T4E10: Chuchita bolsearum est

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Kalea estaba en la plaza central de la escuela cuando Nessa se le plantó enfrente, recién llegada y dejando caer un montón de material para hacer adornos enfrente de ella, sin dar mayores explicaciones hasta que, perpleja, Kalea decidió preguntarle qué pretendía hacer con todo eso.

— Bueno, creí que podríamos remodelar un poco el escondite del Paraselene, ¿no? - Sonrió Nessa, con un aura tan positiva que Kalea no podía creerse que de verdad su amiga estaba de tan buen humor.

— Mira, conseguí esta tela azul marino, podemos hacer varios estandartes y ayer estuve diseñando estos - Nessa levantó unas cuántas imágenes de lobos con una luna en la cabeza, mostrándoselas a Kalea - Para ponerlos en los estandartes, como adorno.

Kalea no podía creérselo: Nessa realmente se veía muy animada con todo eso.

— Entonces... ¿me ayudas a poner bonito al Club Paraselene después de clases? - Le pidió Nessa, haciendo su mejor intento de ojos de cachorrito.

Kalea aceptó.

Después de clases, ambas salieron corriendo a toda prisa hacia la biblioteca, con las mochilas llenas con el material que consiguió Nessa, digno de una maestra de preescolar. Una vez ahí, se aseguraron de cerrar bien la entrada y descolgaron las cortinas que había antes para empezar a tomar medidas y costurar las nuevas, de color azul marino brillante. Kalea se encargó de poner las pegatinas sobre los estandartes que pusieron en cada una de las paredes.

Manteles para las mesas, un cuadro de anuncios, incluso una lata de pintura se encontraban entre el material que había conseguido Nessa: aunque lo más probable es que no acabaran ese día, Nessa quería avanzar todo lo que fuera posible ese día, por si a Kai se le ocurría entrar y ver qué tal.

Más tarde, cuando Khanna y Mei entraron (sin saber que había gente adentro, claro), Nessa las convenció de ayudar: Khanna se dedicó a costurar la cortina que quedaba mientras que Mei consiguió clavar el cuadro de anuncios en la pared más amplia, dejando al descubierto el espacio suficiente para poner más adornos después.

Las chicas pronto se pusieron a hablar: primero de que Kai no vendría, pues estaría algo ocupado con Toph en cosas del Alba Dorada y eso; después, de que nunca habían visto a Nessa de tan buen humor y era un cambio que todas ahí apreciaban.

— Quién sabe qué mosca la picó - Se encogió de hombros Kalea, refiriéndose a su amiga - Dice que no le pasa nada, pero...

— ¡Es que no me pasa nada! - Insistió Nessa, subida en uno de los sillones, intentando meter la nueva cortina sin sacar la varilla de su lugar.

Mei y Khanna voltearon a verse la una a la otra. Su plan para pasar la tarde en el Paraselene no era ese, pero tampoco iban a quejarse: mientras los demás andaban en sus propios dramas personales, Mei por fin se había empezado a hacer a la idea de que quizás, Kai no era realmente lo suyo. Khanna, por otro lado, aunque un poco egocéntrica, la hacía sentir feliz, o al menos, le daba paz a su vida. Eso, para Mei, era más que suficiente.

Entonces, un pensamiento se le cruzó a Mei por la cabeza: ¿Y si Nessa estaba haciendo todo eso para impresionar a Kai? ¿Y si a Nessa le gustaba Kai? Por supuesto, el imbécil no se daría cuenta ni aunque se lo dijeran en la cara, ya lo sabría ella.

— Solo falta que... - Les dijo Nessa - Khanna, ¿podrías alzar un poco más ese estandarte?

Khanna asintió y alzó el estandarte. Una vez la última pincelada de pintura se secó en las paredes, Nessa se permitió descansar.

— ¿Cuándo le mostraremos? - Quiso saber Mei, tratando de disimular su emoción. Sinceramente, esas horas, días que pasaron redecorando el escondite, las había disfrutado demasiado.

Literatura según KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora