— ¿Cómo dices que se llamaba la amargada? - Preguntó Toph.
Apenas iba a amanecer y ambos estaban ya a punto de salir hacia la facultad. A Kai se le había hecho tarde y Toph estaba esperando a que el chico terminase de alistarse.
— Nessa. Dijo que se llamaba Vanessa, pero prefiere que le digan Nessa, así que... - aclaró Kai, encogiéndose de hombros.
— Estudié la secundaria con ella - Recordó Toph.
Aparentemente, Toph había estudiado con todo el mundo; Amelia Hardeen, la mejor amiga de Kai, estudió en la primaria con ella y ahora, Toph le decía que ella y Nessa ya se conocían.
— Parece que ni siquiera alejándome de La Ciudad se ha hecho más grande el mundo - Se resignó Kai.
Toph pudo ver el semblante de Kai e intuyó que quizá se habría desanimado un poco. Se acercó a su (reciente) amigo y posó su mano en la espalda de Kai.
— Sé que apenas nos conocemos pero... Gavin me dijo que eras buen chico y yo le creo.
Gavin. Otro de los viejos amigos que Kai había dejado atrás en La Ciudad.
Ambos salieron por fin del departamento y se detuvieron en la parada en la que debían esperar el autobús. Poco a poco, Kai comenzaba a acostumbrarse a aquella nueva rutina.
Como sería costumbre pronto, Toph y Kai se separaron una vez entraron a la facultad. Esta vez, un chico con corte militar y cejotas estaba tocando el arpa en una banca y un par de chicas estaban con él, escuchando con amplias sonrisas en sus rostros.
Contrario a lo que ocurría en otras escuelas, ahí no había un grupo de adolescentes jugando con un balón ni mucha gente hablando en voz alta. Quizá eran ideas de Kai, pero la facultad de letras lucía realmente apacible. En la cuadra al lado de la facultad, se erigía la biblioteca de la universidad, que abarcaba otra cuadra completa en la ciudad. Un puente estilizado se alzaba sobre la calle para comunicar directamente la facultad con la biblioteca.
Kai habría seguido divagando hasta llegar al salón, pero Hanna tropezando con un pedazo liso de suelo lo devolvió a la realidad. Lo primero que Kai pudo pensar fue "¿cómo se las arregló para tropezarse con absolutamente nada y caer al piso?". Apenas la conocía por poco más de veinticuatro horas y ya estaba convencido de que era la persona mas torpe que había conocido.
— Perdona, yo... hola.
Kai le tendió la mano, ayudándola a levantarse.
— No sé cómo llegué hasta aquí - Intentó explicarse Hanna una vez estuvo de pie - Otra persona pudo haber entrado en mi lugar. Soy una inútil y...
Kai se estresó al escuchar tanto autodesprecio en tan poco tiempo, así que decidió detenerla.
— No. Por favor no digas esas cosas, Hanna - La interrumpió con una severa mirada a los ojos - No eres inútil. Ya le ganaste a muchos otros el chance de entrar, así que estadísticamente, eres mejor que la mayoría que se quedó fuera.
Hanna no estaba del todo convencida, pero tampoco parecía muy dispuesta a discutir con Kai. Por un breve momento, el chico había dejado salir su vena autoritaria y experimentada como líder, cosa que no hacía desde hace un tiempo ya.
Conforme recorrían el camino hacia el edificio en el que les tocaba tomar clases, Hanna y Kai intercambiaron impresiones y datos acerca de ellos. Así, Kai supo que Hanna había vivido toda su vida en un sitio a las afueras de Xalapa llamado Emiliano Zapata. Hanna se había sorprendido cuando Kai dijo que él venía de mucho más lejos, de La Ciudad. También sabía ahora que Hanna se había pintado el cabello de esa forma poco antes de entrar y cuando se arrepintió, ya era muy tarde y no podía devolverlo al castaño de siempre.
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Literatura según Kai
Teen FictionKai ha logrado marcharse de su pueblo natal para estudiar en la universidad que siempre ha querido. Ahora, quizás no tiene que preocuparse por un gran enemigo ni a una pandilla de asesinos, pero eso no significa que deba preocuparse menos por las co...