Con algo de suerte, hoy le liberarían sus horas de servicio y no tendría que volver a embarrarse con ellos nunca más.
Nessa había pasado algún tiempo a solas y, después de semanas sin hablarse con su círculo de amigos, decidió terminar de cortar vínculos: era evidente que preferían a Kai y no los culpaba: el idiota era sociable y carismático, y cada que ella intentaba convencerlos de lo contrario, quedaba como la loca una y otra vez. Ya estaba harta de que todos la vieran como una obsesiva, y que le apuntaran con el dedo cada que la veían en los pasillos de la facultad.
La encargada de entregarle sus papeles le dijo que en una hora tendrían listo todo para que se fuera con las hojas de servicio firmadas y que podía esperar en las instalaciones. Al inicio, Nessa pensó en ir a la cafetería y comer algo, pero después de ver la larga fila, se rindió.
También había decidido entregar sus credenciales después de recibir sus papeles. No quería seguir viniendo casi a diario al monumento de adoración de Kai que era esta torre.
Paseándose por última vez por sus pasillos, subió unos cuantos pisos para tomarle fotos al paisaje colina abajo: Los Lagos, y algunos barrios Xalapeños. Después, tomó el elevador al último piso disponible y salió a una zona subterránea, iluminada con barras de luz tenue que no dejaban espacio para sombra alguna.
Además de algunos pasillos bloqueados por puertas bajo llave, Nessa caminó hacia lo que parecía ser un invernadero: dentro de esas paredes de cristal blindado, habían plantas, un pequeño arroyo y una mesita con dos sillas. Una cama de ramas de madera podía divisarse al fondo. Aquí dormía alguien.
— A ti no te conozco - Dijo la voz de una mujer, desde alguna parte. Cuando Nessa intentó buscarla, se percató de la presencia de una mujer más o menos de su edad, con un mono gris, sentada en el suelo, frente al pequeño arroyo, viéndola de frente.
— ¿Quién eres?
— Puedes decirme Rose. ¿Sabes por qué estoy aquí?
— No - Admitió Nessa.
— Para ser justas, yo tampoco sé qué haces aquí abajo.
— ¿Te tienen encerrada? ¿Por qué?
Rose sonrió.
— ¿El cristal de treinta centímetros de grosor te hizo adivinar, o fue algo más?
Nessa clavó la mirada en las paredes de cristal de aquél invernadero: era verdad. Esto era una cárcel.
— La puerta está acá atrás - Le informó Rose - Pero dime, ¿qué haces tú aquí?
— Vine por unos papeles, pero iban a tardar, así que...
— Decidiste darte un paseo. Ya veo. No habrías entrado hasta acá sin que te detengan a menos que seas miembro de Alba Dorada, ¿o me equivoco?
Nessa negó con la cabeza.
— Solo soy una practicante. Estaba haciendo mi servicio social aquí, y me dieron algunos permisos y credenciales. Hoy es mi último día.
Rose asintió con la cabeza.
— Ya veo. Eres de los alumnos de la universidad a los que aceptaron acá, ¿verdad?
Nessa asintió esta vez, acercándose un poco más al cristal. Rose hizo lo mismo, poniéndose de pie para verla a los ojos. Eran casi de la misma altura, pero Nessa le sacaba un par de centímetros de altura. La chica se veía demacrada, su cabello maltratado, y parecía que no hubiese dormido bien en días.
— Sí. Vienen a diario a interrogarme, pero ya vinieron hoy. Siempre es a una hora diferente. Nunca me apagan la luz, así que me cuesta dormir.
— ¿Qué hiciste para que te encerraran aquí? - Le preguntó Nessa.
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Literatura según Kai
Teen FictionKai ha logrado marcharse de su pueblo natal para estudiar en la universidad que siempre ha querido. Ahora, quizás no tiene que preocuparse por un gran enemigo ni a una pandilla de asesinos, pero eso no significa que deba preocuparse menos por las co...