June
—¿Así que no has sido capaz de hallar ni la más mínima señal? —El rey Aurelio, que estaba sentado en su imponente trono, se puso en pie con brusquedad y se acercó al informante con gesto de desaprobación—. Te nombré líder de la guardia real porque creía que eras alguien competente. Te sometí a duras pruebas durante años y empezabas a ganarte mi confianza, pero veo que me equivoqué.—Perdone, su Majestad. —El hombre, ataviado con una reluciente armadura de acero adornada con un emblema en el centro, se arrodilló y extendió una de sus piernas, apoyando su brazo derecho sobre ella mientras mantenía su cabeza gacha—. Hemos explorado los oscuros bosques de Garrajal, tal y como usted nos ordenó.
—Dime que al menos han encontrado alguna pista —inquirió el rey, llevándose la mano al arco de la nariz.
—No —respondió en tono seco, entrecerrando los ojos con temor—. Pero siento que estamos cerca. Quizás podamos...
—No hay tiempo. ¡De pie! —El hombre se levantó y miró al rey directamente a los ojos—. Necesito esa maldita gema antes de que sea demasiado tarde. Han pasado más de diez años desde aquel incidente.
—¿Qué sugiere, señor?
—Mithryl —susurró con sutileza. Se colocó frente al guardia, lo suficientemente cerca como para que sus rostros quedaran a escasos centímetros de distancia—. Deben buscar en Mithryl, el único lugar al que no hemos ido.
—Pero eso es demasiado peligroso.
—¡¿Peligroso?! —exclamó con desdén y cierta agresividad en su tono de voz—. Eres el líder y comandante principal de la guardia real. Irás allí con tus hombres y me traerás el colgante, ¿me has entendido?
—Pero, señor... —Titubeó durante unos segundos antes de responder—. Dentro de unos días se conmemorará la fiesta real. Nuestros mejores soldados estarán ocupados en ese momento si partimos ahora.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Usted me ha otorgado el honor de custodiar a la princesa desde que era solo una niña, pero no estaré presente en la fiesta. Podría partir después de ella, mi señor.
—No. ¡La quiero ahora mismo! —gritó con tal intensidad que el soldado se sobresaltó—. Dejaré a un guardia real de confianza a cargo de su protección. Ahora, vete.
—Sí, señor —respondió nerviosamente y se inclinó en una reverencia antes de darse la vuelta y dirigirse hacia la salida.
—Por cierto, Asher —añadió el rey—, si no regresas con esa maldita gema, esta vez desearás estar muerto, ¿me has entendido? Ahora, largo de mi vista.
El hombre simplemente aceleró su paso, ansioso por llegar a la puerta lo más rápido posible. El rey suspiró profundamente y llevó una mano a su frente, manifestando su frustración.
—Debo encontrar esa maldita Gema del Eon antes de que sea demasiado tarde... o volverá a por mí —murmuró para sí mismo, aunque no hubiera nadie más presente para escucharlo—. Antes de que June descubra toda la verdad. Entonces estaré perdido...
Asher se alejó de la sala central con la conversación con el rey Aurelio aún resonando en su mente. Resopló por lo bajo mientras caminaba por los intrincados pasillos del palacio, consciente de que no disponía de mucho tiempo. Zigzagueó entre las sombras de los corredores, subiendo varias escaleras y avanzando sin detenerse. Finalmente, llegó al último dormitorio, al final de un extenso e interminable pasillo. Dos imponentes guardias custodiaban aquella puerta. Él se acercó y les hizo una seña con la cabeza. Los guardias se apartaron al instante, permitiéndole el acceso.
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Lazos de Sangre
Fantasy📚 Finalista en la Lista Corta de los Wattys 2024 📚 En el mundo de Azaroth, donde los límites entre la magia y la realidad se desdibujan, los destinos de los seres mortales están entrelazados con los caprichos de los Seres Ancestrales, quienes cons...