Capítulo 90

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Eros y June

—E-Eros... —Se oyó desde detrás suyo y el muchacho se volteó. Se encontró con la mirada perdida de Éber, quien lucía muy malherida en el suelo—. Ven. Acércate.

Eros ni siquiera se paró a pensarlo. Se apartó de June y se acercó a la muchacha. Se acurrucó a su lado y la miró a los ojos. Ella le sonreía tan buenamente como podía y llevó una mano temblorosa a su bolsillo derecho, de donde extrajo el colgante de una mariposa. El colgante de Jade.

—Si aun dudas de lo que ocurrió esa noche, entonces con esto sabrás que todo eso fue cierto. —Ella agitó su mano y él tomó el colgante con fuerza entre sus manos—. Póntelo y verás que los Seres Ancestrales son más que una simple leyenda, Eros. Son los que mantienen la estabilidad, pero, a su vez, son los únicos capaces de desestabilizarla.

—Bien —dijo Eros, decidido—. Lo haré.

—Por supuesto que sí —exclamó, algo adolorida—. ¿Sabes? No la hubiese dejado en tus manos si no supiese que puedes con ello.

A medida que Lilith amenazaba con aplastar su rayo y derrotarla, June volvió a oír las palabras de Eros resonar en su mente una vez más y, al voltearse hacia él, lo miró a los ojos. Él se acercó a June nuevamente y la volvió a tomar de las manos. Una sonrisa de apoyo se encontraba fundada en sus labios. Un fuego ardía en su pecho, y era hora de dejarlo libre. No tenía ni idea de cómo hizo lo que hizo, pero, de alguna manera, cuando Eros la volvió a tomar de las manos, sintió una nueva energía entrelazada a través ambos. Algo que ella podía controlar y, sin siquiera dudarlo, la liberó. Sin ataduras.

En medio del choque de energías, una mariposa emergió del medallón que Eros portaba. Su apariencia era etérea, con alas que destellaban con tonos azulados y violetas, como si hubiera nacido de la misma magia que envolvía a June. La mariposa voló hacia su mano, posándose delicadamente sobre ella. A medida que aleteaba, dejaba estelas de luz a su paso, como si su esencia fuera un eco de la propia energía. Una Aerelis en todo su esplendor.

Aquel ser parecía irradiar una energía tranquilizadora y reconfortante. June y Eros la contemplaron con asombro mientras sus auras se mezclaban con la de la criatura. Era como si la mariposa les infundiera fuerzas renovadas, recordándoles que eran parte de un todo mayor, parte de la misma esencia mágica que conectaba a todo en aquellas tierras.

Impulsada por esa nueva energía, June dejó fluir todo lo que tenía dentro de ella. La llama en su pecho ardió con una intensidad abrasadora, fusionándose con la mariposa y la energía que la rodeaba. La luz azul y violeta se expandieron, creciendo y envolviendo su rayo al completo.

En ese momento, dos voluntades opuestas yacían enfrentadas. La Aerelis por un lado y el Wendigo por el otro. En medio del caos y el sonido ominoso que llenaba ese rincón de la montaña, June notó una presencia a su lado, por encima de su hombro derecho. Alzó la mirada, y allí estaba ella... Alasyra. No estaba segura de si era real o era producto de su imaginación, pero la reconfortaba verla a su lado. Eso quería decir que no se había equivocado. Quería decir que, a pesar de encontrarse en esa situación, a punto de perder una batalla importantísima, Alasyra continuaba aceptándola como una Loreth. Cuando devolvió la mirada hacia Lilith, notó a su propia Alarys a su lado. Ambas parecían presenciar lo que era una batalla no solo por la vida de una Nighfa, parte de la misma esencia y energía que componía Azaroth, sino también por la lucha de un liderazgo. Quien ganase, sería la reina de los cielos...

Pero si lo que June había encontrado en su pecho era cierto y lo que había experimentado no era parte de su imaginación, entonces ahora podía reconocer que jugaba con ventaja.

Quizás era solo el ápice, pero creía haber entendido parte de lo que significaba ser una Loreth. Y ahora comprendía que una simple Nighfa ni siquiera era rival para su entera plenitud.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora