Capítulo 105

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Lina

Con su preciada espada resplandeciente en mano y sus ojos tan radiantes como estrellas, Lina se lanzó con ferocidad hacia los hombres que la rodeaban. La brisa, ahora imbuida con el poder estelar, la acompañaba como un halo protector, aumentando su velocidad y agilidad a niveles sobrehumanos.

Los hombres, sorprendidos por la repentina manifestación de poder de la joven, retrocedieron momentáneamente antes de intentar contraatacar tras la orden de Elliot. Pero Lina era como una fuerza imparable de la naturaleza, esquivando cada golpe con una gracia asombrosa y respondiendo con movimientos rápidos y precisos de su espada.

Con un gesto de su mano, Lina canalizó la brisa hacia sus enemigos, convirtiéndola en cuchillas afiladas que cortaban el aire con ferocidad. Las ráfagas de viento se convirtieron en proyectiles mortales, desarmando a los hombres con una precisión quirúrgica y cortando a través de sus defensas como si fueran papel. Con cada movimiento, la brisa parecía cobrar vida, envolviendo a Lina y desorientando a sus oponentes. Como si fueran hojas al viento, los hombres eran barridos por la fuerza de la naturaleza encarnada en la joven guerrera. Algunos intentaron mantenerse firmes, pero la combinación de la velocidad de Lina y la fuerza de la brisa los superaba con suma facilidad.

Con cada golpe de su espada, Lina dejaba a su paso una estela de luz y viento, derrotando a sus enemigos con una destreza sobrenatural. La batalla se convirtió en un baile mortal, donde la espada de Lina era el pincel y el viento su lienzo, pintando un cuadro de destrucción y triunfo. Algunos de los hombres intentaron resistir, pero la fuerza combinada de Lina y la brisa los superaba ampliamente. Las cuchillas de viento cortaban a través de sus armaduras como si fueran mantequilla, dejando a su paso una estela de destrucción y desolación. Uno por uno, los hombres caían ante el poderío de Lina, incapaces de resistir su arrolladora fuerza. Con cada victoria, su confianza crecía, alimentada por el poder estelar que fluía a través de ella.

Finalmente, después de una serie de movimientos rápidos y precisos, Lina se encontró sola en medio del campo de batalla, rodeada solo por el silencio y los susurros del viento. Solo quedaba un oponente por derrotar: Elliot.

—No puedo estar creyendo lo que ven mis ojos. ¡Nadie me advirtió de esto!

—Apenas yo sé de lo que soy capaz, imagínate los humanos...

—¡Esto no tiene sentido! ¿Qué demonios se supone que eres? —titubeó Elliot, algo aturdido—. ¡¡Jamás he visto nada igual!! ¡Es imposible!

—Créeme, estuve intentando encontrar la respuesta a esa pregunta desde que tengo uso de razón. Simplemente me resigné.

—Es demasiado para una sola niña.

—Quien sabe... ¿Tal vez por eso somos dos? —El hombre tragó saliva en respuesta. Si ya con una era más que suficiente dos era... simplemente descabellado—. Eso, humano, es a lo que yo llamo: hacer enfadar a una estrella.

—N-ni creas que saldrás de aquí en una sola pieza.

—Pues el sentimiento es muto.

La rabia se dibujó en el rostro del hombre mientras intentaba desesperadamente recuperar la ventaja que había perdido, pero veía el panorama cada vez más oscuro. El medallón simplemente no surtía efecto sobre ella. ¡Superaba su protección como si no existiera! En un intento desesperado por ganar terreno, Elliot lanzó una serie de ataques feroces, pero cada uno de sus movimientos era anticipado y contrarrestado por la joven guerrera.

Lina, en su conexión con la brisa y la energía estelar que la rodeaba, empleó la fuerza del viento para desorientar a su oponente. Ráfagas de brisa giraban a su alrededor, confundiendo los sentidos de Elliot y dificultando su capacidad para enfocarse en la batalla. Como una danza celestial, la brisa rodeaba a Lina, llevándola a través del campo de batalla con una gracia inigualable.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora