Capítulo 68

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Eros y June

—¿Me están diciendo que se están guiando por una tonta leyenda? —cuestionó Eros, su escepticismo era bastante evidente mientras ambas asentían con solemnidad.

Habían recorrido el camino de vuelta, que curiosamente resultó mucho más veloz que el trayecto inicial. Ahora se encontraban en la estancia de June, donde las dos mujeres habían acorralado a Eros cerca de la cama.

—Permítanme recapitular —expresó él, mientras se frotaba los ojos en un intento de ganar tiempo para ordenar sus pensamientos—. Así que, según esta leyenda legendaria y no sé qué cuerno, hay seis seres ancestrales que han existido desde el principio de los tiempos. La misteriosa criatura de sombra los traicionó, lo que llevó a que todos los seres se ocultaran para evitar ser encontrados y, en consecuencia, se desencadenó una oscuridad que duró siete días completos. —Recorrió con la mirada a las dos mujeres mientras articulaba sus palabras, y ellas asintieron para confirmar su entendimiento—. Y ahora, el diario de tu madre sugiere que esta oscuridad regresará. Aunque carecemos de información sobre cuándo y cómo ocurrirá, la oscuridad está destinada a recubrir los cielos de forma permanente. Por lo tanto, nuestro propósito es encontrar a los otros seres ancestrales para activar las gemas de tu madre y, al mismo tiempo, localizar las gemas de los colgantes que faltan... aunque, más allá de todo esto, aún desconocemos la ubicación de las demás gemas y, para empeorar aún más las cosas, tampoco sabemos dónde se esconden los seres. ¿Es así como resumo la situación?

—Has logrado aclararlo de manera perfecta —confirmó June con una sonrisa que abarcaba de una mejilla a la otra.

—Captaste la idea a la perfección —añadió Éber. Eros llevó una mano a su rostro, acariciando su barbilla mientras suspiraba con suavidad, tratando de asimilar la complejidad de todo lo que le habían dicho.

—No me dirán que soy el único aquí que encuentra que todo esto es absolutamente descabellado, ¿verdad?

—Bueno... —respondió June, jugueteando con sus dedos—. Puede parecer abrumador al principio, pero creo que podemos lograrlo.

—No están bromeando, ¿verdad? —Les echó una mirada escéptica a ambas y se dio cuenta de que estaban completamente serias, lo que significaba que hablaban en serio. Muy en serio—. Esto no puede ser real...

—Oh, vamos —alentó Éber—. Investiguemos para ver si encontramos alguna pista sobre la ubicación de los seres; seguramente hay libros que mencionen avistamientos recientes de ellos y...

—Sí, ¿y qué hay de los colgantes? —Se dirigió a June—. ¿Tu madre dejó alguna pista o indicio sobre a quién confió esos colgantes? Visto lo visto, dudo que haya sido una elección aleatoria.

—No. —Negó con la cabeza—. No tengo ni la menor pista al respecto.

—Perfecto, entonces —exclamó Eros con un toque de ironía—. Nos espera una gran aventura. Recorramos cada rincón de Azaroth y recopilemos una lista interminable de cosas que necesitamos. ¡Estoy seguro de que Balthazar nos dará la bienvenida con los brazos abiertos!

—No seas así, ¿de acuerdo? —lo reprendió June, frunciendo el ceño—. Vamos a abordarlo paso a paso; estoy segura de que encontraremos alguna pista que nos guíe y...

—¡¿No se dan cuenta de que esto es una maldita locura?! —interrumpió Eros de manera agresiva—. No tenemos ni la más mínima pista sobre dónde encontrar lo que necesitamos y, para colmo, estamos en una carrera contrarreloj. Y créanme, estamos perdiendo.

—Vaya, qué optimista —resopló Éber, cruzando los brazos—. Justo lo que necesitábamos escuchar. Excelente trabajo, Eros, sigue así. Estoy segura de que con esa actitud conquistaremos todos los obstáculos que nos encontremos por el camino.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora