Capítulo 75

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Eleanor

Ambos conocían de sobra su prioridad. Lo habían aprendido a la fuerza. Protegían sus Fulguriens con cada embate, como si su vida entera recayera por completo en la prevalencia de aquel brillo blancuzco. Eleanor llevaba el suyo entrelazado en una trenza que le caía por la espalda, mientras que Valkor lo tenía colgado en su cuello. Ambos Fulgurien brillaban con intensidad, reflejando el estado emocional de sus portadores. El brillo verdoso de sus espadas se reflejaba con intensidad bajo la luz de la luna, mientras Eleanor se reponía de aquel último enfrentamiento. Su jadeo se hallaba intensificado, mientras buscaba cualquier ventana posible para recuperar el aliento. Valkor, por su parte, no se hallaba tan cansado, pero el sudor en su frente evidenciaba su esfuerzo, mientras su espada temblaba, latente.

—Los humanos fueron los que te quitaron a Kiri, Ellie. Jamás debes olvidar eso. —La mirada del hombre se centró por completo en la trenza fulgurante de Eleanor. Estaba más claro que el agua de dónde había extraído aquella peculiar idea de resguardo y protección...

—¡Ya cállate! —gruñó ella—. No la nombres. ¡Y no me vuelvas a llamar así o juro que le haré un maldito festín a Styg'var con cada maldito pedazo de tu cuerpo!

—Te enfadaste más que nadie cuando Eira...

—No la llames por su nombre, malna...

—¡Dejó entrar a otro humano más a la montaña! —la interrumpió con un tono agresivo—. Conoces la profecía mejor que nadie. ¡Todo se irá a la mierda!

—A ella tampoco le gustó la idea, ¿sabes? Pero está ligado a la Loreth.

—¿La Loreth? —Alzó una ceja, sorprendido. ¿Por qué siempre tenían que salir a cualquier tipo de conversación? Mientras tanto, ambos se daban vuelta en círculos, intentando hallar una abertura en la defensa del otro—. ¿En serio? ¿Es que no lo ves? ¡¿Tan ciega estás, Ellie?! Cada vez que una Loreth nació en Velerian y Alasyra la proclamó como una de sus protegidas, se desató un maldito infierno. Son seres desagradables, ¡ni siquiera son Nighfas! Son... Son... ¡Son seres rezagados, relegados...! Hay que acabar con ese maldito humano de una vez por todas. La Loreth incluida, también Alasyra. Ahora que podemos, o todo Velerian se verá reducido a malditas cenizas. ¡Todo!

—No podemos contradecir las decisiones de nuestra Gran Madre. Nosotros...

—Y así nos fue... —Eleanor entornó ambos ojos, atónita—. Phyrn nos engañó a todos. ¡Nos hundió en una guerra que simplemente se nos escapó de las manos! —Hizo una pausa, dejando que Eleanor recapacitara todo aquello—. Escoge un bando, Eleanor. ¡Los humanos deben morir!

—Créeme que estoy contigo en esta, pero...

—¡Entonces asesina al maldito niño!

—¡¿Por qué demonios te interesa tanto Ray?! —Frunció el ceño. Nadie se metía con Ray en su presencia. Nadie—. ¡No le hizo daño a nadie!

—Es un maldito humano. ¡Es como ellos!

—¡De eso nada! —rugió, mientras estiraba su hombro entumecido—. Él es... es...

—Sabes que las decisiones de la Gran Madre fueron las que nos condenaron, Eleanor. ¡Ni siquiera Kiri estaba a favor de ellas y lo sabes!

—Tú eras el culpable. Le ponías ideas que no eran ciertas en su cabeza.

—No puedes verlo, ¿eh? —Asintió varias veces—. Pues te ocurrirá como a ella... ¡Morirás con una maldita venda en los ojos!

Eleanor no se dejó sorprender esta vez y tomó la iniciativa. Atacó primero, lanzando un tajo diagonal hacia el hombro de Valkor. Él se agachó y respondió con un corte ascendente y transversal hacia la cintura de la Centinela. Eleanor saltó hacia atrás y esquivó el golpe por poco. Volvió a la carga con una estocada rápida hacia el pecho de Valkor. Él paró el ataque con su espada y trató de desviar la hoja de Eleanor hacia un lado, pero, una vez más, no se dejó sorprender y giró su espada en el aire, buscando el cuello del hombre, quien se inclinó hacia atrás en respuesta y evitó una clara decapitación. Aprovechó el momento para dar una patada en el estómago de Eleanor, que la hizo retroceder unos pasos.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora