Capítulo 42

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June


Esa noche June se encontraba algo más inquieta que de costumbre. El frío parecía calar en sus huesos y no había manta existente que pudiese protegerla de él, como si fuese completamente inútil. Estaba realmente inquieta y Eros, quien descansaba a su lado, parecía demasiado ajeno a todo aquello.

Ella tomó con fuera el brazo del asesino y se aferró a él, clavando sus uñas, mientras intentaba disipar el dolor que sentía en el interior de su pecho. Para su suerte, él ni siquiera se inmutó.

Y entonces, June abrió sus ojos. Su Alarys se hallaba encendida como nunca y desde la ventana contempló a Alasya, quien la observaba. Al conectar con ella, sintió un fuerte mareo en la cabeza, acompañado de un dolor que jamás había sentido en el pasado.

Y entonces, cayó inconsciente.

Y entonces, cayó inconsciente

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June


El viento gélido se colaba a través de la ventana semiabierta, y la lluvia golpeaba con fuerza el cristal, emitiendo un sonido rítmico y reconfortante. La pequeña y dulce June, en circunstancias normales, habría seguido durmiendo plácidamente, pero el frío en su naricita la despertó poco a poco. Abrió sus ojitos con curiosidad, encontrándose sola en la habitación. Su madre solía estar a su lado, contándole la historia que tanto amaba antes de dormir, y a veces incluso caía dormida junto a ella mientras la acariciaba con dulzura. Pero en esa noche, le resultaba extraño que su madre no se encontrase a su lado.

—¿Mami?

La pequeña no encontró respuesta y buscó con la mirada hasta reparar en su fiel compañera, Selenea, el adorable peluche en forma de cisne que tanto atesoraba. Lo abrazó con fuerza, sintiendo su suavidad y calidez, mientras intentaba compensar la ausencia de su madre con la presencia reconfortante de su querido peluche.

Selenea era una representación encantadora de un cisne. Estaba confeccionada con gran cariño, elaborada con materiales de alta calidad que le otorgaban una suavidad reconfortante. Su pelaje blanco y esponjoso se asemejaba a las plumas de un cisne real, y cada detalle estaba cuidado de forma meticulosa. La luz de la luna incidía sobre ella, haciendo que sus plumas parecieran brillar con un suave resplandor, llenando la habitación de tenues destellos de colores.

Los ojos de Selenea eran grandes y expresivos, con un brillo azul claro que le transmitía tranquilidad y serenidad a la niña. Su cuello largo y elegante estaba decorado con una delicada gargantilla de tela azul celeste, añadiendo un toque de encanto al peluche. Las alas del cisne eran amplias y esponjosas, extendiéndose con gracia a ambos lados de su cuerpo. Cada detalle de las alas estaba bordado con exquisitez, y su textura era tan suave que invitaba a acariciarlas.

Aunque Selenea era su compañía constante, esa noche algo parecía inquietar a la pequeñita June. Unos ruidos extraños y amenazantes provenían del pasillo, despertando su curiosidad y preocupación. La niña se acercó a la puerta de su habitación y la abrió con cautela, dejando solo un pequeño espacio para poder observar sin ser vista. Sentía el frío en sus pies descalzos y el pijama rosado que vestía no la protegía por completo, por lo que se abrazó a sí misma para conservar el calor, mientras intentaba escuchar con suma atención las voces que se escuchaban al otro lado de la puerta.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora