— Me abandonó - Sollozaba Nessa mientras las demás chicas del Paraselene devolvían el fuego recibido contra los insurgentes que se acercaban demasiado - Me abandonó como Kato.
Mei no podía entenderlo, pero Kalea sí: Kato había muerto joven y, desde entonces, su amiga Nessa solía verlo por todas partes. Tras observar su foto en una ocasión, Kalea vio el sorprendente parecido de aquél chico con Kai. Eran semejantes, aunque Kato era más risueño, mientras que Kai solía actuar como si esperase que algo malo ocurriera a continuación.
Y ahora, en este momento, cuando necesitaban que Nessa permaneciera fuerte y pusiera a dormir a unos cuántos asesinos, estaba colapsándose porque, a sus ojos, Kai la había dejado como Kato y Nessa temía que siguiera el mismo destino que su más íntimo amigo.
— Pensé que lo odiaba - Murmuró Khanna después de aventar otra granada cegadora: ya no les quedaba otra.
— Así era - Confirmó Kalea - Pero en algún momento empezó a sentir otras cosas por él, ¿sabes? Lo negó, lo negó por mucho tiempo, pero era verdad. Peleó mucho tiempo para no desarrollar ningún tipo de dependencia a Kai, pero al final, se esforzó tanto en detestarlo que se obsesionó con pensar en él y le cogió cierto cariño.
Khanna y Mei escucharon atentamente todo lo que Kalea había dicho, aunque la veían como si tuviera monos en la cara. Finalmente, cuando un soldado más se les acercó desde un costado, Mei le disparó dos sedantes, haciéndolo tambalearse antes de caer al suelo.
— Pues habrá que ayudarlo a volver vivo para que ella no crea que la abandonaron - Comentó Mei, medio en broma, medio en serio: ella también prefería volver a verlo de frente, respirando y en perfecto estado.
Después de tanto tiempo, Mei aún no estaba segura de lo que sentía respecto a ese imán de problemas llamado Kai.
Sam subió a toda prisa a la planta alta del palacio de gobierno, apostándose en una esquina, oculto tras un par de macetas gigantes, vigilando el patio mientras que Kai y sus acompañantes avanzaron hacia el patio central tan sólo para encontrarse con un escenario preocupante: los diez funcionarios que Arze había prometido como rehenes estaban ahí, sentados cada uno en su lugar, apretando un botón en cada mano, con todos los dispositivos enredados en una maraña de cables conectados a una serie de cajas de apariencia sospechosa.
Kai adivinó enseguida: eran bombas. Los funcionarios, entre diputados, el tesorero y otro par de miembros del gabinete del gobernador, estaban ahí sentados, sin cuerda u otro elemento que los mantuviese cautivos, pero si no se habían ido...
— ¿Por qué sujetan los botones? - Preguntó Ezra en voz alta.
"Verás, amiguito", respondió una voz joven, dulce y burlona que provenía de alguna parte del palacio de gobierno. "Hay veinte manos sujetando veinte botones al mismo tiempo. Si por algún motivo, dos de ellos dejan de ser presionados al mismo tiempo, empezará la cuenta regresiva y estos idiotas no podrán huir a tiempo antes de que las bombas exploten". "Además, si más botones son soltados, más se acorta el tiempo para la detonación, así que aún si todos salieran corriendo... ¿ves? Será inútil", lo disuadió Arze: ahora, no intentarían liberarlos.
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Literatura según Kai
Teen FictionKai ha logrado marcharse de su pueblo natal para estudiar en la universidad que siempre ha querido. Ahora, quizás no tiene que preocuparse por un gran enemigo ni a una pandilla de asesinos, pero eso no significa que deba preocuparse menos por las co...