Capítulo 17

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Eros y June


El corazón de Eros volvía a estremecerse, y la epinefrina que segregaba su cuerpo le recorría por todos lados, como si fuese una fuerte cascada fluyendo a través de una saliente; él sentía todos los músculos de su cuerpo entumecidos. Su cabeza volvía a retorcerse hacia un lado y hacia el otro.

—Yo podré con él. —Atinó a levantarse de la cama, pero June lo devolvió hacia abajo.

—¿Crees que soy tonta? —Ella le devolvió una mirada con un tono serio—. ¿Crees que no lo noto? Sé de sobra que estás muy débil y esto, de alguna forma, me lo confirma. —Ella evidenció la marca en su mano derecha—. Aún no te has acostumbrado a la marca, no serás capaz de pelear a menos que tu cuerpo descanse lo suficiente.

—Estoy bien, puedo hacerlo. Y no podrás detenerme.

—¿Es que acaso pretendes ponerme en peligro? Por si aún no te ha quedado claro, nuestros corazones palpitan al mismo tiempo. —Eros parecía no hacerle demasiado caso, pues se levantó de la cama de igual forma, haciendo caso omiso a cada una de sus palabras y direccionando su cuerpo hacia la puerta, donde se suponía que Raiden los estaba esperando—. ¿Entonces prefieres poner en riesgo la vida de Reyna, quien no sabe nada de esto? —El chico se detuvo en seco, como si su cuerpo se hubiese petrificado al escuchar tales palabras. —Eros, estamos conectados. Puedo saber en el estado que te encuentras y sé que no podrás vencerlo. No en tu estado actual.

—¿Y esperas a que me quede acostado en la cama sin hacer nada? —murmuró por lo bajo.

—No —negó ella con su cabeza de forma sutil—. Ahora no eres el único capaz de pelear. Déjamelo a mí.

—¿A ti? Ni siquiera sabes cómo defenderte.

—Quizás no, pero tengo toda la información de donde se encuentran en todo momento, por lo que seré mucho más inteligente al tomar las decisiones. Intentará forzar la cerradura. —Se puso de pie junto a la cama—. No podremos escapar por la ventana, puesto que estamos en un segundo piso, por lo que no queda otra opción más que enfrentarnos a él frente a frente. Si no mintió acerca de lo de Vadim, entonces es probable que sea bueno asesinando, ¿cierto? Tal y como tú.

—Si logró escapar de él, entonces quizás sea uno de los mejores.

—Entonces... tú solo sígueme la corriente.

Ella se acercó a la mesa y le entregó la camisa que descansaba sobre ella. En ese momento, un leve traqueteo en la puerta indicó que lo que June había predicho estaba sucediendo: Raiden estaba tratando de forzar la cerradura. Eros notó una sonrisa reluciente en el rostro de la joven princesa y un brillo centelleante en sus ojos, lo que le hizo saber que tenía un plan en mente. Y tratándose de June, no esperaba nada bueno.

De forma instintiva, Eros le echó un vistazo rápido a la marca en su abdomen y se percató de que la misma comenzaba a iluminarse poco a poco, luego apartó su mirada hacia la mano de June. Ambas marcas emanaban ciertos brillos con la misma intensidad y con el mismo patrón. Pronto, un fuerte dolor en su pecho hizo que se llevase una de sus manos hacia su vientre y caiga al suelo emitiendo algún que otro alarido de dolor.

—¡Maldita! —gritó entrecerrando sus ojos debido al sufrimiento que le recorría el cuerpo.

—¡¿Creíste que podrías arrastrarme hasta aquí sin tener ningún tipo de castigo a cambio?! —Elevó el tono de su voz, lo suficiente como para que el sonido repetitivo que se oía proveniente de la puerta haya cesado por completo, luego se acercó a la misma y, tras darle varias vueltas a la llave, la abrió de par en par; de donde la figura de Raiden se hizo visible frente a ellos.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora