Día 165

3K 253 14
                                    

Diario de Marco

Durante varios días seguidos, he tenido sueños con el verdadero X-4. Es un niño que trata de salir del sótano de la casa abandonada y sombras negras no lo dejan. Luego aparece sentado en el suelo, moviendo un tren de juguete. Cuando se acerca a la ventana le ladran los mismos perros que engulleron a William. También veo imágenes de la puerta principal de la casa; está llena de inscripciones a la manera de jeroglíficos. Una soga rodea la manija de la puerta, lo que me recuerda una especie de conjuro contra cualquier persona que quiera entrar, como los que usaban en las tumbas de los faraones. Dentro del sueño, a veces, X-4 me observa. Abre una mano y sobre ella flota un cuadrado —relleno de una tenue luz verde, transparente—, que después se convierte en cubo y al final en un teseracto que entra y sale sobre sí mismo.

Ahora falta que desde Óbninsk llegue un mensaje donde me pidan entrar en la casa y hacer una especie de ritual para liberar a X-4. A mí, que nunca veo películas de terror. Pero la situación es más complicada; si se libera a X-4, ¿cuál sería el siguiente paso? ¿Esperar a que reencarne en otro niño? No hay tiempo para eso.

Pienso en Willy, el hijo de Isabella. En su presencia dentro del dibujo de Horacio marcada por la letra W. Trato de que las piezas encajen en mi cabeza, pero son muchas variables.

Espero que en Óbninsk la solución llegue pronto. Uno se siente impotente escuchando a un niño pedir ayuda en sueños, cada noche.

La vida de HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora