Ray
—Esta vez no está Eleanor aquí para protegerte, mocoso. Estás solo y a mi merced. Y yo no tengo piedad —espetó Nestche con su típico tono amenazador.—¡Ya te he dicho que no necesito a nadie! Ni siquiera de ella —respondió Ray, aferrándose a su espada. Sentir el mango en su mano derecha le otorgaba cierta... seguridad, un destello de confianza que necesitaba desesperadamente—. Puedo hacerlo solo.
Nestche esbozó una sonrisa desafiante, mostrando sus dientes en una expresión de absoluto desdén.
Los otros cuatro niños observaban expectantes, esperando presenciar cómo Nestche humillaba y derrotaba a Ray. Anhelaban ver al humanito sufrir y rendirse, deseaban presenciar a su líder proclamar un nuevo fulgor para su colección. El Fulgurien en el cuello del pequeño parecía vibrar en sincronía con su respiración, palpitar como si tuviera vida propia, como si anticipara lo que estaba por venir.
La mente de Nestche había dibujado este escenario innumerables veces. La prueba era una oportunidad perfecta para aniquilar a Ray sin recibir una reprimenda por parte de la líder de los Centinelas, ya que ella no podía intervenir.
Era el momento perfecto.
Ambos se enfrentaron con las espadas en alto, sus miradas yacían fijas una en la otra. El semblante de Nestche destilaba un temor innato, alimentado por la cicatriz que surcaba su rostro y su mirada inquietante. Ray, por su parte, trató de calmar su agitación interna, intentando encontrar la paz en medio de la tormenta que se avecinaba.
Nestche jugó su carta inicial, lanzándose hacia Ray con un grito de guerra. La batalla se desató con desigualdad desde el comienzo. Ray logró esquivar el primer golpe, contraatacando con un tajo lateral. Sin embargo, Nestche, anticipando cada movimiento, bloqueó el ataque y respondió con una estocada certera hacia su abdomen. El pequeño, reaccionando velozmente, retrocedió a tiempo para detener el golpe con su espada.
Las hojas chocaron con un estruendo metálico, generando chispas que se perdieron en la oscuridad de la noche. Un forcejeo intenso se desencadenó, una lucha que, claramente, Ray estaba perdiendo. La diferencia de fuerza ni siquiera era comparable, por lo que el pequeño decidió tomar distancia de un salto, preparándose para iniciar de nuevo.
—Has mejorado —admitió Nestche, tomando un breve respiro, a pesar de que el ataque anterior habría sido fatal en circunstancias habituales—. Pero déjame aclarar algo —añadió, estirando sus brazos antes de retomar su postura de ataque—: apenas estoy calentando.
Ray estuvo a punto de replicar, pero apenas tuvo tiempo de esquivar la embestida de Nestche. El filo de la espada rozó su hombro, dejando un pequeño rastro de sangre que le quemaba como el fuego del infierno. Antes de que pudiera inspeccionar la herida, una lluvia de ataques descontrolados comenzó a caer sobre él: pecho, abdomen, cuello, cabeza... Nestche simplemente lo estaba desgarrando a golpes de espada.
Aunque veía los ataques, Ray intentaba preverlos y reaccionar a cada embate. Movimientos elegantes, precisos, y muy certeros, similares a los de Eros, pero a pesar de sus esfuerzos, estaba retrocediendo constantemente. La intensa sesión de entrenamiento con Eros lo había agotado, había descubierto un lado oscuro, una realidad que, pese a tantos años, Eleanor no había explorado sobre él. Era su primera batalla real y, como tal, una que podría conllevar un final para nada agradable.
Ray retrocedía paso a paso, consciente de que Nestche poseía una ventaja abrumadora en altura, fuerza y experiencia. El líder rival no mostraba misericordia; al contrario, su sonrisa reflejaba un deleite infantil en su superioridad. Ray estaba empapado en sudor mientras Nestche apenas desprendía una gota. Pronto, las piernas de Ray empezaron a temblar, sus movimientos se tornaron erráticos y su resistencia menguó. Nestche capitalizó la debilidad. Sus golpes eran rápidos y contundentes, y Ray luchaba hasta el cansancio por bloquearlos o esquivarlos.
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Lazos de Sangre
Fantasy📚 Finalista en la Lista Corta de los Wattys 2024 📚 En el mundo de Azaroth, donde los límites entre la magia y la realidad se desdibujan, los destinos de los seres mortales están entrelazados con los caprichos de los Seres Ancestrales, quienes cons...