— Si hay que reconocerle algo a Ghandi, es que es insistente - Admitió Tini, sentada junto a Kai en la sala común de Paraselene, oculta en algún lugar de la biblioteca.
Kai se limitó a emitir un gruñido como respuesta. Tini le mostró una conversación en su teléfono donde había varias capturas de pantalla de Ghandi quejándose de que Alba Dorada la usaba como moneda de cambio para su campaña.
— Lleva días así - Le hizo saber Tini - No le hemos hecho mucho caso, ya sabes. Nara le dijo ayer que Alba Dorada es un organismo privado y solo ellos saben cómo se manejan. En Apex Lupus ni siquiera tienen un agente con el rango apropiado para autorizar y supervisar misiones por su cuenta.
— Y en el Paraselene solo me tienen a mí - Balbuceó Kai, repasando el temario de Tini - ¿Desde cuándo es que estás atrasada con tus deberes?
— Desde que empezó el curso.
Ya quedaba poco más de un mes antes de las evaluaciones. Kai se preguntó para sus adentros por qué estaba haciendo esto. Llevaba algún rato dándole apoyo a sus amigas e incluso llegó al extremo de enseñarle a Tini cómo hacer sus tareas.
Mientras su compañera leía el texto subrayado y empezaba a redactar su informe de lectura, Kai se dio a la tarea de encender la tableta que Alba Dorada le proporcionó a ciertos estudiantes que trabajaban medio tiempo como agentes. Actualizó la sección de noticias y enseguida, tragó saliva al leer el primer artículo que apareció ante sus ojos.
"Crece la presión desde Palacio Nacional por aprehender a líderes criminales en Veracruz", rezaba el título. Cuando lo abrió para echarle una ojeada, un par de nombres resaltaron entre la lista de delincuentes que exigía el gobierno federal para arresto y custodia. El primer nombre era Rose Valdez, la presunta líder actual de los Malasangres. La otra persona era Noah Nakamura.
Se le acusaba, entre otras cosas, de colaborar con la Armada Carmesí. "Nada nuevo", pensó Kai. Después de todo, Noah había colaborado durante el ataque de Arze a Xalapa. Sin embargo, su lista de crímenes había aumentado. Se decía que fue vista entrando en los Tres Estados; Michoacán, Guerrero y Oaxaca, la región de México con más presencia Carmesí. Eso no sería tanto problema si no hubiesen reconocido, presuntamente, a Arze, el autoproclamado líder del movimiento Carmesí. Por eso es que habían saltado las alarmas: toda esta nota se trataba, disimuladamente, de informar a la comunidad de Alba Dorada, que Noah Nakamura había sido vista en compañía del enemigo público número uno del país.
Tini interrumpió los pensamientos de Kai, no para mostrarle sus avances, sino un mensaje del grupo de la escuela.
— Kai, acaban de reportar a Ghandi como desaparecida. Ya intentaron llamarla y no responde.
Al teléfono de Kai llegó otro mensaje: era Ramsés, el ex-miembro del consejo estudiantil, diciéndole que los padres de Ghandi estaban de camino a la facultad para reclamar por la seguridad de su hija.
Kai suspiró. A juzgar por estas fechas, era como si el gran evento de final de semestre estuviera a punto de ocurrir, llevándose a Kai y a sus allegados entre las patas una vez más.
"¿Ahora quién será?", se preguntó a sí mismo. "¿Algún enemigo del pasado? ¿Un asesino enviado para meterme un tiro en la cabeza? ¿Qué tal un espía sin rostro que le mande información sobre mí a Arze?". Poco a poco, comenzaba a hartarse. Cada curso había otro psicópata intentando meterle una granada en la boca, o algo por el estilo.
Khanna ingresó a la vivienda seguida de un numeroso grupo de chicos del Apex Lupus: Nara y Xany, agentes de Alba Dorada desde antes del sitio de Xalapa. dispararon sedantes de sus muñequeras tan pronto como tuvieron bajo alcance a los primeros objetivos. Todos tenían tatuajes malasangres.
Al lado de Khanna, una chica reclutada hace poco, Canela, sacó de su mochila una tableta de Alba Dorada y le leyó en voz alta los informes de última hora. Ghandi se había esfumado. Khanna le pidió a Kalea, la última en entrar, que tomara el mando del equipo. Su amiga asintió con la cabeza.
— Megara, Canela, ustedes vienen conmigo - Ordenó Khanna - ¿Sabes conducir, no? - Le preguntó a la primera.
Megara asintió. La morena obtuvo su licencia desde los dieciséis aunque no tenía auto propio todavía. Gracias a ese trámite, Megara había pasado a convertirse en la conductora oficial del Apex Lupus, el segundo gran escuadrón especial de Alba Dorada en Xalapa. Canela subió en el asiento de copiloto y Khanna trepó a la camioneta en los asientos de pasajeros.
— ¿A dónde vamos? - Quiso saber Megara antes de arrancar el automóvil.
— Tenemos que darnos una vuelta por la facultad, chicas - Explicó Khanna - Lamento decepcionarlas, pero si no encontramos a Ghandi pronto, nos van a recortar el presupuesto a la mitad. Eso significa no más camionetas bonitas.
Megara arrancó la camioneta y pisó el acelerador. En cuestión de minutos, estaban abandonando ya su colonia natal, la mal afamada y peligrosa Revolución.
— ¿Te has dado cuenta de que casi no hay agentes hombres en Alba Dorada? - Señaló Canela - Raro, ¿no? Casi siempre es al revés.
— Muchos no pasan las pruebas psicométricas - Le recordó Khanna - En nuestra carrera apenas dos de cada diez, son hombres. A eso súmale que muchos chicos no aceptaron las becas de Alba Dorada por variedad de razones.
— Orgullo y resentimiento - Espetó Megara, al volante.
— Además bastantes no son ni remotamente atléticos - Añadió Khanna.
— Ni listos... - Balbuceó Canela.
No tardaron en llegar a terrenos de la facultad. Ahí mismo, se encontraron a Ramsés y Maya, los dos ex miembros del consejo de estudiantes de la facultad, cara a cara con los padres de Ghandi. Khanna bajó antes de la camioneta y Canela la siguió, tableta en mano, por si necesitaba informarla de lo que ocurría en el operativo en la "Revo". En estos momentos, su pantalla estaba retransmitiendo la cámara en vivo en el uniforme de Nara, la mejor agente de campo en Apex Lupus.
— Espero que valga la pena el berrinche - Se quejó Khanna - Porque me sacaron de un operativo de arresto masivo para venir a atenderlo, señor.
— Solo quiero que me garanticen que mi hija está a salvo y no está participando de nuevo en una de estas operaciones - La fulminó el padre de Ghandi con la mirada, indignado.
— Su hija, señor, es mayor de edad y se inscribió voluntariamente en las filas de Alba Dorada. Además, el personal y alumnos de la universidad no tienen porqué rendirle cuentas a usted. Ubíquese - Le dijo Khanna, poniéndolo en su lugar - Y ni todo el dinero del mundo cambiará eso.
El padre de Ghandi estuvo a punto de contestarle, todavía más indignado, pero su respuesta se perdió en el aire cuando Canela alzó la voz, diciendo que había llegado un mensaje general de parte de Ghandi.
Khanna alcanzó a ver a Tini y Kai con el rabillo del ojo. Kai sostenía su teléfono en la mano. Aparentemente, el mensaje de Ghandi le había llegado también.
"Estuve algo ocupada en esto pero creo que lo conseguí", ponía el mensaje, adjuntando una ubicación. Khanna se preguntó de qué podría tratarse, pero inmediatamente después, les llegó un segundo mensaje, en respuesta al primero. Tenía una grabación adjunta. Parecía que Ghandi había grabado todo el proceso de cómo triangulaba una ubicación tomando como datos de partida las ubicaciones anteriores de malasangres en las redadas previas. Todas convergían alrededor de un punto en común, como un telar totalmente simétrico, como si hubiese sido diseñado adrede.
— Entonces ahí se esconden - Murmuró Khanna.
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Literatura según Kai
JugendliteraturKai ha logrado marcharse de su pueblo natal para estudiar en la universidad que siempre ha querido. Ahora, quizás no tiene que preocuparse por un gran enemigo ni a una pandilla de asesinos, pero eso no significa que deba preocuparse menos por las co...