T4E14: Deja vú

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Había heridos y sangre por todos lados: al menos una docena de coches, aplastados entre sí o con pedazos del puente sobre ellos. Tanto arriba como abajo del puente, había una multitud de voluntarios de la Cruz Roja, pero además, unos cuántos oficiales de tránsito e incluso algunos sujetos de Alba Dorada dispersando a los conductores hacia otras calles.

Toph descendió a los lavaderos, debajo del puente. A varios metros de la zona del accidente, las mantas donde se habían desplegado varias estaciones de primeros auxilios estaban organizadas en razón de la gravedad de los pacientes. Toph corrió hacia la que menos voluntarios tenía, pero un chico de veintitantos le pidió que fuera a la zona del accidente a ayudar a sacar a los que quedaban ahí.

Toph empezó a sentir aquella presión en el pecho. ¿Quién había hecho esto? Conforme avanzaba, podía ver a pequeños grupos retirando pedazos de escombro y concreto de encima de los carros, luchando por sacar a los heridos de adentro: el llanto de unos niños, el grito de una mujer embarazada y los tenues quejidos de algún hombre al que el cristal del parabrisas se le rompió sobre la cabeza. Era sofocante estar ahí, pero ya que había llegado, no podía permitirse colapsar: lo que menos necesitaban sus compañeros era a otra persona que atender.

— ¡Aquí! - Llamó un chico a otro. Ambos hicieron a un lado un pedazo particularmente grande del puente: un buen pedazo de barra de contención metálica había atravesado el techo de un carro cuando el puente se desplomó y aparentemente, tenía aprisionada a otra persona.

Toph siguió de largo: si no podía ayudarlos, al menos intentaría no estorbar.

Una chica morena con fleco a media frente estaba golpeando con una varilla la puerta de otro carro, este volteado de cabeza y con otro aplastándolo, para forzarla a abrirse. Toph la reconoció: era la encargada del local en el que arrestaron a su exnovio. ¿Tina? Algo así. Habían coincidido en varias ocasiones durante la capacitación de la Cruz Roja y, según recordaba, iba a clases en la misma facultad que Kai, pero no se había esforzado en hablarle mucho.

— ¿Cris? ¡Ven! Ayúdame con esto - Le pidió Tini.

— Es Toph - Aclaró ella.

— Pensé que te llamabas Cristopher o algo así - Se disculpó Tini - Por "Topher" o algo por el estilo, ¿no?

Toph negó con la cabeza.

— Es Toph por "Topala".

— Bonito nombre - Sonrió Tini antes de asestarle otro golpe a la puerta. Ahora sí, con el seguro hecho pedazos, jaló la puerta casi hasta arrancarla de su lugar y se asomó al interior.

Tras sacar a un perrito, que se quedó sentado moviendo las patitas con ansia, Tini le pidió ayuda a Toph. Juntas, sacaron a un hombre adulto gravemente herido. Toph solo se daba cuenta de que estaba lesionado por cómo se quejaba mientras intentaban sacarlo, pero cuando por fin pudo verlo, supo que le quedaban pocos minutos.

— Hay que...

— Llevarlo de inmediato, sí - Interrumpió Tini - Lo sé.

Tan pronto lo sacaron del carro, lo recostaron en el suelo: tenía una pequeña porción del cráneo aplastada, con una evidente fractura que Toph no sabía si iba a curar algún día. Con pedacitos de cristal enterrados en sus brazos y pecho, y un trozo de hojalata atravesándose en una de sus piernas, que caminara por su propio pie era impensable.

— Ve por ayuda, yo me quedo con él - Le ordenó Tini - No nos moveremos, ¡corre!

Toph emprendió el camino de regreso, a poco más de cien metros del área donde estaban atendiendo a los heridos. A dos o tres metros de ella, la puerta de un carro cayó sobre el suelo, estrellándose y con un niño de nueve o diez años sobre ella. A juzgar por lo que vio Toph de reojo, ya estaba muerto antes de caer. Afortunadamente, la caída no era suficiente para matar a quienes cayeran, aunque, teniendo en cuenta cuál puente era, su tasa de mortalidad era muy alta.

Literatura según KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora