Día 40

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Horacio estuvo inquieto en la mañana. Se movía rápido con su silla de ruedas de un lado a otro.

- ¡No corras en la casa! -exclamó María que preparaba el almuerzo. Así que salí con él a pasear por las calles del pueblo.

Siempre que salimos de casa le gusta "correr". Irse disparado hacia cualquier parte, girando con fuerza las ruedas de su silla, y luego regresar hacia donde estoy.

Cuando volvimos, la mesa ya estaba servida. Marco tocó la puerta, entró con su botella de vino. Después de almorzar, pusimos el bizcocho de vainilla con las velas 1 y 0. Apenas Horacio vio esos números fue al cuarto y trajo su vela número 8. Sacó los otros números del bizcocho y puso su favorito. No te hicimos ningún comentario; era su cumpleaños. Celebramos, apagó su vela. Comimos torta, se retiró a su cuarto.

Con María y Marco tuvimos una larga conversación. Me contaron lo del GPS. Pero decidimos que era algo muy arriesgado. Ellos podían enojarse y no volver a enviar mensajes. En una parte de la conversación, Marco dijo que habíamos pasado por alto los eventos entre Rusia y Ucrania. Los sacó a colación por la visión que tuve del mapa de Rusia. Yo quiero creer que esas noticias entraron en mi cabeza mientras estaba dormido en la habitación, con la televisión prendida. Que se grabaron en mi subconsciente y luego reaparecieron en forma de visión.

Marco nos habló de los eventos más importantes de la crisis. Había juntado varios links de noticias. Uno de ellos era un video de la madre de un soldado. No se sabía si era rusa o ucraniana porque no tenía subtítulos. Solo se entendía que lloraba por su hijo, que acababa de morir.

Horacio regresó con su silla de ruedas a la mesa, hipnotizado por esa voz. Tomó interés en el video. Marco lo repitió, él lo escucho con atención. Cerró los ojos, igual que ayer, cuando el anciano se puso en frente suyo. Se concentró en la voz de la madre que decía cosas incomprensibles por el idioma. Se escuchó un grito desde el móvil de Marco y una lágrima cayó desde el rostro inmóvil de Horacio. Incluso cuando acabó el video, Horacio siguió en trance. Al abrir los ojos parecía haber despertado de un sueño, como si hubiera salido de una cueva llena de gente triste. Giró lentamente las ruedas de su silla, dando media vuelta. Regresó a su habitación.


La vida de HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora