Poco a poco, la fiesta fue muriendo hasta que tan solo unos cuántos seguían en el piso de Kai, entre ellos, Mei.Kalea, Khanna y el resto ya se habían marchado. Toph seguía con Kai, aferrándose a los últimos resquicios de aquella noche. Tezca y los demás chicos del Apex Lupus se habían ido ya. En tres o cuatro horas, amanecería y, aunque no había escuela, Mei sentía que de todos modos, tendría que levantarse temprano y hacer algo. Últimamente tenía que hacer algo siempre para no quedarse a solas con sus pensamientos.
Tenía hambre.
Caminó un par de pasos hacia donde estaba un bol con frituras. No quedaba mucho, pero serviría para taparle el hambre unas horas, en lo que amanecía.
Toph y Kai seguían en el balcón. Ahora que Khanna no estaba ahí, no podía evitar sentirse sola, excluida, como un plato de segunda mesa. ¿Por qué Kai no le dijo nada sobre que fingiría su muerte? ¿No confiaba lo suficiente en ella, pero sí en Toph? Bueno, se conocían de más tiempo. Ella le salvó la vida una vez o algo por el estilo, según sabía Mei.
Aún así, esperaba ser más importante para Kai. ¿Lo que habían pasado juntos los últimos dos años no había sido suficiente? Probablemente no. Quizá estaba siendo egoísta... no era la única que había luchado junto a él. Tal vez estaba engrandeciendo los pocos momentos entre ambos, recordándolos más emotivos de lo que fueron. Y aún así, a veces quería ser quien estuviera junto a Kai, acompañándolo, escuchando sus problemas. Quería estar ahí.
Quizá era hora de irse a casa. El problema estaba en que ya no tenía dinero para regresar. Al cabo de unos minutos, tras caminar sobre más de un compañero de clases que decidió pasar la noche en la sala, Kai le preguntó si necesitaba que la llevaran.
— ¿En qué momento aprendiste a conducir? - Preguntó Mei.
— A veces se vuelve necesario - Sonrió él, sacando su cartera del bolsillo para mostrarle su licencia.
Toph subió al auto como copiloto, pero no habló en todo el camino. Al contrario: fue Kai quien tenía ánimos de conversar y Mei no podía negarse a sí misma lo mucho que disfrutaba una pizca de su atención, por más mal que la hiciera sentir consigo misma.
Le habló un poco de su año de estudios en España, pero no dijo nada sobre algún compañero de clases notable. Dijo algo sobre que decidió regresar cuando tuvo que empezar a hacer trabajo de un agente del Alba allá. Tuvo una recaída emocional algo densa y luego, estaba haciendo maletas para volver a Xalapa. Lo que pensó en esos momentos, decidió guardárselo para sí, pero era evidente que había algo ahí oculto.
Cuando llegaron a la puerta de Mei, ella se sentía mejor anímicamente, aunque psicológicamente, por otro lado, quería enterrar su cabeza bajo la almohada. Se sentía mal por sentirse así de bien tras recibir una pequeña brizna de atención masculina. Se sentía idiota.
Otro día, otra salida costosa que Nessa había propuesto para mejorar el ánimo del grupo (eso era sin duda un avance, lo de mostrar iniciativa para resolver los problemas que ella misma generaba). El problema era que Mei no tenía ni un peso y, si bien Khanna se ofreció a pagar su parte, Mei se sintió muy apenada durante el camino a la pizzería.
Otra vez juntos, Nessa, Khanna, Mei, Kalea y Kai, sentados alrededor de una mesa alargada, tragando comida rápida como si no hubiera un mañana. Nessa incluso se abstuvo de hacer comentarios despectivos agrediendo verbalmente a Kai (o a cualquier otra persona), mostrándoles que la habían promovido en Alba Dorada y ahora podía redactar informes en lugar de solo ordenarlos. El grupo celebró su ascenso, nada fuera de lo común, pese a que todos ellos (exceptuando a Kalea) ya eran, cuando menos, agentes de campo con varios meses de experiencia en sus currículos.
— El otro día - Contaba Nessa - Llegó este agente, Franco, a reportar la desaparición de dos vagabundos de la Revo, pero no tenía evidencia porque pues, son vagabundos. No había evidencia de que no estuvieran. Hice el reporte, pero creo que mi supervisor terminará descartándolo. Hace eso siempre que Franco llega a "reportar" cosas - Dijo ella, haciendo comillas con las manos.
Pronto, se acabó la pizza y Kalea levantó la basura. Khanna dijo que tenía que entrar a trabajar en media hora, así que ni bien se despidió de Mei, salió a tomar un taxi. Nessa y Kalea habían metido horas en las tardes para alguna materia optativa de la que Kai no tenía conocimiento, así que salieron del local también. Eso los dejaba a ambos solos.
— No sabía que te gustaba tanto caminar - Señaló Kai, quien la llevaba acompañando desde hacía ya dos cuadras. Incluso se había pasado ya del sitio donde tenía su departamento.
— ¿Qué? ¿Yo? ¡Pero si yo amo caminar! Aunque me salgan ampollas y me ardan los pies por no estar acostumbrada, yo...
Y se detuvo, dándose cuenta de que su sarcasmo sutil terminó en una descarada queja. La había pillado justo él. Vergonzoso, en todo sentido.
Kai decidió no insistir más y la dejó irse a casa, a más de media hora a pie desde donde estaban parados en ese momento.
Sin embargo, demostró no haberlo olvidado por completo, pues, dos días después, un agente de Alba Dorada esperaba a la entrada de la facultad cuando ambos iban saliendo de clases.
— Sé que apenas tienes para comprar tu almuerzo - Le soltó Kai de repente - ¿Crees que tus padres se molesten si te consigo un cuarto pagado cerca de la facultad?
— Pero, ¿cómo voy a...?
— La comida viene pagada. Resulta que sobra bastante y...
— ¿A quién le sobra bastante?
Kai enmudeció. Convenientemente.
— Kai, ¿a quién le sobra bastante comida?
— Son cuartos separados. Ni siquiera están en el mismo pasillo, vaya.
— Kai...
Media hora después, Mei estaba empezando a hacer maletas en casa mientras Kai y el agente que lo acompañaba hablaban con sus padres. Que su madre firmara la responsiva fue sencillo, pero convencer a su padre fue un tema más complicado.
"Me quieren hacer creer que no pagaremos ni un peso por esto", dijo el padre de Mei, leyendo la responsiva línea por línea, para intentar encontrar algo en la letra chiquita. Sin embargo, terminó rindiéndose cuando le dijeron que los servicios de Mei para el Alba Dorada eran un pago más que suficiente. La verdad era otra: Kai decidió pedirles un favor a sus amigos y jefes directos para darle techo a una persona más, pero no pensaba que nadie más que ella se enterara de eso.
— El problema del transporte está más que cubierto. La comida y alojamiento corren por cuenta de Alba Dorada. Además, su hija estará asegurada en caso de cualquier emergencia médica - Recitó Kai, casi de memoria.
Su padre terminó aceptando, pero fue su madre quien firmó.
Durante el viaje de ida a su nueva habitación, Mei se dio cuenta de que estaban tomando el mismo camino que llevaba a la facultad. Luego, un poco después, se dio cuenta de que estaban llegando al edificio en el que Kai vivía. Cuando el agente que fungía como conductor bajó las maletas y subió hasta el piso que ocupaba su amigo, Mei se dio cuenta.
La sala común era compartida, pero por lo demás, técnicamente estarían compartiendo casa.
— Pensé que si te lo decía, te ibas a negar - Admitió Kai.
Mei no dijo nada, cruzada de brazos e intentando disimular una sonrisa que luchaba por salírsele de los labios. Falló miserablemente pocos segundos después, al tiempo que trataba de limpiarse el par de lágrimas que brotaron de sus ojos.
— Tonto - Fue lo primero que alcanzó a decir.
¿Era posible? ¿Se había dado cuenta Kai de sus añoranzas?
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Literatura según Kai
Teen FictionKai ha logrado marcharse de su pueblo natal para estudiar en la universidad que siempre ha querido. Ahora, quizás no tiene que preocuparse por un gran enemigo ni a una pandilla de asesinos, pero eso no significa que deba preocuparse menos por las co...