Tres adultos jóvenes en pleno uso de sus facultades mentales cruzaron el centro de la ciudad en cuanto tuvieron la menor oportunidad; sin embargo, ni Kai, ni Toph ni Khanna encontraban el almacén del que escaparon las últimas dos hacía varios días.— ¿Creen que sea buena idea... ya saben, seguir buscando? - Preguntó Kai - ¡No dudo que hayan secuestrado a Khanna! - Se apresuró a excusarse - Pero no hemos podido encontrar el almacén.
Sus amigas estaban tan cansadas como él y tan poco acostumbradas a caminar tanto; conforme avanzaba la tarde, el cielo se empezaba a tornar más gris de lo que ya estaba. Para Kai, aun era difícil acostumbrarse al clima de Xalapa, donde lloviznaba una noche sí y la otra también. Ya se había resfriado varias veces en los pocos meses que llevaba viviendo ahí, pero aun así, no quería tentar a la suerte.
— ¿Estás temblando? - Preguntó Toph con el mismo tono casi robótico de siempre - ¿Quieres ir por algo caliente? ¿Volver a casa, quizás?
— Pareces mi madre - Comparó Kai. Si a Toph le molestó el comentario, no lo pareció en lo absoluto.
— Seguiré caminando por aquí - Avisó Khanna - Ustedes vuelvan a casa si quieren.
Toph y Kai se cruzaron de brazos, juzgando con la mirada a su amiga.
— Ya te siguieron dos veces y la última te secuestraron - Expuso Toph, expresando un deje de preocupación en su tono vocal - Preferiría que te quedes en un sitio con más gente para que no te ocurra nada. ¿Puedes hacerlo?
Había que admitirlo; Toph tenía ese efecto de mamá robot con la mayoría de sus amigos. Kai no podía resistirse a esas órdenes con disfraz de peticiones y por lo visto, Khanna tampoco. Tras prometerle a Toph que iría a la biblioteca a adelantar tareas, ambos se separaron de ella para ir a refugiarse al café más cercano.
— Este no tiene terraza - Observó Kai, dejando que Toph escogiese una mesa justo al lado de las cocinas. Según ella, escogía ese sitio para estar más cerca de los meseros. Kai creía que también tenía algo que ver el que desde ahí llegaba el olor de cada café que saliese de la cocina.
— ¿Quieres ir a una terraza para enfermarte? - Preguntó Toph - No somos salvajes.
Toph pidió dos tacitas de café cubano y Kai algo menos denso, como un capuchino; habría pedido un frappé de no ser por la severa mirada de Toph, quien lo disuadió de tragar trocitos de hielo con café.
— ¿Qué haremos ahora? - Preguntó finalmente él.
— ¿Con qué?
— Yo no quería esto - Explicó Kai - No quería poner en riesgo a nadie. Ahora Mei, Khanna y tú podrían ser atacadas o algo... no sé qué hacer, Toph.
— Oye... sí fue irresponsable querer venir a Xalapa sin ayuda de... ellos, de Alba Dorada. Pero no lo hiciste con malas intenciones. Te ayudaré, ¿sí? Te ayudaremos a resolver esto.
En un acto que seguía resultando extraño para Kai, ella se acercó a donde estaba Kai con todo y taza de café, sentándose junto a él y no enfrente suyo. Acto seguido, recargó su pequeña cabeza en el hombro de Kai y lo rodeó con sus brazos. Ese gesto tan común con otras personas como Khanna era especialmente valioso para él, pues Toph no solía abrazar seguido a otras personas.
A Kai le recordaba a su mejor amiga Amelia, quien tampoco era precisamente propensa al contacto físico de ningún tipo. Sin embargo, de Amelia conocía ya su lado vulnerable y depresivo; Toph era hermética y si tenía problemas, no los dejaba ver. No parecía sufrir por nada y a él le parecía que era una de las personas más asertivas emocionalmente hablando.
Hacía mucho no intentaba comprenderla. Solamente disfrutaba de su compañía.
Y ya.
Quizá fue mala idea separarse de los chicos.
Khanna descubrió por qué ya no había almacén; cuando logró dar con la calle en la que la había retenido El Cazador, se fijó en un local nuevo, una farmacia a medio construir. Tras fijarse en que, a pocas cuadras de distancia estaba el departamento de Toph, se convenció de ello: No habían encontrado el almacén porque ya no existía.
Sin embargo, al ver a ese hombre de la chaqueta roja junto a un par de albañiles, Khanna decidió que no debería quedarse ahí mucho tiempo más, así que tan rápido como pudo (sin que pareciera que estaba huyendo), se dirigió de vuelta a la facultad para estar a la vista de los demás por si intentaban hacerle algo. En el camino, sacó su teléfono para avisarle a Kai que había encontrado al malasangre y al almacén, pero...
— Mierda.
No tenía saldo ni internet. No podría llamarle ni mandarle un mensaje. Tan rápido como entró a la biblioteca, redujo el paso, pero siguió buscando rostros conocidos. Claro, la mayoría se había marchado ya a sus casas porque tenían mejores cosas que hacer en lugar de acabar sus tareas o escapar de un acosador demente que intentaba secuestrarlos para interrogarlos acerca de Kai.
— ¡Julia! - Gritó alguien del otro lado del enorme pabellón circular de la planta baja, aproximándose a toda velocidad desde la puerta; era Jorge. Lo acompañaba un chico más bajito y de tez blanca, que desde ahí le daba la impresión de estresarla con tan sólo abrir la boca.
— Hola, eh... - Balbuceó Jorge, claramente intentando quitarse de encima a aquél otro estudiante con cara de Peter Pan - Hay un chico en la entrada, creo que te está esperando.
— ¿Es Kai? - Preguntó Khanna, esperanzada de que no fuese el otro.
— No, más bien es... bueno, tenía una chaqueta roja que se le veía cool y...
— Gracias - Contestó Khanna - Pero creo que no saldré.
— ¿Qué tiene? ¿Te peleaste con tu novio? Anda, ve a hablar con él - Preguntó el chico que acompañaba a Jorge, saturando de preguntas a Khanna, quien no tenía ni las ganas ni el tiempo para aclararle cosas a un completo extraño.
Jorge se había dado cuenta de que ella estaba tensa, caso contrario a su molesto y ruidoso acompañante.
— ¿Por qué me ignoras? ¿Amiga, estás bien? ¿Qué tienes? ¿Estás enojada?
— ¡O te callas o te largas! - Se desesperó Khanna.
— Pero...
— Ya la oíste Danny. Lárgate.
Jorge estaba a punto de irse también, pero Khanna lo detuvo.
— Necesito que me ayudes.
Para su sorpresa, Jorge no la dejó ahí. Quizá le gustó que ella se fijase en él, quizá era genuinamente buena persona, quizás no sabía lo que ocurría y por eso accedió tan rápido. Sea como sea, Jorge se quedó a escuchar su petición.
— Si te encuentras a Kai, Toph o Hanna, diles que me llamen o que vengan. No los busques, pero si los encuentras... bueno... eso.
Jorge asintió y, como si nunca hubiese hablado con ella, se marchó a pie de la biblioteca, actuando con toda normalidad mientras Khanna subía las escaleras eléctricas al segundo piso. No tenía pruebas, pero estaba segura de que si intentaba salir sola de la biblioteca, El Cazador la estaría esperando y ella no tenía planes de ser secuestrada por aquél sujeto.
De nuevo.
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Literatura según Kai
Teen FictionKai ha logrado marcharse de su pueblo natal para estudiar en la universidad que siempre ha querido. Ahora, quizás no tiene que preocuparse por un gran enemigo ni a una pandilla de asesinos, pero eso no significa que deba preocuparse menos por las co...