Capítulo 13

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June


—¿A dónde me llevas? —La princesa se encontraba abrazando con fuerza al guardia, mientras el corcel hacía todo lo posible por apresurar el paso tanto como podía.

—Nos dirigimos lejos de Redonia, su Alteza. Sin embargo, la noche no es propicia para continuar. Deberemos hacer un alto a un lado del camino, ya que sería imprudente seguir adelante.

—No creo que sea una muy buena idea —recriminó la princesa detrás de él—. Él podría volver y...

—Es de mi agrado informarle que eso es muy poco probable, Alteza. Mis soldados se encargarán de él como lo tiene merecido. Ya se encuentra a salvo conmigo. —El capitán hizo un pequeño inciso para luego proseguir—: Además, he montado a caballo durante todo el día, y mi corcel necesita descanso.

June no estaba muy convencida de sus palabras y no creía que Eros fuese derrotado tan fácilmente. Ella lo vio pelear contra los bandidos con suma confianza; incluso pensó que aquellos movimientos eran demasiado rápidos y precisos como para que una persona normal pudiese siquiera seguirlos con la mirada. Pero el muchacho se encontraba muy malherido y era muy complicado que él pudiese hacerles frente a dos guardias en su situación actual, por lo que se dignó a soltar un largo suspiro lleno de alivio y esperanza.

Quizás solo estaba dándole demasiadas vueltas al asunto.

—Descansaremos aquí hasta que amanezca, Alteza. —El guardia disminuyó la marcha de forma repentina y tras ello tomó un pequeño desvío.

—Bien —respondió la joven, aunque no del todo de acuerdo.

El soldado saltó del caballo y ofreció su mano a la princesa para ayudarla a descender con delicadeza. Luego, se aseguró de que el caballo estuviera bien atado y tomaron asiento bajo la tenue luz de la luna, que era suficiente para que ambos pudieran verse los rostros.

—¿Por qué lleva esas ropas, su Alteza? ¿Qué ha ocurrido?

—Oh, nada importante... —Ella cruzó los brazos para ocultar su figura y protegerse del frío que se filtraba a través de su vestido. Su abrigo ondeaba con elegancia, mecido por la brisa.

—Espero que él no haya puesto un dedo sobre usted.

—No ha sucedido nada extraño. Solo quiero volver al palacio, aquí me siento insegura.

—¿Acaso mi protección no le es suficiente?

—No es eso... —Ella pasó sus manos por sus brazos para ofrecerse algo de calor—. La forma en que él combate... temo que pueda encontrarnos.

—No se preocupe. Incluso si llegara a dar con nuestro paradero, lo cual ya es sumamente complicado, estoy aquí para su protección.

—Bien...

Un silencio inminente se apoderó de la situación, y el guardia no dejaba de observar a la joven princesa, quien se la pasaba echando vistazos rápidos a sus alrededores de forma constante. Él se había percatado de que ella se sentía insegura, mucho más de lo que hubiera imaginado. El hombre aprovechó para quitarse la armadura que lo recubría y la dejó descansando a un costado. Lanzó un suspiro de alivio, pues era evidente que la había llevado puesta durante todo el día y buscaba un pequeño descanso. Una sonrisa iluminó su rostro.

—Su padre, el rey Aurelio, se pondrá muy feliz cuando se entere de que logré hallarla. —June le devolvió una mirada silenciosa, con un tono serio y poco conforme—. Tal vez puedas elogiar mi habilidad en el combate cuando le hables de cómo me enfrenté a tu captor.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora