— ¿Estás bien? - Preguntó el chico, como si no la estuviera viendo en ese momento.
Toph asintió, ya con su traje y muñequera puestos. Hacía bastante que Kai no la veía con el uniforme de Alba Dorada puesto. con lo pequeña que era Toph, casi se veía tierna con esa cosa puesta. Kai, por su parte, lucía como si una bomba le hubiese estallado en la espalda, lo que de hecho sí ocurrió.
Tras ponerse una nueva muñequera experimental de entre las que tenían guardadas en el Paraselene, y después, otra en su mano no-dominante por si acaso, volteó a ver a Toph para asegurarse de que llevaba todo lo que iba a necesitar más tarde.
— Entonces... - Murmuró su amiga - ¿Nos vamos?
— ¿Estás lista para dormir a cualquier malasangre que se nos cruce?
Ella asintió. "Entonces nos vamos", pensó Kai, sin decirlo en voz alta. Tras poner el estante en su lugar, más por costumbre que por salvaguardar algo al interior del Paraselene, ambos caminaron rumbo al puente del segundo piso, listos para marcharse cuanto antes. Sin embargo, alguien le cerró el paso al frente. Tres personas, de hecho.
— Toph. Te vas a dar media vuelta y te irás con el resto. Van a correr a través del puente y pedirán refuerzos. Yo me quedo aquí, ¿entendido?
— Pero...
— No creo que les intereses. Quieren pelear conmigo. Haz caso y vete.
— Pero...
— ¡Ya, vete!
Frente a él, a la cabeza de las Triskelion, se encontraba Noah Nakamura: Kai se había equivocado antes. Todavía le movía las entrañas tenerla de frente, aunque no por las mismas razones. Antes, era porque albergaba sentimientos por ella. Ahora igual, pero eran polarmente opuestos. Si bien extrañaba a la persona que solía conocer, le aterraba en lo que se había convertido.
— ¿Por qué? ¿Por qué acabaste así?
— Tú me convertiste en esto - Reclamó Noah, con la mirada seria y sus rulos más cortos que la última vez que la vio a la cara.
— No. Tú decidiste hacer lo que has hecho. Tú ayudaste a Julieta a envenenar al hermano menor de Candy. Tú nos diste la espalda. Te asociaste con tratantes de personas, asesinos... no me culpes de tus propias decisiones, Nakamura.
— Dos años y jamás me visitaste.
— Ni a ti ni a ellas - Espetó Kai - ¿Por qué lo harían? Intentaron matarme el día que me fui de La Ciudad.
— ¡Me abandonaste! - Recriminó Tenebra - ¡Estaba mejor antes de conocerte!
— Yo soy quien debería decir eso - Rechazó el reclamo Kai, viendo fijo a la chica de piel cenicienta. ¿Y qué hay de Niambi? La que las convenció de traicionarnos y las llevó con criminales. ¿Ella no me va a reclamar también?
— No necesito hacerlo - Se burló Niambi, aunque su rostro no se movió ni un poco para darle paso a una sonrisa - Mírate, huyendo. Los únicos que huyen son los que cargan con la culpa de algo.
— La de no querer ser tu mascota, quizás - Espetó Kai - No quise contestar a tu coqueteo cuando tu amiga y yo teníamos algo, así que te pusiste celosa y lo demás es historia, ¿no?
Las otras dos miraron brevemente a Niambi, sin esperarse que Kai desembuchara esa parte de la historia. Por lo visto, no tenían ni idea.
— ¿Entonces ellas no lo sabían? Me fui de La Ciudad porque hace mucho que dejó de ser un lugar tranquilo para mí. No podía hacer mi vida entre su gente después del asedio. Me recordarían. Algunos vieron lo del asedio como un acto heroico, pero no todos pensaban así, te lo aseguro.
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Literatura según Kai
Teen FictionKai ha logrado marcharse de su pueblo natal para estudiar en la universidad que siempre ha querido. Ahora, quizás no tiene que preocuparse por un gran enemigo ni a una pandilla de asesinos, pero eso no significa que deba preocuparse menos por las co...