"Vociferador para Tía Petunia"

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Capítulo 2:

"Vociferador para Tía Petunia"

-¿Qué?-preguntó Harry sin comprender.

-¡Se ha marchado!-repitió la señora Figg, retorciéndose las manos.- ¡Ha ido a ver a no sé quién por un asunto de un lote de calderos robados! ¡Ya le dije que iba a desollarlo vivo si se marchaba, y mira! ¡Dementores! ¡Suerte que informé del caso al señor Tibbles! Pero ¡no hay tiempo que perder! ¡Corran, tienen que volver a casa!-se llevó las manos a la cabeza.- ¡Oh, los problemas que va a causar esto! ¡Voy a matarlo!

-Pero...-Harry la miró impresionado.- ¿Usted es...? ¿Usted es bruja?

-Soy una Squib, como Mundungus sabe muy bien.-respondió con los ojos destellando furia.- Así que ¿cómo demonios iba a ayudarte para que te defendieras de unos Dementores? Los ha dejado completamente desprotegido, cuando yo le advertí...

-¿Ese tal Mundungus ha estado siguiéndome?-el azabache hizo silencio.- Un momento..., ¡era él! ¡Él se desapareció delante de mi casa!

-Sí, sí, sí, pero por fortuna yo había apostado al señor Tibbles debajo de un coche, por si acaso, y el señor Tibbles vino a avisarme, pero cuando llegué a tu casa ya no estabas, y ahora... ¡Oh! ¿Qué dirá Dumbledore? ¡Eh, tú!-le gritó a Dudley, que estaba tumbado en el suelo del callejón en posición supina.- ¡Levanta tu gordo trasero del suelo, rápido!

-¿Usted conoce a Dumbledore?-preguntó Tabatha, mirando fijamente a la señora Figg.

-Pues claro que conozco a Dumbledore. ¿Quién no conoce a Dumbledore?-hizo un gesto, como si fuese lo más obvio.- Pero vámonos ya, porque no voy a poder ayudarlos si vuelven; nunca he transformado ni siquiera una bolsita de té.-se inclinó, agarró uno de los inmensos brazos de Dudley con sus apergaminadas manos y tiró de él.- ¡Levántate, zoquete! ¡Levántate!

Pero Dudley o no podía o no quería moverse, así que permaneció en el suelo, tembloroso y pálido como la cera, con los labios muy apretados.

-Ya me encargo yo.-se ofreció Harry. Tomó a su primo por el brazo y dio un tirón. Una vez que estuvo, más o menos separado del suelo, la pelirroja lo tomó del otro brazo. Haciendo un gran esfuerzo consiguieron ponerlo de pie. Parecía que Dudley estaba a punto de desmayarse. Sus diminutos ojos giraban en sus órbitas y tenía la cara cubierta de sudor; en cuanto lo soltaron, Dudley se tambaleó peligrosamente.

-¡Deprisa!-insistió la señora Figg histérica.

Lo arrastraron hacia la calle, encorvándose un poco bajo su peso. La señora Figg iba dando tumbos delante de ellos, y al llegar a la esquina asomó la cabeza, nerviosa, y miró hacia la calle.

-Ten la varita preparada.-le dijo a Harry cuando entraron en el paseo Glicinia.-Deberías de tener la tuya en tus bolsillos, niña.-le recriminó a Tabatha.- Ahora no importa el Estatuto del Secreto; de todos modos lo vamos a pagar caro, tanto da que nos cuelguen por un dragón o por un huevo de dragón.-alzó las manos.- ¡Ay, el Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad!... Esto es ni más ni menos lo que temía Dumbledore.-colocó su mano sobre su frente a modo de visera.- ¿Qué es eso que hay al final de la calle?- Harry quiso esconder su varita dentro del bolsillo.- Ah, es el señor Prentice...-se volvió hacia el azabache.- ¡No la guardes, muchacho! ¿No te he dicho que yo no te serviría de nada?

Pero no resultaba fácil sujetar con firmeza una varita mágica y al mismo tiempo arrastrar a Dudley. Harry, impaciente, le dio un codazo en las costillas a su primo, pero éste parecía haber perdido todo interés por moverse por sí mismo. Dejaba caer todo su peso sobre los hombros de los mellizos y arrastraba sus grandes pies por el suelo.

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora