T1E10: La cita con Yamal

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Tres años de preescolar en La Isla.

Seis años de primaria en La Ciudad también.

Tres de secundaria en Xalapa.

Otros tres de preparatoria en La Ciudad.

Toda una vida estudiando para acabar teniendo una cita con un chacal en universidad que le robó la tarea a su amiga Khanna.

— Más te vale invitarme a un sitio bonito cuando hayamos acabado - Amenazó Toph a Kai.

— Ya, está bien - Prometió Kai - ¿A dónde quieres ir, a una convención?

Toph levantó una ceja con cierto interés.

— Solo si también me pagas la comida.

Kai se resignó.

Él y Khanna estarían esperando mientras Yamal y Toph entraban al cine de aquella plaza comercial. Obviamente, Toph se iba a llevar todo lo malo en aquella misión.

Yamal la saludó desde el otro lado del segundo piso del centro comercial. Toph suspiró.

— A lo que me expongo por estar cerca de Kai - Maldijo.

Empezaba a entender por qué la mayoría de los amigos de Kai en la prepa desaparecieron bajo misteriosas circunstancias. Sin embargo, Toph no iba a dejar que un idiota copión la intimidase.

— Hola preciosa - Saludó el chico, dejando ver lo que parecía ser un trozo de pan entre dos de sus irregulares dientes.

— Ho-hola.

— Te parece si...

— Ya casi empieza la función - Lo atajó Toph, intentando que aquél suplicio durase tan poco como fuese posible.

La película no era algo que Toph habría visto por voluntad propia, sin embargo, se dio a tarea de investigarla para no verse tan estúpida. La saga había empezado como una película de carreras callejeras y mafias en Santa Mónica. Terminó siendo una historia sin pies ni cabeza con autos, mutantes, mafias, viajes por el mundo, la CIA y carros voladores arrastrando una casa entera por una autopista. Pero bueno, qué podía esperarse de aquella saga si "Turbo y Nitro" no pasaba del siete en cuanto a valoración de los críticos de cine.

Sonaba bastante ridículo y sin embargo, la saga tenía una enorme base de fans. Toph en realidad no veía muchas películas comerciales; en casa, solo ponían películas de culto y no salían al cine casi nunca porque según sus padres, no muchas películas comerciales valían realmente la pena. El cine de arte, la música clásica y los libros del siglo XX eran lo único que ella conoció durante la mayor parte de su vida. Su padre era un galerista y su madre, profesora de maestría en español, así que Toph no fue precisamente una niña normal.

En secundaria casi no hablaba con nadie y solía quedarse en su banca en los recesos, dibujando a mano o leyendo. En preparatoria, apenas hubo un cambio, aunque de vez en cuando salía a fiestas; no veía muchas series y si lo hacía, era a escondidas. Solo veía animes de culto y con trabajo su mejor amigo Gavin pudo ir a verla a casa un par de veces.

Mientras reflexionaba sobre su asocial y con mucha probabilidad, deprimente pasado, ya habían pasado los primeros veinte minutos de película. Sin querer, Toph había vuelto a disociar un largo rato. A su lado derecho, Yamal sonreía y murmuraba cosas de vez en cuándo, 

Era todo un machito (según lo que Toph había entendido en su análisis minucioso sobre lo que machito significaba.

Estaban en una parte de la película en la que el hombre calvo que era protagonista y dos de los de su pandilla conducían hacia un puente levadizo a medio levantar para escapar de los policías; el planteamiento ético acerca de la glorificación de los actos criminales dejó reflexionando a Toph hasta que recordó una parte anterior de la película en la que el calvo hablaba con los del FBI para negociar inmunidad para su familia y amigos cercanos.

Literatura según KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora