Sortilegios Weasley

3.2K 166 22
                                    

Capítulo 4:

Sortilegios Weasley

Harry dio vueltas cada vez más rápido con los codos pegados al cuerpo. Borrosas chimeneas pasaban ante él a la velocidad del rayo, hasta que se sintió mareado y cerró los ojos. Cuando por fin le pareció que su velocidad aminoraba, estiró los brazos, a tiempo para evitar darse de bruces contra el suelo de la cocina de los Weasley al salir de la chimenea.

-¿Se lo comió?-preguntó Fred ansioso mientras le tendía a Harry la mano para ayudarlo a levantarse.

-Sí.-respondió Harry poniéndose en pie.- ¿Qué era?

-Caramelo longuilinguo.-explicó Fred, muy contento.- Los hemos inventado George y yo, y nos hemos pasado el verano buscando a alguien en quien probarlos...-

-Y ahora que funciona, pensamos probarlos con el novio de tu hermana.-agregó el otro gemelo.

Todos prorrumpieron en carcajadas en la pequeña cocina; Harry miró a su alrededor, y vio que Ron y George estaban sentados a una mesa de madera desgastada de tanto restregarla, con dos pelirrojos a los que Harry no había visto nunca, aunque no tardó en suponer quiénes serían: Bill y Charlie, los dos hermanos mayores Weasley.

-¿Qué tal te va, Harry?-preguntó el más cercano a él, dirigiéndole una amplia sonrisa y tendiéndole una mano grande que Harry estrechó. Estaba llena de callos y ampollas. Aquél tenía que ser Charlie, que trabajaba en Rumania con dragones. Su constitución era igual a la de los gemelos, y diferente a la de la de Percy y Ron, que eran más altos y delgados. Tenía una cara ancha de expresión bonachona, con la piel curtida por el clima de Rumania y tan llena de pecas que parecía bronceada; los brazos eran musculosos, y en uno de ellos se veía una quemadura grande y brillante.

Bill se levantó sonriendo y también le estrechó la mano a Harry, quien se sorprendió. Sabía que Bill trabajaba para Gringotts, el banco del mundo mágico, y que había sido Premio Anual de Hogwarts, y siempre se lo había imaginado como una versión crecida de Percy: quisquilloso en cuanto al incumplimiento de las normas e inclinado a mandar a todo el mundo. Sin embargo, Bill era genial: era alto, tenía el pelo largo y recogido en una coleta, llevaba un colmillo de pendiente e iba vestido de manera apropiada para un concierto de rock, salvo por las botas. Antes de que ninguno de ellos pudiera añadir nada, se oyó un pequeño estallido y el señor Weasley apareció de pronto al lado de George. Harry no lo había visto nunca tan enfadado.

-¡No ha tenido ninguna gracia, Fred! ¿Qué demonios le diste a ese niño muggle?

-No le di nada.-respondió, con otra sonrisa maligna.- Sólo lo dejé caer... Ha sido culpa suya: lo tomó y se lo comió. Yo no le dije que lo hiciera.

-¡Lo dejaste caer a propósito!-vociferó el señor Weasley.- Sabías que se lo comería porque estaba a dieta...

-¿Cuánto le creció la lengua?-preguntó George, con mucho interés.

-Cuando sus padres me permitieron acortársela había alcanzado más de un metro de largo.-Harry y los Weasley prorrumpieron de nuevo en una sonora carcajada.- ¡No tiene gracia!-gritó.- ¡Ese tipo de comportamiento enturbia muy seriamente las relaciones entre magos y muggles! Me paso la mitad de la vida luchando contra los malos tratos a los muggles, y resulta que mis propios hijos...

-¡No se lo dimos porque fuera muggle!-respondió Fred, indignado.

-No. Se lo dimos porque es un asqueroso bravucón.-explicó George.- ¿No es verdad, Harry?

-Sí, lo es.-contestó el azabache seriamente.

-¡Ésa no es la cuestión!-repuso enfadado el señor Weasley.- Ya verán cuando se lo diga a su madre.

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora