T6E21: Salpicadura

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Tan solo desde las cinco de la mañana, cuando se percataron de la huida de Rose Valdez, habían ocurrido más de cien redadas a lo largo y ancho de Xalapa: Kai participó al menos en cuatro. Llegar en camioneta, disparar, sedar, atar malasangres y subirlos a la camioneta. Después, partir en una unidad vacía hasta el siguiente punto de conflicto, muchas veces a tan solo tres cuadras.

Algunos ni siquiera se esforzaban en huir peleando. Permanecían escondidos hasta que una redada derrumbara sus puertas. Algunos se resistían: la mayoría no.

De las cuatro redadas en las que Kai había tomado parte, solo una se llevó a cabo sin resistencia. Tuvieron que sedar a más de cincuenta malasangres y dos de ellos, en la última redada, recibieron "tiros de advertencia" que resultaron letales. "Estaban armados", se dijo Kai a sí mismo para justificarse. "Estaban armados y tomaron civiles como rehenes".

Aún estaban revisando grabaciones para saber quién había liberado a Rose Valdez. "Pensé que ya no teníamos topos en la organización", maldijo, mientras iba de camino al siguiente operativo. En la misma camioneta que él, iban Nara, Tezca, Khanna y Franco. Khanna se les unió apenas en el último, pero el resto llevaba ayudando desde que empezó el día.

— Mal plan para un sábado en la mañana - Suspiró Nara, quien cargaba consigo uno de los juguetes nuevos que le habían soltado a los agentes: un rifle sónico pesado que servía más para control de multitudes que para otra cosa. Con ese pedazo de metal de 20 kilos, podían neutralizar pequeños escuadrones de malasangres sin acercarse demasiado, pero si había algún agente en medio, corrían riesgo de aturdirlo también. La propia Nara tenía unos gruesos audífonos de concha puestos al cuello.

— Yo me estoy divirtiendo mucho - Admitió Franco - Viva la represión policial justificada.

Tezca y Nara voltearon a ver a su compañero, como pensando si regañarlo o no. Al final, decidieron ignorarlo.

Ni bien llegaron a la siguiente ubicación, una casa de tres pisos, escucharon un grito de "nos rendimos". Khanna tomó el megáfono que traían consigo y apuntó al edificio para ordenarles que dejaran caer armas de fuego por las ventanas y que si al entrar había resistencia, dispararían a matar.

Obedecieron. Más de diez pistolas y una escopeta cayeron desde el primer y segundo piso. Kai dio la orden de entrar y Nara avanzó la primera, con el rifle sin seguro, lista para abrir fuego aunque la pintura de las paredes pudiera desprenderse y caer al primer tiro.

Al interior, habían dos chaquetas rojas esperando con las manos en alto en el primer piso. Detrás, una mujer y un niño.

— Por favor no les hagan daño - Suplicó uno de ellos - Llévennos a nosotros, pero no les hagan nada.

— ¿Son familiares, o eran rehenes?

— Familia, admitió uno, dejando caer los brazos - No los arresten a ellos, por favor. No habrá represalias.

— Honestamente, no creo que puedan tomar represalias - Confesó Franco, con su muñequera cargada - Las redadas están limpiando la ciudad de cualquiera con chaquetas rojas.

— Pero está bien - Aceptó Kai - Ustedes dos, vengan. Que la mujer y el niño no salgan de aquí hasta que nos hayamos marchado. ¿De acuerdo? Por su seguridad.

Después de revisar la vivienda de inicio a fin, encontraron a otros diez, hacinados en el último piso y el tejado. Intentaban escapar, pero descubrieron demasiado tarde que no había a donde huir en esas condiciones. Todos a la camioneta.

Kai habría participado en una redada más, pero recibió una llamada directamente de Nora, la directora de Alba Dorada. Contestó, preocupado.

"Sabemos quién liberó a Valdez. Imaginaba que querrás aprehenderla tú mismo. El domicilio está rodeado, pero están esperando a tu llegada para entrar", dijo Nora.

Literatura según KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora