"El regreso"

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Capítulo 30:

"El regreso"

Luego de haberse cambiado las sucias túnicas, fueron a reunirse con los demás en el Gran Comedor. Los dos se sentaron en la mesa de Gryffindor, mientras disfrutaban del banquete de fin de año.

-Tabatha, es Hermione.-avisó Neville. La pelirroja volteo rápidamente hacia le entrada, al igual que Ron y Harry. La castaña comenzó a correr para, literalmente, tirarse sobre su amiga estrechándola en un abrazo para luego hacer lo mismo con Harry. Al llegar el turno de Ron, solo se limitaron a extenderse la mano.

-Bienvenida, Hermione.-

-Estoy de vuelta. Felicidades, pudieron resolver esto.-

-Bueno, tú ayudaste también.-aclaró el azabache.-Sin ti, era imposible.-Tabatha, lo miró con reproche, pero no dijo nada.

-Gracias.-el sonido de una copa, hizo que los cuatro prestaran atención al frente.

-¡Presten atención por favor!-habló McGonagall. El cuarteto, rápidamente, ocupó sus asientos justo antes de que Dumbledore, se pusiera de pie.

-Antes de comenzar el festín, démosle un fuerte aplauso a la profesora Sprout y a Madame Pomfrey, cuya poción de Mandrágoras fue exitosamente administrada a todos lo que estaban petrificados.-el comedor entero, estalló en aplausos hacia las dos mujeres.-Y dados los recientes acontecimientos y como regalo, también todos los exámenes, serán cancelados.-la, fue demasiado vigorosa para todos, excepto para dos. Tabatha y Hermione.

-Hay, no.-murmuraron, con pena. Dumbledore, finalizo su discurso, para sentarse en su lugar junto a la profesora McGonagall. La alegría seguía flotando en el aire, pero fue interrumpida cuando las puertas, se abrieron. Una gran sombra, se aproximaba. Hagrid.

-Siento la demora.-habló el guardabosque.-La lechuza que enviaron con mi liberación no llego, se perdió. Una atolondrada ave llamada, Errol.-Ron, se puso colorado y miró a su director, quien le guiño un ojo. Hagrid, se detuvo frente al cuarteto.-Solo quiero decirles que de no ser por ustedes, Harry, Ron, Hermione y Tabatha, claro. Yo seguiría ya saben dónde. Solo les diré, gracias.-la pelirroja y el azabache, se pusieron de pie.

-Hogwarts...-

-No es lo mismo sin ti.-finalizo Tabatha parada sobre el banco, con una sonrisa. Sin titubear, la pelirroja, se abalanzó sobre el guardabosque, en un abrazo. Dumbledore, se puso de pie y comenzó a aplaudir, siendo seguido por McGonagall y los demás alumnos.

*-*-*-*

Luego de la cena, cada integrante de cada casa, siguió a su prefecto hasta su sala común. Tabatha estaba muy cansada, había vivido muchas cosas en un solo día y poco a poco, el sueño iba ganando terreno en ella.

-Ven.-la mano de George, la detuvo mientras él se arrodillaba y le indicaba que se subiese a su espalda. Ella no dijo nada y se acomodó en su amigo. Para cuando llegaron a la Sala Común, el pelirrojo, la despertó muy suavemente. Tabatha le agradeció con una sonrisa y siguió a Hermione, hasta su habitación.

Apenas toco con la punta de sus dedos, el dosel escarlata, de su cama, se quedó dormida, ni siquiera le importo sacarse el uniforme, solo se subió y se acomodó entre las sábanas blancas. El cansancio era tal, que en menos de cinco minutos, se durmió.

Solo faltaba un día para que empezarán las vacaciones y con ellas, la vuelta a Privet Driver. Ambos mellizos, deberían volver a su monótona vida junto a los Dursley. Volver a sufrir los maltratos, las malas miradas de los vecinos y la indiferencia de sus tíos.

Tabatha apartó esas ideas de su cabeza y se dio vuelta, quedando frente a la ventana. La noche estaba despejada y se veían salteados puntos plateados sobre él. La lechuza parda de la pelirroja, reposaba en su jaula con los ojos cerrados.

Lo que había vivido ese día, la había hecho pensar, que su vida no sería la misma si le faltase su hermano. Después de todo, los mellizos, nacieron juntos, pasando por miles de cosas. Había que admitir que la pelirroja, se había asustado demasiado cuando casi pierde a su hermano en la Cámara.

*.*.*.*

La mañana fue haciendo su entrada, tiñendo el campo de Quidditch de un rojo casi naranja, el roció de la noche, aún seguía intacto en la hierba de los terrenos de Hogwarts. Unos ojos color avellana, lentamente fueron abriéndose con el roce de los rayos. Una melena rojiza se encontraba desparramada por toda la almohada. Tabatha, estaba despertando. Phoebe, desde su jaula, batió sus alas para luego posarse al lado de su dueña. Con su cabeza, frotó la mejilla de la pelirroja, soltando pequeño silbidos.

-Buenos días, Phoe.-la pequeña Potter, se incorporó y se fregó los ojos, soltando un bostezo. Aún era temprano y sus compañeras no se habían levantado. Ella tomo a su lechuza y la volvió a colocar en su jaula, para darle un poco de comida. Ese era su último día en Hogwarts, para volver a casa de sus tíos. Tabatha, tomo su ropa e ingresó a bañarse para luego bajar a desayunar.

En el Gran Comedor, no había tantas personas como ella esperaba. La mesa de Gryffindor estaba casi desierta, exceptuando a algunos alumnos de quinto.

-¿Por qué no vienes conmigo?-habló una voz detrás de ella, sobresaltándola.

-Hola.-Cedric, le sonrió y le besó la mejilla.

-Ven, no tengas miedo.-él la tomo de la mano, guiándola hacia la mesa de los tejones. Cedric, le hizo un espacio a su lado, para que se sintiese más cómoda. Muchos la miraban con rareza al ver que una Gryffindor ocupara un lugar en su mesa. Otros simplemente le sonreían, ya que la conocían.-Lamentó no haber estado tan pendiente de ti.-comentó él, sirviéndose un poco de avena.

-¿A qué te refieres?-preguntó ella, dejando de lado su plato, para poder verlo.

-Ya sabes, últimamente no he estado tanto tiempo contigo... y...-Tabatha, sonrió y colocó su mano sobre la de él.

-No te preocupes, no voy a enojarme por eso.-Cedric, se acercó y le besó le frente.

*.*.*.*.*.*

Muy pronto llegó el momento de volver a casa en el expreso de Hogwarts. Harry, Ron, Hermione, Fred, George, Tabatha y Ginny tuvieron todo un compartimento para ellos. Aprovecharon al máximo las últimas horas en que les estaba permitido hacer magia antes de que comenzaran las vacaciones. Jugaron al Snape explosivo, encendieron las últimas bengalas del doctor Filibuster de George y Fred. Los siete jugaron a desarmarse unos a los otros mediante magia. Los mellizos Potter, estaban adquiriendo una gran habilidad en ese arte. Ya estaban llegando a King Cross, cuando dejaron de jugar. Tabatha estaba agotada, por lo que se apoyó en el George.

Cuando el tren comenzó a ir más lento, todos tomaron sus cosas, la pelirroja, sacó un trozo de pergamino y su pluma, comenzando a escribir.

-Esto es lo que se llama un número de teléfono.-explicó repitiendo el número dos veces, para luego repartirlo entre Ron y Hermione.-Tú padre ya sabe cómo se usa el teléfono, porque Harry se lo explicó el verano pasado. Llámennos a la casa de los Dursley, ¿de acuerdo?-

-No podremos soportar dos meses sin hablar con nadie, más que con Dudley.-se lamentó el azabache.

-Pero sus tíos, estarán muy orgullosos de ustedes, ¿no?-preguntó Hermione, cuando estaban bajando y se mezclaban con la multitud.-Cuando se enteren de lo que han hecho este año.-

-¿Orgullosos?-cuestionaron los mellizos a la vez.

-¿Estás loca? ¿Con todas las oportunidades que tuvimos d morir y no lo logramos?-inquirió la pelirroja.- Estarán furiosos.-y diciendo eso último, los tres, atravesaron la barrera que separaba el mundo mágico del 

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora