callarse. Sin embargo, se puso alerta al escuchar la voz de una chica adolescente del otro lado del estante, alrededor de donde debería estar también el niñito molesto.
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Literatura según Kai
Teen FictionKai ha logrado marcharse de su pueblo natal para estudiar en la universidad que siempre ha querido. Ahora, quizás no tiene que preocuparse por un gran enemigo ni a una pandilla de asesinos, pero eso no significa que deba preocuparse menos por las co...