T6E12: La feria del libro, parte 2

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Crudo como estaba, Kai se levantó a primera hora de la mañana siguiente pese a que faltaban varias horas para su primera clase del día. Se dio un baño con agua helada, recién salida de la regadera, y después se vistió. Se echó algo de dinero a la cartera e inmediatamente después, salió a la calle.

Mei seguía dormida. No iba a molestarla tan temprano haciendo de desayunar. Caminó un par de cuadras hasta llegar a la fonda frente a la facultad. Se sentó en una de las mesas de afuera y pidió algo pesado: quizá le harían falta dos platos con bastante proteína si quería empezar a bajar el alcohol de su organismo.

Se decepcionó un poco de sí mismo al darse cuenta de que se había puesto crudo tras una noche de borrachera. No solía beber así pero, tras unas cuantas horas con Alyssa, todo se fue a la mierda rápidamente. Ambos eran muy amigos, así que el miedo a ser apuñalado en estado de ebriedad no fue problema. Kai bebió más de lo que podía procesar y en algún momento, se despidió de Alyssa antes de volver a casa a pie.

Terminó de comer. Con las llaves del carro aún en su bolsillo, caminó de vuelta al barrio de San José para recoger el coche. Dos horas después de haberse ido, volvió a casa justo a tiempo para su primera clase.

Lo verdaderamente interesante vino después: tras la última clase del día, Kai se le unió a Mei para pasearse por los puestos de la feria. Hoy, el profesor Davriel estaba dando una ponencia sobre Noah Chomsky y aunque Kai no compartía esa afición por la lingüística, el auditorio estaba repleto.

Llegaron al puesto en el que estaba el equipo de redacción de la revista universitaria: realmente, no hacían gran cosa. Un chico de lentes escribía un artículo, probablemente una crónica de la feria del libro para presentarla en el próximo número. Khanna, por otro lado, estaba del otro lado de la mesa, atendiendo el puesto repleto de revistas de la universidad.

— ¿Les ayudo en algo? - Preguntó Khanna, sonriente.

Mei le tendió un billete y Khanna le entregó una revista. Ahí era donde se separaban.

— Tengo que ir con Ghandi porque insiste en que paseemos juntas un rato antes de presentar al siguiente ponente - Se excusó ella.

Kai asintió.

Dos puestos después, se encontró a Kalea sentada sobre un tapete de foamy en el suelo, junto a varios niños de entre cinco y doce años. Llevaba un taller sobre las palabras y códigos secretos. Fue todo un éxito, por lo que veía: los niños estaban bastante emocionados creando sus propios códigos secretos.

Estuvo viendo un rato hasta que Alex, de su misma clase, le pidió que la acompañara un momento. Kai hizo lo propio y la siguió hasta un extremo apartado del bullicio de los puestos y la gente. Ahí estaba Tini, recargada contra una pared de piedra, esperando. Kai recordó entonces que las había citado para esa hora aproximadamente, durante la noche anterior, en plena borrachera.

— ¿Sí? - Preguntó Kai, sin saber bien qué decir o hacer.

— Tú dime - Espetó Tini, viéndolo fijo.

— Sobre Adrián...

— Entonces sí leen las quejas de los alumnos - Bufó Alex.

Tini no tardó mucho en contarle lo del antro y cómo Adrián estuvo a nada de llevarse a una chica consigo y, probablemente abusar de ella, sino es que secuestrarla.

— El cártel de Sak fue desmantelado casi por completo - Observó Alex, sin importarle que su amiga no fuera parte de Alba Dorada realmente - Así que según los informes, las Lunas de Jonsu podrían estar detrás de todo esto.

— No lo sé. Adrián no llevaba distintivos la última vez que lo atrapamos, pero había indicios de que trabajaba activamente para los malasangres - Refutó Kai, intentando ceñirse a información emitida por Alba Dorada para el público en general.

— Eso no significa la gran cosa. Todos ellos suelen cooperar entre sí - Demeritó Alex su opinión - Sin ofender, claro.

Kai suspiró.

— Ya estaba investigando. Resulta que una empresa fantasma pagó el tratamiento de Adrián el tiempo que estuvo en el hospital, pero no puedo adivinar por qué.

— Quizá te entretienen demasiado con el porqué para que no te fijes en otras cosas a tu alrededor - Sugirió Tini, encogiéndose de hombros.

Kai se quedó callado: sin duda era una posibilidad. Engañarlo para que ignorara otras pistas, intentando preguntarse porqué Adrián era tan importante como para pagarle atención médica. ¿Podría ser un señuelo?

— ¿Algo más que decir? - Preguntó Kai - Si no es el caso, por favor abstente de compartir información confidencial con gente que no pertenezca a Alba Dorada - La regañó - Gracias por colaborar conmigo, Alex.

Y sin decir más, volvió justo al sitio en donde se había quedado.

Esta vez, decidió acercarse a Kalea y escuchar. El taller había cambiado y el público también. Kalea estaba hablando ahora de anagramas, usando como ejemplo el de una novela juvenil muy famosa.

— Este está en inglés, pero fíjense: son las mismas letras las de Tom Marvolo, que las de Lord...

Kai sintió cómo la voz de Kalea empezaba a alejarse y, mentalmente, el nombre de esta empresa fantasma empezó a dibujarse frente a él.

"Amores Inc".

"Mor Inc".

"Monicr A. Ose".

"Monica Rose".

Sintió un escalofrío en la espalda. Claro. No eran las Lunas de Jonsu después de todo, sino...

Salió corriendo en busca del primer lugar en el que pudiese tener algo de privacidad. Se encerró en un cubículo del baño y, todavía de pie, tecleó a toda prisa a Nora para informarle de su teoría: "Rose Valdez está detrás de lo de Adrián", pero una vez lo hubo enviado, se detuvo. ¿En serio sería tan estúpida Mónica Rose Valdez, la líder de los Malasangres y Asesina del Muerto como para delatarse? ¿Y si también era una treta? ¿Quién querría firmar con el nombre de Valdez de manera tan evidente, oculta en el orden de un par de palabras? ¿Por qué?

"Quizá te entretienen demasiado con el porqué para que no te fijes en otras cosas a tu alrededor", recordó Kai.

Se sentó en la taza de baño, puesta hacia abajo, mientras reflexionaba.

Nora contestó a su mensaje: "Vamos a corroborar tu teoría. Creo que tiene sentido".

Kai suspiró.

¿Había acabado ahí su drama escolar del semestre? Probablemente no.

Mientras salía del baño, pensó un poco en la situación actual de los malasangres: se desconocía el paradero actual de su célula principal, comandada por Rose Valdez, pero se sabía que tras la derrota de la Armada Carmesí en la Batalla del Ángel, el grueso de sus fuerzas quedó desperdigado por lo largo y ancho del país, aunque según los reportes, a la fecha no habían conseguido consolidarse nuevamente como una fuerza a la qué temer: en la misma ciudad de Xalapa, los agentes hacían redadas casi a diario para atrapar a los malasangres rezagados y de vez en cuándo, alguno entregaba a uno que otro de los suyos a cambio de protección y una menor sentencia.

Si Rose Valdez, la Asesina del Muerto, había logrado consolidar una fortuna considerable, construido una empresa fantasma y pagado los gastos médicos de un simple señuelo para llamar la atención del Alba, ¿qué más les esperaba a ellos si la enfrentaban?

Peor. ¿Qué podría ocurrirle a Xalapa si no lo hacían?

Kai decidió que ya había tenido suficiente de la feria del libro por un día, así que se dirigió a la salida sin hacer paradas, en línea recta, y después, siguió andando hasta llegar a su casa, donde se encerró con llave: Mei traería las suyas consigo, Tini y Khanna lo mismo.

Necesitaba descansar, o pudrirse en su propio miedo, o ambas, o ninguna.

Necesitaba estar solo.

Literatura según KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora