Eros
Eros se encontraba en las deslumbrantes calles pertenecientes al reino de Irinois y las recorrió en profundidad para informarse de la cantidad de guardias que patrullaban las zonas circundantes. Era inevitable transportarse a un pasado tan desgarrador como precioso. Al menos, aún encontraba memorias inevitablemente acogedoras.
Algunos guardias protegían las entradas, otros recorrían las puertas de salida y algunos otros que montaban a caballo, se encontraban expectantes ante cualquier conflicto que amenazase con alterar la paz no solo de las propias calles, sino también de la fiesta que daría comienzo en unas pocas horas.
Se llevó una mano a su frente y por primera vez se encontraba muy nervioso. Demasiado nervioso, hasta tal puno que sentía que su corazón buscaría su propia vía de escape fuera de su boca. Era una tarea de lo más compleja y lo sabía. La cantidad de guardias era demasiada, incluso para varias personas, pero debía hacerlo. Necesitaba esa libertad que tanto anhelaba conseguir.
El joven asesino se había apropiado de un traje especial reservado única y exclusivamente para el personal del palacio real. Para obtenerlo, había tenido que neutralizar a uno de los sirvientes, a quien encontró desorientado y distraído en el patio. Ahora, el tiempo era crucial, ya que solo disponía de unas pocas horas antes de que el sirviente despertara. Debía llevar a cabo su misión en ese corto lapso de tiempo si quería hacerlo sin demasiadas complicaciones.
La fiesta real era un evento exclusivo reservado para la élite adinerada. Eros se percató rápidamente de ello al observar a los asistentes, todos luciendo trajes y atuendos lujosos. Él mismo llevaba un esmoquin blanco que, aunque no destacaba por su elegancia, cumplía con el código de vestimenta exigido. Sostenía una bandeja metálica en la que servía bebidas y alimentos a los invitados; pese a su esfuerzo, la princesa June y el rey Aurelio aún no habían hecho su aparición, lo cual le resultaba curioso, incluso comenzaba a pensar que, quizás, ni siquiera aparecerían.
Tras varias horas de iniciada la exclusiva fiesta, una de las puertas principales se abrió con delicadeza, ligeramente elevada y con un pequeño tramo de escalones que conducían a ella. Desde allí se vislumbró al rey, con una amplia sonrisa en su rostro y ataviado con una ostentosa vestimenta que a los ojos del joven asesino parecía exagerada. A su lado asomó la princesa June, quien lo deslumbró con su infinita belleza. No la recordaba tan... femenina. Y delicada. Lucía un elegante vestido blanco con un cuidado bordado que la hacía destacar entre los demás invitados. El vestido le llegaba hasta las rodillas, y sus tacones blancos combinaban a la perfección. Su cabello rubio estaba recogido con una tela blanca que resaltaba aún más su precioso rostro. Con cautela, descendió los escalones junto a su padre, mientras todas las miradas se posaban sobre su figura esbelta y en el encanto deslumbrante que irradiaba. Su rostro, tan precioso y encantados como ningún otro, parecía haber sido tallado por los dioses mismos. Sin embargo, a diferencia de su padre, parecía llevar una sonrisa forzada en él, como si no deseara estar allí con los demás invitados, como si no encajara en esa fiesta tan tradicional.
Eros la contempló, quedando momentáneamente cautivado por la presencia de la princesa. Tuvo que sacudir su cabeza varias veces para zafarse del hechizo que lo envolvía y recordar su objetivo principal: cumplir con su misión sin distracciones. Después de unos minutos, se obligó a retomar su labor y continuó sirviendo a los invitados reales con una sonrisa artificial en los labios, tal como lo hacían los demás sirvientes. A pesar de sus ávidos intentos por acercarse a June, un imponente guardia corpulento, con su pulida armadura de acero y una mano que descansaba sobre la empuñadura de su espada, vigilaba atentamente a su alrededor, impidiendo que cualquiera que no fuese un invitado real se aproximara a ella. El joven asesino no había previsto este obstáculo, lo cual complicaba aún más su misión.
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Lazos de Sangre
Fantasy📚 Finalista en la Lista Corta de los Wattys 2024 📚 En el mundo de Azaroth, donde los límites entre la magia y la realidad se desdibujan, los destinos de los seres mortales están entrelazados con los caprichos de los Seres Ancestrales, quienes cons...