T4E22: Un mundo feliz

7 2 4
                                    


De entre las sombras, aquella figura que representaba al Nightstalker se enderezó y saltó hacia la ventana, lista para huir. Kai estuvo a punto de saltar tras ella, pero Ghandi lo detuvo.

— Oye... me gustaría enfrentarlo yo - Lo interrumpió aquella tonta rubia que pasó los últimos meses persiguiéndolo sin éxito alguno.

— Te vas a romper algo.

— Aprenderé.

Kai pudo detenerla, pero no lo hizo. Alyssa tampoco trató de pararla.

— Nuestra niña ha crecido - Sonrió burlonamente Alyssa.

— ¿Nuestra qué?

Alyssa no pudo evitar carcajearse en la cara de Kai.

— No seas tan miedoso. Anda, vamos al piso de abajo.

Tan pronto como Nightstalker cayó al suelo, en el jardín de casa de Nessa, intentó darse a la fuga, pero camino a la calle y al patio frontal, había un par de agentes del Alba Dorada. Del otro lado del patio trasero, dos más. El muro que delimitaba la propiedad era muy alto para escalarlo. Y, cuando intentó correr al interior de la casa para atravesarla y salir, escuchó pasos en las escaleras.

La tenían rodeada.

¿Cómo supo Kai su identidad?

Alguien cayó sobre ella, saltando de la misma ventana: era esa rubia estúpida, Ghandi. Había estado detrás de alguien que jamás le iba a corresponder y por lo visto, seguiría intentando. Pobre chica.

— Deberías rendirte - Le sugirió la rubia.

— No. Sé todo de ustedes: sé que lloras por las noches, sé que Kai rompió con su novia, sé que Mei es infeliz, que Nessa habla sola... ¡Lo sé todo! ¡Tú deberías rendirte! - Vociferó, todavía con Ghandi sobre su espalda, cogiéndola de un brazo para inmovilizarla.

Nahema se desprendió de parte de su traje, una muñequera que se extendía hasta el codo y traía parte de sus somníferos. Así se libró del agarre de Ghandi y, con el brazo que aún tenía somníferos consigo, intentó apuntarle, pero una rápida patada de Ghandi le impidió rociar la sustancia a tiempo.

Lo siguiente fue una pelea mucho más relajada que las del torneo, para ser sincera. Ghandi lanzaba golpes a ambas manos, Nightstalker los bloqueaba y al intentar contraatacar, ella los volvía a redirigir. Pasó casi un minuto cuando Ghandi pudo empujar al Nightstalker a medio metro de ella y, tomando aire, le lanzó una patada a la cara.

Nightstalker cogió su pierna y al darle vuelta, obligó a Ghandi a hacer un giro en el aire y caer de bruces al suelo. Al interior de la casa, Kai intentó avanzar al patio para ayudarla, pero Alyssa lo detuvo. Todos los agentes alrededor comprendían perfectamente: podrían arrestar de una buena vez al Nightstalker, pero Ghandi había pedido enfrentarlo. Intervenir en la pelea y hacerla un siete contra uno era demasiado. Si Ghandi fracasaba, ya lo arrestarían, pero mientras tanto, ella merecía su oportunidad.

— ¡Mátame de una vez! - La provocó Ghandi. A Kai le preocupaba que su rival se tomase en serio la invitación de Ghandi, pero Alyssa no le permitiría intervenir. Muy en el fondo, él mismo sabía lo nocivo que podía ser intervenir en las peleas de otros, aún si eso les ahorraría unos cuantos cardenales.

Nightstalker intentó aproximarse a Ghandi, todavía en el suelo, para pisotear su cara, pero no lo consiguió. Al contrario, ella apretó fuerte el pulgar contra el botón que accionaba su muñequera y logró darle cerca de la nariz al Nightstalker, quien se tambaleó un poco pasados varios segundos. Ghandi se incorporó y, calculando el momento perfecto, soltó un golpe directo a la nariz en cuanto el Nightstalker se le aproximó. Cayó de espaldas y no se levantó. Lo había noqueado.

Literatura según KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora