T6E06: Falsa calma

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Directamente desde la parte alta del Parque Juárez, en un torneo de exhibición, dos miembros del cuerpo de agentes de Alba Dorada se veían las caras por fin, para medir fuerzas. Por un lado Tezca, del Apex Lupus, uno de los muchos equipos especiales de la organización, con un bastón rojo y el traje de Alba Dorada con distintivos con la silueta de un lobo. Por el otro, Kai, con un bastón azul y su uniforme de Alba Dorada, con pintura alusiva a su propio equipo, el Paraselene, con motivos de medias lunas.

— ¡En guardia! - Vociferó Amelia Hardeen, árbitro del encuentro.

Ambos cogieron sus armas a dos manos. Ni bien Amelia dio la orden de empezar, Kai cruzó la distancia entre ambos de un salto y blandió el bastón como si fuera un sable, apuntando directo a la coronilla de Tezca, quien apenas alcanzó a subir el bastón a tiempo para cubrir su cabeza.

El público alrededor empezó a moverse conforme ambos se desplazaban, cuidando de no estar demasiado cerca de ellos. Tezca ni siquiera había conseguido atacar a Kai al menos una vez: por el contrario, estaba sudando la gota gorda para defenderse de la constante agresión de su oponente, quien, en determinado momento, llegó a usar su bastón como jabalina, pértiga, espada, garrote y cualquier otra herramienta que se le ocurriera durante la pelea. Tras el primer minuto, Tezca se veía ya agotado, intentando desviar los golpes de su enemigo, desechando toda intención de contraatacar.

Cuando por fin, Kai tomó su bastón y, usándolo como bate, desprendió el arma de los dedos de su rival, mandándola a volar un par de metros hacia la derecha. Apuntándole con el extremo de su bastón, le hizo saber que ya habían acabado.

Kai bajó su bastón y, de inmediato, le tendió la mano a Tezca, quien la aceptó, todavía jadeando: Kai no iba a fingir que no se estaba quedando sin aliento, pero ese estilo de pelea, tan iracundo y agresivo como había sido hace un momento, estaba diseñado para agotar rápido al enemigo, no para ser controlador y estratégico. Afortunadamente, Tezca no tenía mucha resistencia todavía, o a Kai se le habría complicado un poco ganarle.

Eso es lo que le dijo al estudiante que lo entrevistó para el periódico escolar. La verdad era que Tezca no tenía oportunidad contra él.

— ¡Kai! ¡Un minuto! - Alzó la voz una chica.

Él ya estaba recogiendo sus cosas y de verdad no quería pasar por este momento, no quería discutir con ella, no ahora. Desgraciadamente, a Ghandi poco o nada le importaba lo que él quisiera: ese era el problema.

— ¿Puedo hablar contigo?

— ¿Puedes? - Espetó Kai, tratando de guardarse su veneno, al menos, de momento.

— Hemos pasado más de una crisis juntos, ¿por qué te esfuerzas en evitarme?

Kai no iba a caer en provocaciones. No ahora, con tanto público...

— ¡Te estoy hablando! ¿O el gran héroe de Alba Dorada de repente no se digna a contestarle a cualquier persona? Por dios, Kai, no tienes que excluirme así. Solo... no sé, dime algo. Mi familia es inversionista de Alba Dorada, pudiste al menos decirme que no estabas muerto y que te irías un año, se me ocurre.

— Por favor, ya cállate - Le alzó la voz, exasperado. No tenía por qué soportar sus inconscientes quejas - ¿No se te ocurre que precisamente tus padres son los que insisten cada semana en que te dejemos al margen y no te me acerques? Quisiera ayudarte, pero casi a diario cruzas la línea del acoso, Ghandi. Es irritante, molesto y, si tus padres cambiaran de opinión, no sé si quisiera compartir el mismo aire que tú.

Tomó aire.

Se había pasado, pero si pedía disculpas, sería peor después: Ghandi tenía que tomar nota de lo ocurrido. Además, no había dicho ninguna mentira: a los padres de la chica no les agradaba la idea de que Kai compartiera espacios con Ghandi más de lo estrictamente necesario.

Sujetó su bastón a la maleta, se la echó al hombro y empezó a caminar hacia su auto. Un par de flashazos le hicieron saber que estaba siendo fotografiado, pero no importaba: Alba Dorada no los dejaría publicar nada de eso.

 Un par de flashazos le hicieron saber que estaba siendo fotografiado, pero no importaba: Alba Dorada no los dejaría publicar nada de eso

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— Entonces ¿te fuiste y ya? - Preguntó Mei, mientras terminaba de sacar los últimos hotcakes de la sartén en la que los estaba haciendo.

Kai respondió con un gruñido mientras asentía con la cabeza. Se sentía aturdido: los padres de Ghandi habían dejado un mensaje en su puerta, agradeciéndole por dejar marcada la línea para su hija, aunque le hicieron también la observación de que tal vez fue demasiado brusco con ella.

Antes de hacer la cena, el par había usado las máquinas para ejercitarse que había en uno de los cuartos vacíos que servía como almacén. Últimamente, solían ejercitar, ya fuera juntos o cada quien en sus horas. No solían hablar mucho desde que Mei se mudó al piso de Kai, pero eso no le molestaba particularmente a él. Se sentía feliz de contar con la compañía de su amiga, y eso significaba que ocasionalmente, Khanna venía también, y si le avisaban a Toph que habría reunión en esa casa, la tenían en la puerta en muy poco tiempo.

Kalea casi nunca venía y la razón era evidente: Nessa. El último año, se volvieron todavía más cercanas y la chica se sentía obligada a acompañar a Nessa, tanto físicamente como en su fantasía ilusoria en la que todos estaban mal excepto ella. Quizá el defecto de Kalea era ser demasiado empática con Nessa, pero Kai no se iba a meter en detalles al respecto. Otra pelea con Nessa estaba lejos de estar entre sus primeras cien actividades favoritas.

— Khanna me contó que el otro día, Kalea les contó a Nessa y a ella sobre malasangres en la periferia. ¿Qué sabes de eso?

— Eso he hablado con Toph también - Señaló Kai - Quería decirte desde hace un tiempo, pero no parecía ser el momento: o estabas con Khanna y no quería arruinarles el momento hablando de trabajo, o te veías muy cansada por cosas de la escuela como para estresarte todavía más.

El rostro de Mei se iluminó un poco. Kai continuó hablando:

— Las patrullas no son suficientes, pero Nora dice que estamos presionando bastante en muy poco tiempo y no sabemos si un día de estos, los malasangres y los demás se harten de que los estemos diezmando y hagan un ataque frontal. Eso ocasionaría muchas bajas civiles y de nuestros agentes. Si no nos andamos con cuidado...

— Pero ¿qué líder podrían tener? ¿No arrestaron a todos los hombres en la cadena de mando de Arze después de la batalla del ángel?

— No a todos - Le recordó Kai - Algunos, como Rose Valdez, siguen libres. También están estos... las Lunas de Jonsu, y otros grupos menores. Todavía hay muchos cabecillas criminales por ahí sueltos.

Mei guardó silencio. Esta paz nuclear no le agradaba en lo absoluto. Su familia, de ambos lados, vivía en Xalapa desde siempre. Tenía todavía más motivos que Kai para mantener a salvo Xalapa, y sin embargo, Kai no solía involucrarla en todo esto. ¿Podría ser que temía que sus emociones entorpecieran sus acciones? ¿La creía Kai tan descuidada?

— Si te digo todo esto es porque confío en que tendrás alguna idea que nos sea de ayuda - Sonrió Kai - Porque yo apenas puedo lograr que me dejen en paz.

Mei le sirvió los primeros dos hotcakes de la charola. Quizá no podía solucionar los grandes problemas del mundo en un segundo, pero podía ayudar a un amigo con su estrés.

— ¿Miel, jarabe o chocolate?

Literatura según KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora