Capítulo 61

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June

Con el diario de Balthazar en sus manos, June no pudo resistirse a la tentación de hojear sus páginas. Al abrirlo, se sintió sorprendida por la caligrafía cuidada y hermosa que adornaba las primeras hojas. A medida que avanzaba en la lectura, June encontró dibujos encantadores que retrataban a un niño feliz, rodeado de lo que parecían ser su hermana y hermano, los tres prácticamente de la misma edad. Notó que la mujer era su madre, no había duda de ello. El rostro de Thryna parecía un calco y no pudo evitar repasar su rostro con sus dedos, mientras aguantaba las lágrimas. Los dibujos irradiaban la inocencia de la infancia y la fuerte conexión que compartían. Parecían ser un trío inseparable, compartiendo risas y aventuras; de hecho, había momentos en los que, si se concentraba lo suficiente, podía sentir el carcajeo de sus risas infantiles resonado en su mente.

No obstante, a medida que las páginas se sucedían, June notó que el tono del diario se volvía más oscuro. Las letras, antes precisas y ordenadas, se tornaron más difusas y desordenadas, como si el niño hubiera dejado de preocuparse por su bellísima y detallada caligrafía. Los dibujos también cambiaron, volviéndose más inquietantes y sombríos.

En una página, el niño había plasmado una escena en la que él estaba solo, con una expresión triste en su rostro. Los colores parecían apagados y desaturados, reflejando su soledad y desesperanza. Un nudo se formó en la garganta de June al observar el dibujo, preguntándose qué habría ocurrido para que el niño pasara de la felicidad y el amor a sentirse tan solo y triste.

Continuó leyendo y halló fragmentos de pensamientos y emociones del niño. En sus palabras, expresaba el deseo de que las cosas volvieran a ser como antes, de que su hermano y hermana volvieran a estar a su lado, preguntándose por qué se los habían arrebatado. Se sentía consumido por un anhelo profundo de recuperar la felicidad perdida y una pregunta se plantea con frecuencia: «¿Por qué me temen?».

A medida que seguía avanzando, se encontró con confesiones y pensamientos más oscuros. Balthazar parecía atormentado por sus propios miedos y dudas. Hablaba de una extraña criatura que lo perseguía en sus pesadillas, y cómo sentía que su presencia se extendía más allá de sus sueños. También mencionaba una extraña conexión con la energía de Azaroth, una energía oscura que lo abrumaba y confundía. Las páginas se volvieron cada vez más inquietantes, como si el diario se estuviera hundiendo en una oscuridad desconocida. Las palabras se entrelazaban y las frases se volvían incoherentes. Los dibujos, antes dulces y llenos de color, se transformaban en imágenes inquietantes y grotescas.

Con asombro y cierta inquietud, June encontró un dibujo en una de las páginas del diario de Balthazar. Al instante, reconoció la forma de las sombras que se transformaban en el Wendigo. Los trazos del lápiz se repetían una y otra vez, como si Balthazar no pudiera sacar de su mente a esta criatura de sombras. El dibujo parecía una obsesión, una manifestación visual de su tormento interno y el dibujo del Wendigo se volvía más prominente a lo largo del diario, ocupando gran parte del espacio en sus hojas. Balthazar parecía obsesionado con la figura del Wendigo y lo dibujaba en diferentes situaciones.

Lo más sorprendente fue cuando June notó que había dibujos en los que el Wendigo parecía proteger a Balthazar de otros Velerians. En esos dibujos, Balthazar describía al Wendigo como su único amigo y protector en un mundo que lo había rechazado y temido.

June se encontró una página que dio un cambio brusco en el diario de Balthazar. De repente, la oscuridad y la perturbación se desvanecieron, dejando paso a la luz y la bondad que había caracterizado al niño en sus primeras páginas. Balthazar había transformado sus escritos en hermosos poemas, expresiones de amor y dedicaciones a una mujer llamada Samira.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora