Capítulo 106

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Eros y June

—¡¡Ray!! —el grito desgarrador de Eleanor resonó en el aire, mientras su corazón latía con miedo al ver la situación delicada de su hermano. Con pies ligeros y una angustia palpable en cada facción de su rostro, se apresuró hacia él, apartando a Eros con desesperación para poder evaluar la condición de su pequeño hermano. El joven yacía en el suelo y su aliento era débil pero presente. Las lágrimas continuaban corriendo desenfrenadas por las mejillas del joven asesino, quien no podía hacer nada al respecto.

—Todavía respira, Eleanor —le informó él, las lágrimas traicioneras bordeaban sus ojos. La desesperación se reflejaba en su voz—. Pero el tiempo apremia. Tenemos que actuar ¡y rápido!

Eleanor apretó los puños con rabia.

—¡Maldición! —masculló entre dientes, luchando por contener sus emociones abrumadoras.

—Eleanor, estamos perdiendo —habló Eros con urgencia. Ella alzó la vista, observando la desolación que se cernía sobre ellos. Los humanos continuaban llegando en hordas, mientras los Centinelas se reducían en número.

—Esto no puede estar sucediendo. No de nuevo. ¡Por favor, no! —Sus palabras eran un susurro cargado de angustia—. No, no, no, no, no... ¡Nooo!

—¡Eleanor! —Eros tomó sus hombros con firmeza, sacudiéndola con suavidad—. No puedes desesperarte, o ellos se darán cuenta. Debemos poner fin a esto lo más rápido posible, o Ray no sobrevivirá.

—Balthazar —murmuró Eleanor—. Si derrotamos a Balthazar, tal vez podamos detenerlos.

—Él estaba luchando contra la Gran Madre en el monasterio.

—¡¿La Gran Madre?! —Eleanor se sobresaltó de repente y sus ojos se ensancharon con temor—. Debemos ir con ella. ¡Ahora! No podemos permitir que pelee sola contra él.

—Estoy de acuerdo.

Eros se puso de pie y fue en busca de June, quien seguía defendiéndose con valentía en contra de los soldados invasores; al llegar con ella, la tomó por el hombro. Al sentir su tacto se volvió para reprenderlo con su energía, pero se apartó al notar su rostro. Enseguida reparó en la palidez del rostro del joven.

—Debemos volver al monasterio, June. ¡O será el final para esta gente!

—¿Al monasterio? —June frunció el ceño, confundida.

—Si no enfrentamos a Balthazar, entonces todo estará perdido.

—Pero él...

—Lo sé, June. —Eros la abrazó con fuerza, buscando transmitirle fortaleza—. Haré todo lo posible por protegerte, incluso si eso significa dar mi vida, ¿comprendes? No mereces esto.

—No —dijo y negó con la cabeza—. ¡No permitiré que mueras! Ahora mismo tú eres... eres... lo único que me importa.

Los dos se concedieron un beso fugaz, sabiendo que esta podría ser la última vez que se vieran. Querían despedirse apropiadamente, conscientes de que esta batalla podría ser la última para alguno de ellos.

Eleanor tomó a Ray en sus brazos y juntos se dirigieron hacia el monasterio. En el camino, varios Velerians se unieron a ellos y entraron juntos en el antiguo, pero majestuoso edificio.

Una vez dentro, vieron a la Gran Madre luchando con valentía en contra de Balthazar, pero su energía menguaba. Se posicionaron detrás de ella.

—Vamos, Eira —habló Balthazar con un tono de desdén, desde la distancia—. Ya has perdido, ¡hazlo fácil y ríndete de una maldita vez!

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora