Capítulo 35

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June


June había dedicado la mayor parte del día a perfeccionar el manejo de su energía, en compañía de los demás Velerians. Las escasas Nighfas presentes observaban maravilladas cómo la joven princesa entrenaba con una confianza impresionante, desafiando la gravedad con las rocas. Lo que a las Nighfas le había llevado meses o incluso años aprender, June lo replicaba e incluso superaba en solo unos pocos días.

Pasó toda la tarde intentando hacer levitar la piedra frente a ella, pero solo lograba que vibrara. En ocasiones, perdía el control y la piedra simplemente se resignaba a cumplir con su solicitud y salía disparada a lo lejos, obligándola a levantarse de su asiento para perseguirla y volver a intentarlo. La mayoría de las Nighfas se alejaron, conscientes de que estar cerca de June en esos momentos no era la mejor idea si querían conservar sus vidas.

Agotada por el intenso entrenamiento, Raymond decidió que era suficiente por ese día y se alejó del lugar, seguido por los demás Velerians. Sin embargo, June optó por quedarse unos minutos más. Contempló las estrellas brillando en el cielo, extendiendo sus brazos hacia ellas como si quisiera sostenerlas en sus delicadas manos y sentir su textura, color y forma. Este ritual la calmaba, especialmente cuando se sentía atrapada en su habitación, de regreso en Irinois, donde las estrellas eran su única compañía en las noches.

Frustrada por no poder levantar una simple piedra, June se preguntaba cómo podría vencer a Balthazar. ¿Haciéndolo temblar al igual que la piedra? La mera mención de su nombre la estremecía. Aunque no lo conocía o, al menos, no lo recordaba, pensar en él y en lo que le había hecho a Velerian la llenaba de nervios y enojo consigo misma. Los granitos de arena seguían cayendo, y ella no era capaz de realizar algo tan básico como mover una estúpida e insignificante piedra. ¡¿Cómo siquiera sería capaz de enfrentarse a un desafío mayor como derrotar a Balthazar?! En momentos como esos se sentía como una inútil y tal vez lo era.

Inconscientemente, cuando su confianza se desvanecía como el propio viento, llevaba su mano derecha hacia la cicatriz que marcaba su otra mano, la izquierda. El significado de ser una Loreth le resultaba esquivo, y algo en su interior le susurraba que jamás lo comprendería del todo. Alzó la mirada y, en la distancia, más allá de las nubes grisáceas y esponjosas que decoraban el cielo de manera caprichosa, percibía la presencia de Alasyra. No podía verla, pero era un extraño ardor en su cicatriz que la alertaba. Ella estaba cerca. En momentos como esos, lograba sentir su aleteo, su presencia, su... mirada. Era como si Alasyra se asegurara de que June estuviera a la altura de alguna expectativa desconocida. «¿En verdad es a mí a quien quieres? No te habrás equivocado, ¿o sí?», pensaba por dentro, sumida en su propio mundo.

Pero estaba claro. Alasyra jamás cometía un error.

—Yo no soy mi madre... Ella... Ella sí era increíble —susurró para sus adentros y llevó su mano derecho hacia su cuello, pero la pluma ya no estaba más consigo y sus vellos se erizaron al unísono.

—No, pero tú eres tan increíble como ella. Te lo aseguro. —Una voz femenina y suave resonó detrás de ella, y June se sobresaltó de golpe, dándose la vuelta para comprobar de quién se trataba—. Incluso ya estás por la segunda fase. Una Loreth en todo su esplendor, ¿eh? Siempre quise ver a una en persona. ¡Que emoción!

June se quedó mirándola pasmada por varios segundos. Aquella Nighfa le sonrió con dulzura, mientras se acercaba poco a poco. La luz de la luna iba revelando cada una de sus facciones, desde su ordenado y recogido cabello hasta la figura misteriosa que se perfilaba ante sus ojos. No había otra forma de verlo, era ella.

—¡Tú! —Frunció el ceño y la señaló con el dedo, con un claro gesto acusador—. ¡¡Al fin te encuentro!!

La chica frente a ella sonrió con amabilidad y se llevó ambas manos a su espalda, estirándola y haciendo algunas muecas de dolor en el proceso. June la observó durante unos minutos y pensó que podrían tener casi la misma edad, lo cual era bastante inusual, ya que la mayoría de las Nighfas en la montaña eran mucho mayores.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora