T5E14: Ciudad de plomo y sangre

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Kai amaneció en la biblioteca aquella mañana: el Paraselene había gastado casi todo el día anterior en organizarse y ponerse al día con todo lo que había ocurrido con el Triskelion. Al salir del club Paraselene, Kai pudo notar la gran cantidad de estudiantes que recorrían los pasillos. Muchos entregaban libros ante los mostradores, otros cuántos estaban corriendo a toda prisa de un lado al otro. Confundido, Kai caminó hacia el puente que daba directo al campus.

Para ser apenas las ocho de la mañana, Kai se dio cuenta de que había muchísimos alumnos al interior de la universidad: ni siquiera en temporada de exámenes podía verse tal cantidad de estudiantes pululando por todas partes, pero ahora era distinto. Algo preocupado, Kai decidió no sacar conclusiones apresuradas y se dirigió rumbo a la cafetería: esperaba poder comprarse algo antes de entrar a su primera clase.

Entonces fue cuando se enteró: en la cafetería, un televisor estaba encendido en el canal de noticias y un reportero permanecía de pie afuera del palacio de gobierno de Xalapa, junto a un militar. Apenas escuchó unos cuántos segundos del reportaje, a Kai se le heló la sangre.

— Entonces, podemos inferir que un sujeto conocido como "Arze" es el autor de este atentado, ¿cierto? – Preguntó el reportero al militar – Eso haría de esta situación el segundo asesinato a funcionarios públicos del estado en lo que va del mes.

— No puedo dar detalles – Respondió el soldado, mirando a la cámara – Pero podemos garantizar que estos crímenes no quedarán impunes: "Arze" será llevado ante la justicia.

— ¿Y qué hay de Alba Dorada? – Quiso saber el reportero, abordando al soldado antes de que pudiese irse – ¿Cuál será su rol en todo esto?

— No me compete hablar de esto – Evadió la pregunta el hombre, volteando a ver a otra parte – Si me permite...

Kai no pudo evitar preocuparse: es decir, si los militares habían sido enviados a encargarse de ello, es porque el gobierno estaba perdiendo confianza en Alba Dorada.

Pronto, Kai recibió una notificación en su comunicador de Alba Dorada: era un mensaje de Nora Vera en el que ponía que habían mandado un representante de Alba Dorada a dialogar con los administrativos de Xalapa: al parecer, habían encontrado posibles nexos del ejército y la policía local con la "Armada Carmesí". A Kai le sorprendió un poco la facilidad con la que Nora y su equipo eran capaces de sacarle los trapos sucios a quien sea.

Sin embargo, Kai no pudo decidir qué tan conveniente era que Alba Dorada fuera a hacerse cargo de todo. Es decir, habían reclutado un número grosero de cadetes en los últimos meses precisamente con esta finalidad, pero no sabía si estarían realmente preparados para pelear contra una marea de paramilitares que podría invadir la ciudad de un día para el otro, ni si habría armas suficientes para cada uno: las fábricas en Puebla debían estar trabajando a marchas forzadas para producir muñequeras suficientes para todo el mundo.

Con todo esto en mente, Kai siguió escuchando el reportaje: el gobernador fue encontrado muerto y su propia sangre pintó un mensaje al interior de su despacho, abierto hacía poco menos de media hora para comenzar con las labores del día. Los militares tomarían control de algunos sectores de Xalapa para estabilizarlos mientras se nombraba un gobernador provisional.

En otras noticias, también habían reportado ya algunos campamentos abandonados a las afueras de Xalapa. No le sorprendió: debían ser los lugares en los que los malasangres habían acampado desde hacía más de un año. Mei y él habían encontrado uno la vez que iban a ir a un concierto a las afueras. Que el gobierno apenas se enterase era más bien algo alarmante.

Kai habría seguido escuchando las noticias, pero cuando un mensaje le llegó a su teléfono, decidió abrirlo de una vez: era sobre una junta de emergencia convocada por la rectora de la universidad. Probablemente, tratarían el tema del gobernador muerto de alguna manera que tuviese que ver con la universidad. Kai pensó en lo conveniente que era que asistiese a la junta, no solo como representante de su generación, sino como un Alba Dorada de élite que les ofreciera una perspectiva más completa. Lo malo era que tendría que ir acompañado de Ghandi, pensó. Resignado, esperó a que el profesor designado los acompañase en uno de los camiones propiedad de la escuela: todos los representantes de grupo de aquél campus irían a la sede principal a dicha junta.

Literatura según KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora