Capítulo 94

77 12 0
                                    

Eros

Eros se hizo paso entre los Velerians para contemplar el Gran Árbol más de cerca. Éste se encontraba rodeado por una especie de brillo azulado y sus hojas parecían también iluminarse de aquel mismo color; todo a su alrededor parecía haber adquirido un toque más brillante y vívido. En la lejanía podía oírse aún el ruido de la fiesta, los gritos y los cánticos. Desvaneciéndose poco a poco en la distancia...

Una vez que se arrimó lo suficiente, se percató de que la silueta que había aparecido frente a sus ojos ya no estaba, sin embargo, decidió darle la vuelta al majestuoso árbol para ver si la encontraba.

No lo podía creer. Parecía un sueño. Y si lo era, entonces no quería despertar.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras observaba como un aura azulada, del mismo color que el árbol, daba la forma de una mujer, quien parecía devolverle la mirada a Eros con una ternura que había extrañado desde hacía muchísimos años atrás. Aunque su forma era etérea, cada detalle recordaba a su hermana: la inclinación de su cabeza, la curva de su sonrisa y esa mirada tan dulce y delicada, llena de una complicidad palpable que compartían en aquellos rudos y difíciles días de su niñez.

Con un nudo en la garganta, Eros se acercó lentamente, casi con temor, a esa imagen que tanto añoraba. Cada paso era como si caminara sobre cristales frágiles, temiendo que la ilusión desapareciera si se movía demasiado rápido. Su respiración se entrecortaba, sus ojos latían con vida propia y su corazón, casi sin comprender la magnitud de lo que estaba ocurriendo, no sabía muy bien como latir adecuadamente. Incluso la tarea más sencilla del mundo se volvía una completa agonía. Requería un esfuerzo titánico por respirar. Ese rostro... era todo lo que anhelaba ver...

Cuando intentó tocar el rostro de su hermana, sintió una sensación extraña, como si su mano atravesara una bruma sutil, acompañada de un extraño sentimiento gélido y electrizante. El contacto ilusorio lo hizo estremecerse, recordándole lo efímero de ese momento. La desesperación por aferrarse a ella lo invadió, pero la realidad implacable le recordó que ella ya no se encontraba a su lado. Una sensación agridulce se apoderó de él: la alegría de volver a verla y la tristeza insondable al recordar la distancia que los separaba.

-Hermanita -susurró, con la voz entrecortada por la emoción y la incredulidad-. No tienes idea de cuanto te he extrañado...

La figura de Jade parecía titilar ligeramente, como si la conexión con el árbol que la hacía visible estuviera en un frágil equilibrio.

-Jade... Eres tú, ¿no es así?

-No podía perderme la celebración. -La voz de la muchacha lo hizo estremecerse. Su voz había cambiado bastante, pero era ella. Estaba seguro. No estaba soñando. De alguna manera, el árbol la hacía visible ante sus ojos-. La única forma que tendría para volver a verte.

-No. Puedo... Creerlo... -Varias lágrimas silenciosas surcaron ambas mejillas. Una vez más intentó tomarla entre sus brazos, un acto meramente involuntario, pero era en vano, no hacía más que distorsionar las auras que la conformaban-. No tienes idea de cuan feliz me hace volver a verte, Jade.

-Ha pasado un tiempo, hermano... -Una sonrisa dulce y delicada se formó en su rostro. Ella extendió una mano hacia él y el muchacho replicó el gesto. La mano de Jade era mucho más pequeña que la del asesino, pero era simplemente perfecta. No podía sentir su contacto, pero algo en su corazón parecía indicarle que ella sí lo estaba sintiendo. Eros sintió un nudo en la garganta al volver a presenciar lo que jamás imaginó que volvería a ver-. Me alegra mucho ver que estás bien.

Eros titubeó unos instantes, absorto. Tenía tantas cosas para decir, tantos anhelos que necesitaba que ella supiese, ¡tantas preguntas!, pero la conexión parecía desestabilizarse por momentos. No quería perderla, no de nuevo, pero algo le decía que debía apresurarse. El tiempo. Una vez más el tiempo se convertía en el peor de sus enemigos...

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora