Eros
Eros se encontraba sentado en el borde de la cama, con el medallón en sus manos, inmerso en una lucha interna. Sus ojos se cerraron mientras presionaba el oscuro medallón con fuerza, sopesando las opciones que tenía frente a él. ¿Por qué no podía? ¡¿Por qué no era capaz de hacer algo tan sencillo como colocarse ese maldito medallón?! Al principio, su mente solo estaba enfocada en una cosa: liberarse de la marca que la princesa le había impuesto y marcharse en busca de su hermana cuanto antes. No hubo ni una sola noche en la que no hubiese pensado en ello, pero ahora que tenía la opción de hacerlo... ¡¡¿Por qué su imagen no desaparecía de su mente?!! Su corazón se resistía, como si algo más allá de sus propios sentimientos lo detuviera. Un conflicto interno lo asediaba y la marca en su pecho parecía centellear con tonos agresivos. Cada vez que una parte de sus dedos se aferraban al medallón, una fuerza externa parecía incitarle a quitarlo.
Respiró hondo y puso la mente en blanco. Era bueno para concentrarse y quitar de su mente aquello que lo estuviera atormentando. Elliot le había enseñado cómo deshacerse de aquello que no le dejaba cumplir su misión. Pues no era más que eso, ¿cierto? Una misión más del montón... Se aferró a la imagen de Jade en su memoria e intentó colgarse el medallón. Al principio, el trayecto parecía ser el adecuado, pero, de pronto, sus manos comenzaron a temblar, la marca en su pecho comenzó a arderle con fuerza y, como si no fuese él quien tuviese la voluntad de aquello, la imagen de June otra vez volvió a azotar su mente, y sus dedos, de forma involuntaria, se desprendieron del medallón, el cual cayó al suelo y resurtió varias veces en respuesta.
—No puedo... —murmuró, negando con la cabeza—. No puedo hacerle esto a ella... ¿En qué demonios estaba pensando? ¡Eres un maldito idiota! —Resopló por todo lo alto y se levantó a tomar el medallón que yacía descansando en el suelo. Cuando lo tomó entre sus dedos y se puso de pie una figura oscura lo hizo sobresaltarse y cayó en la cama—. ¡Wow!
El Aquivara se acercó haciendo uso de sus sombras, mientras Eros jadeaba con fuerza debido al susto. La criatura olisqueó con su olfato y se abalanzó hacia Eros. Gateó con cierta torpeza hasta llegar a su mano derecha. Al notar la presencia del medallón gruñó enfadado. Lo enroscó con su lengua y lo lanzó lejos.
—¡Ey! Oye... —se quejó Eros. El Aquivara tomó asiento frente a él, mientras lo observaba con ojitos curiosos. De pronto, su cola comenzó a menearse de un lado hacia el otro, mientras en el extremo de ella, una especie de colmena parecía dejar escapar sombras densas que poco a poco comenzaron a llenar la habitación. Eros se acercó más hacia él, mientras exploraba al Aquivara al completo con su mirada. En su primer encuentro no había tenido la opción de mirarlo con tanto detalle—. Ah, con que de ahí provienen esas sombras, eh...
—¡Aquivara! —respondió con entusiasmo y Eros abrió ambos ojos, extrañado. Una sonrisa se curvó en sus labios.
—Sí, June nunca fue buena con los nombres, ¿no es así? —El pequeño ser aún meneaba la cola con muchos ánimos. Era como si estuviese repleto de energía—. ¿De dónde vienes que estás tan contento? —El Aquivara se levantó de su lugar y gateó hasta sentarse sobre el regazo de Eros. Desde allí dejó salir una lengua anaranjada que utilizó para besuquear al joven asesino—. ¡Puaj! ¡Oye! ¿Qué ocurre contigo? —Eros tomó al pequeño ser en su mano y lo sostuvo a una distancia prudente. Aquella alargada lengua colgaba de su boca como si se tratase de un perro. Eros entrecerró sus ojos, como si estuviese estudiándolo más a fondo—. ¿Qué demonios se supone que eres?
—¡Aquivara!
—Ni siquiera tú lo sabes, ¿cierto? —Eros se fijó en los dedos ennegrecidos de su mano derecha. Se rehusaba a seguir usando esos guantes. Los odiaba—. ¿Sabes? Quizás en eso nos parecemos... yo tampoco sé... quien demonios soy. Qué soy...
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Lazos de Sangre
Fantasy📚 Finalista en la Lista Corta de los Wattys 2024 📚 En el mundo de Azaroth, donde los límites entre la magia y la realidad se desdibujan, los destinos de los seres mortales están entrelazados con los caprichos de los Seres Ancestrales, quienes cons...