Varios días habían pasado y el Nightstalker no volvió a atacar por el momento: por otro lado, ver a Alyssa por la facultad se había vuelto más bien frecuente: casi no había día en el que no se la cruzase en los pasillos del edificio.Ghandi seguía recelando un poco de Alyssa, a decir verdad, pero no podía decir nada: simplemente se llevaba bien con Kai, pero eso jamás había interferido en sus funciones como guardaespaldas. Kai aún no sabía cómo sentirse al respecto, como objeto de atención femenina, así que simplemente se limitaba a fingir demencia cuando se le planteaba aquella situación (por lo general, Jorge se la planteaba, siendo uno de los únicos otros hombres en aquella facultad). Además, los otros alumnos todavía no se acostumbraban del todo a ver que Ghandi tenía una guardaespaldas (la mitad de las chicas de la facultad no podían evitar voltearla a ver de vez en cuándo, encantadas por su presencia de chica grande y fuerte, pero no por ello menos atractiva y femenina).
Mei tampoco parecía sentirse del todo a gusto con Alyssa, pues, por razones que Kai no alcanzaba a comprender del todo, la evitaba. ¿Quizás Alyssa era demasiado imponente? Sin saber cómo tomárselo, Kai aplicaba la máxima de fingir demencia (otra vez). Todavía no sabía bien cómo acercarse a Mei después de todo: primero, por el episodio de la carretera con malasangres de hace más o menos un año y, después, con la desafortunada declaración de amor de Mei hacia él.
Por fortuna para Kai, era más fácil entretenerse en cosas que no fueran su historial amoroso cuando estaba ocupado haciendo sus deberes de la escuela y trabajando para Alba Dorada por las tardes. Usualmente, las cosas no subían de hacer patrullajes por las calles tres veces por semana, recorriendo las zonas del centro de la ciudad hasta las vías del tren, a la altura de un centro comercial de la ciudad.
Por la razón que fuera, la presencia de Alyssa era imponente, si tenía que nombrarla de alguna manera: incluso Nessa se había visto obligada a reaccionar a ella. Si le preguntaban (usualmente, era Kalea quien le preguntaba), dejaba entredicho que ella había pasado por más y nadie le había asignado ningún guardaespaldas para cuidarla, pero cuando Kalea le preguntaba por qué no solicitaba uno como Ghandi lo había hecho, sus respuestas variaban de un "pues como yo no soy rica como ella" a "no necesito la ayuda del Alba Dorada, de Kai, ni de nadie".
Kai también intentaba no prestarles atención: de todos modos, la administración de la universidad veía con buenos ojos que una chica bonita con armadura de villano de los Power Rangers, pero en una verde paleta de colores. Por lo visto (y gracias al insistente interés de Ghandi en Kai y en Alba Dorada), la universidad estaba de acuerdo en promover Alba Dorada como parte de la seguridad en varios campus, lo que significaba contratos, pasantías y becas. A Nora, la jefa directa de Kai, esto le venía como miel sobre hojuelas: sin embargo, Kai no estaba seguro de si meter personas entrenadas para combatir criminales de primer nivel en espacios educativos era adecuado.
Sin querer cuestionarse aquello más de lo necesario (y justo antes de escuchar a Kalea criticar los estándares imposibles de alcanzar en cuanto Alyssa pasó caminando junto a Ghandi), Kai decidió que quizás querría ir a encerrarse al escondite del Paraselene, en la biblioteca.
A sus espaldas, Jorge se le acercó de frente a Alyssa y, tímidamente, le preguntó si querría salir con él: varias chicas lo miraron, en parte irritadas al verlo interrumpir a su diosa, y en parte celosas por no haberse atrevido primero.
— Gracias, me siento halagada, pero... bueno, debes saber que tengo novio.
Se hizo el silencio en el pasillo mientras Kai bajaba las escaleras, alejándose de la zona de guerra. Lo último que escuchó fue a Jorge decir algo como "gracias, está bien". Curiosamente, a partir de ese día, Ghandi dejó de recelar tanto de Alyssa.
Esta semana, tenía que terminar varios reportes de lectura para el profesor Davriel: esto de leer a Martinet, Saussure y demás autores rancios (Kai todavía no se explicaba por qué había tantos rusos lingüistas y pensadores) le estaba pasando factura: la tarde de ayer había demorado un poco más en acabar de patrullar las calles que le tocaban, pues decidió seguir a un sospechoso que huía de un centro comercial, vías abajo.
Hoy no estaba de humor para muchas cosas: sinceramente, se dormiría ahí adentro si no temiera no despertar antes de que cerraran la biblioteca. Al menos, el escondite estaba vacío ese día: por lo visto, sus amigas estaban todas ocupadas en sus asuntos (o quizás, Nessa no quiso venir ahí hoy y se llevo a Kalea consigo, como de costumbre). Por la razón que fuera, estaba vacío.
Kai aprovechó pensando cosas, como que por ejemplo, cuando estaba solo, cuando nadie lo acompañaba durante ciertos periodos de tiempo, comenzaba a experimentar flashbacks en los que recordaba momentos anteriores en su vida: específicamente, los que involucraban adrenalina o situaciones de riesgo en general.
¿Realmente estaba tan dañado?, se preguntó. Había intentado por todos los medios mantenerse alejado de los problemas y en menos de un año, los problemas habían llegado a él: primero el Cazador, luego Caleidoscopio... y todavía le faltaba descubrir la identidad del Nightstalker y atraparlo: sinceramente, no le sorprendería para nada si resultaba ser alguien de La Ciudad que lo había seguido hasta Xalapa para cobrar venganza o algo por el estilo. No le asombraría en lo absoluto.
A veces, incluso pensaba en Natalia, su novia: ya antes habían sido pareja en el pasado y, por sus razones, dejaron de serlo (aunque nunca dejaron de llevarse bien). Retomaron su relación poco antes de que Kai se marchase a Xalapa. De cualquier manera, ella y su familia terminaron instalándose en Minatitlán, también en Veracruz, aunque a varias horas de distancia el uno del otro. ¿Realmente Natalia estaba a gusto con todo este arreglo? Tener una relación parecía sumamente complicado.
Por supuesto, que Kai pensaba frecuentemente en que ya había escapado suficiente por el resto de su vida, pero quedarse y confrontar a la gente usualmente resultaba incluso peor: la última vez que decidió dejar de esconderse y pelear, fue durante el asedio a La Ciudad. Vaya caos había resultado de todo eso.
Habría seguido sumergiéndose en su propia miseria, pero lentamente, el librero que obstruía la entrada del escondite comenzó a abrirse y del marco de puerta emergió Mei. Kai se acomodó en el sillón que ocupaba y, sin saber bien qué decir, se aclaró la garganta, esperando a que ella diese el primer paso.
— ¿Estás ocupado?
— Eh, no realmente, sólo...
— Toph te está buscando. Creo que es algo urgente.
— ¿Qué le pasó? - Preguntó Kai, repentinamente alarmado.
— Tenía un moretón - Empezó a explicar Mei, dudando si usar esas palabras para explicarle a Kai.
— Mei, ¿Qué le pasó a Toph?
— Khanna está con ella ahora.
— ¿Qué le hicieron? ¿Quién fue?
— Están en la explanada, frente al monumento...
Kai olvidó decir "gracias" cuando se fue. Mei pensó en si acompañarlo o no, pero al final, decidió no hacerlo: después de todo, estaría muy ocupado procurando que Toph no sufriera.
No había nada más que pudiese hacer al respecto, sólo esperar y mirar de lejos, como siempre.
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Literatura según Kai
Teen FictionKai ha logrado marcharse de su pueblo natal para estudiar en la universidad que siempre ha querido. Ahora, quizás no tiene que preocuparse por un gran enemigo ni a una pandilla de asesinos, pero eso no significa que deba preocuparse menos por las co...