Lina y Eira
Lina y Eira se abrieron paso entre la gran arboleda. La pequeña Lina aún no se acostumbraba, de hecho, estaba incluso más nerviosa que la primera vez que la había visto. No era muy normal que las Nighfas o los Nebulos se relacionaran demasiado con los Centinelas. Eran todos Velerians, sí, pero era como si fuesen dos fases completamente distintas. Cada uno tenía su propia prueba, sus propios entrenamientos, incluso hasta tenían sus propias viviendas separadas... Por eso no era normal para un Centinela ver a la Gran Madre, salvo que sea un evento importante o, como en este caso, una situación crítica de suma importancia que requiriese de su intervención.
Al principio, la pequeña parecía temblar del frío, pero poco a poco, fue sintiéndose cada vez más y más cálida. No estaba segura, pero podría jurar que la Gran Madre había tenido algo que ver con eso. Poco a poco, el Santuario se hizo presente frente a ellas, destacando en ese rincón oscuro del bosque. Aquellas dos bolas de fuego continuaban flameando como la primera vez. Lina reparó en ellas durante algunos segundos. ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué la había dirigido hacia ese lugar? No lo comprendía.
—Sé que este lugar es especial para ti —empezó Eira—, también lo fue para Nova, ¿no es así? —Lina asintió. Bueno, al menos envió los pulsos eléctricos correspondientes para ello, pero no estaba del todo segura de si lo había hecho. Estaba demasiado centrada en ese último nombre como para concentrarse al cien por ciento. «Nova». Jamás creyó que la Gran Madre la nombraría—. También lo fue para Sylara. Y así puedo nombrar todos tus antepasados por los siglos de los siglos...
La mujer reanudó la marcha y tuvo que tironear un poco de Lina para que le siguiera el paso, pues se había quedado como una estatua, pasmada.
—Te traje hasta aquí para aclararte algunas cosas. Sé que tu mente debe ser un revoltijo y que no terminas de comprender muy bien todo lo que está ocurriendo. —La Gran Madre sonrió con dulzura a la niña, quien fue incapaz de replicar el gesto—. Normalmente sería Sylara quien debería hacerlo, pero... dadas las circunstancias...
—Pero tú... —Tragó saliva, algo titubeante—. Tú no eres...
—¡Oh, no! Por supuesto que no. Y tampoco planeo tomar su papel; que Aelwyn se apiade de mí si así lo hiciera. Sería demasiado pretencioso de mi parte adueñarme de una estrella que no es mía. —Los ojos de la niña centellearon con ligereza—. Y mucho menos me atrevería a hablar en nombre de Sylara. No sin tu consentimiento, por supuesto. —La niña la miró a los ojos en silencio durante varios segundos antes de asentir, aunque de forma muy sutil—. Supongo que te debo una disculpa. En nombre de todo Velerian. —La mujer asintió fugazmente ante ella y luego, ante el Santuario—. Y, por supuesto, también a ellos... ¿Cómo puede ser que Kiri se haya llevado todo el crédito mientras la memoria de tu madre se perdía como pétalos de Iris arrastrados por la brisa?
Lina entornó ambos ojos y sintió un pulso en su pecho algo irregular. Eira se acercó con su mano izquierda y tocó el santuario. Al hacerlo, hizo una leve reverencia y tras ello se puso de pie.
—¿Cómo es posible que Sylara, hija de la centésima trigésima segunda estrella, haya sido opacada por la figura de Kiri, cuando ella también tomó un papel muy crucial? —La mujer asintió varias veces, sin apartar la mirada del majestuoso lugar. Su mirada se centraba y recorría cada gota de agua, mientras transitaba apacible por todo el santuario al completo—. Comprendería tu enfado; tu enojo; tu... ira... No voy a excusarme, Lina. Ni tampoco le mentiría a la hija de la centésima trigésima tercera estrella... ¿o tal vez cuarta? —La mujer sonrió a la niña y ella se quedó estática, como una estatua de yeso. Sus ojos se palidecieron un tanto al oír aquello—. El Fulgurien de Kiri se conservó en un Alcázar Ancestral y se hizo una estatua en conmemoración a sus increíbles acciones. Pero es injusto, ¿no es así? Que solo ella se lleve todo el crédito... —La mujer repasó con su mano el Santuario. El fuego a sus lados estalló en una llamarada violácea, como si reaccionara a su contacto. Lina, a su lado, se sobresaltó—. No te lo dije antes porque te estaba probando. Porque quería saber de qué lado estabas antes de que todo esto estallara. No solo le has hecho frente a Valkor, sino que además tuviste el valor para desafiar sus órdenes y, por encima de todo, hallaste tu propia forma de retomar tu camino... Has pasado por mucho, Lina, y lo comprendo. Pero, aún con esas, has sabido mantener la compostura. Te felicito.
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Lazos de Sangre
Fantasy📚 Finalista en la Lista Corta de los Wattys 2024 📚 En el mundo de Azaroth, donde los límites entre la magia y la realidad se desdibujan, los destinos de los seres mortales están entrelazados con los caprichos de los Seres Ancestrales, quienes cons...