Capítulo 85

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Ray y Lina

La lluvia torrencial pareció rugir con aún más fuerza que antes, como si entendiese lo que estaba pasando en ese oscuro y olvidado rincón de Velerian. El corazón de Ray, en vez de tornar sus latidos naturales, pareció incrementarlos, mientras intentaba asimilar la situación en la que se encontraba. La falta de oxígenos, la fuerza, incluso el dolor que le arremetía el cuerpo, calaba sus huesos y hasta desgarraba y tensaba sus músculos, pareció pasar a segundo plano mientras contemplaba el vacío, donde Nevryn debería haber muerto por mano propia.

Sus ojos, temblorosos, no podían creer lo que estaban viendo. Su mirada se centró en su propio Fulgurien y sintió un escalofrío recorrer y quebrar hasta sus huesos. Nada.

Apagado.

De pronto, todo a su alrededor comenzó a dar vueltas. Su visión, una vez más, se nubló. Y de repente, sintió como perdió todas y cada una de sus fuerzas. Sus manos no dejaban de temblar y sus piernas, completamente extenuadas y debilitadas, simplemente terminaron cediendo y Ray cayó al suelo. Si bien la lluvia seguía fluyendo con furia, las lágrimas del niño eran indudables, empapando y, sobre todo, enrojeciendo tanto sus ojos como sus mejillas.

—¡¡Maldita sea!! —rugió a todo pulmón—. E-era... mío... ¡Yo podía con él! ¡Ya casi lo tenía!

Tanto Ray como Lina se contemplaron por un instante, en silencio, mientras ambos pechos se hinchaban y deshinchaban agitados. Fue Ray quien apartó la mirada, completamente decaído. Lina sintió un pinchazo en su abdomen y ladeó un tanto su rostro. No pudo evitar derramar sus propias lágrimas al notar la situación. Ella hizo lo mismo que Ray. Comprobó su propio Fulgurien. Blanquecino. Vibrante. Activado... Ahogó un gemido acompañado por un sollozo, luego otro. Luego otro...

—L-lo siento, yo... yo... —La voz de Lina era débil, aguda y se le entrecortaban las palabras—. ¡¡No podía permitirme perderte!!

—No vas a ceder, ¿eh?

Lina contempló a Nestche una vez más, quien parecía tan enojado y enfurecido como nunca. Poco a poco, la marca de las Fauces se iba borrando en su pecho, pero él no parecía ceder ni una milésima. Eso significaba que... ¿En verdad estaba enamorado de ella? ¿No era la voluntad de la Estrella Madre? ¿O tal vez ambas? Ya no podía entenderlo. ¡¡Ni siquiera quería pensar en eso en ese preciso instante!! Los ojos de la niña se tornaron blancos y se le heló la sangre al advertir esa mirada. Nestche miró a Ray, luego a Lina. Aquello, por supuesto, no podía augurar nada bueno.

—¡No debiste haber salvado al ratoncito! —gruñó Nestche, lanzando un grito voraz.

—Y-ya está hecho... —musitó Lina. Volvió a contemplar a Ray, con la cabeza gacha, tendiendo de su cuello y, una vez más, volvió a perder todas sus fuerzas. Tal vez no fue la decisión correcta, pero estaba vivo. Eso era lo que más le importaba—. Ya no hay vuelta atrás. Él... sobrevivió...

—¡Y una mierda! —Nestche tomó el mango de su espada con una fuerza brutal. Lina repuso su mirada sobre el muchacho una vez más—. No permitiré que me vuelvan a menospreciar de esa manera. —Frunció el ceño—. Y menos por un humano. Lo prefieres a él entonces, ¿eh? —Los pliegues de su nariz se alargaron y sus dientes parecieron querer cortar y devorar carne fresca. Ella intentó responder, pero fue incapaz de ello. Aquel cúmulo de emociones parecía atormentarla demasiado como para hacerlo. Su dolor de cabeza iba diluyéndose poco a poco, pero no dejaba de ser una molestia. Un dolor insoportable—. Eso significa que es mi enemigo. —El rostro de Lina se palideció—. ¡Y no permitiré que un maldito mocoso, cobarde y estúpido me pisotee de esa manera!

—No. Te. Atrevas —exclamó ella. La brisa continuaba rugiendo a su alrededor.

—Es el momento perfecto. —Una sonrisa de superioridad curvó sus labios—. No solo para deshacerme de él, sino también para conseguir mi último fulgor...

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora