"De un pequeño pueblo a la diminuta casa en las rocas"

8.8K 616 23
                                    

Capítulo 6:

"De un pequeño pueblo a la diminuta casa en las rocas"

Al día siguiente, bajaron a desayunar copos de maíz, tostadas y jugo de naranja, la dueña del lugar se acercó a ellos con un sobre en la mano.

-Disculpen, ¿Alguno de ustedes en T Potter? Tengo cien de estas en el mostrador.

Vernon tomo la carta y leyó

Srita. T. Potter.

Habitación 17

Hotel Raileview.

Cokeworth.

Harry, quiso tomar la carta pero Vernon lo impidió.

-No se preocupe yo la acompaño.- siguió a la mujer mientras le lanzaba una mirada a su esposa haciéndole entender que era hora de partir.

Después de encargarse de las cartas, volvieron a retomar su camino a quien sabe dónde.

-¿No sería mejor que volvamos a casa, cariño?- Vernon parecía no hacerle caso

Ninguno de los integrantes del auto sabía con exactitud que era lo que buscaba que daba vueltas, entraba al bosque, salía, iba a pequeños pueblos y nada lo dejaba contento.

-Papá se ha vuelto loco, ¿cierto?- le pregunto Dudley a su madre.

La última para fue en la costa, los encerró en auto y desapareció.

Las finas gotas de lluvia mojaban el vidrio de las ventanillas, Dudley comenzó a gimotear.

-Es lunes, y me estoy perdiendo mi programa favorito.- su madre lo miraba y trataba de calmarlo. Ante lo que dijo su primo, Tabatha fue calculando cuanto quedaba para su cumpleaños, confiaba en que la pequeña mente de Dudley supiera que día le sigue al domingo.

-Es mañana.- susurro.

Tío Vernon volvió sonriente y con un largo y delgado paquete, no se molestó en contestar la pregunta de Petunia.

-He encontrado el lugar perfecto, ¡Vamos! ¡Todos afuera!- sin saber a dónde iban.

Al bajar del auto, un viento helado azoto la espalda de Tabatha, se aferró a Harry buscando su calor, Vernon apuntaba a un inmensa roca, sobre ella se encontraba un miserable choza que casi se caía a pedazos.

-Han anunciado tormenta. Y este caballero se ofreció a rentarnos este bote.- la felicidad salía por sus poros.

Un viejo marinero se acercó a ellos señalando un bote que se mecía en las turbias aguas.

-He conseguido algo de comida, ahora ¡todos a bordo!- Harry tomo la mano de su hermana para ayudarla a subir. Una vez que estuvieron todos acomodados, Vernon con la ayuda de su sobrino e hijo comenzaron a remar.

Al llegar, otro viento azoto a la joven, una puerta de madera algo vieja y apolillada se alzaba ante ellos.

-Al fin en casa.- dijo Vernon abriendo la puerta.

El interior de la casa era de estar durante años abandonada, la chimenea estaba apagada, las paredes carcomidas por los años y la humedad, un olor a algas cubría toda la casa, el viento entraba por los agujeros de la madera, los vidrios rotos y demás lugares que le permitirán pasar.

Solo había dos habitaciones, pero decidieron dormir en la sala. La comida que trajo Vernon, contaba con 5 bananas y una bolsa de patatas fritas para cada uno. Intentaron prender la chimenea con lo que sobro pero solo consiguieron hacer humo.

-Podemos hacer miles de cosas con lo que tenemos.- la felicidad de Vernon nadie iba a quitársela por el momento. Él tenía la idea de que nadie los iba a buscar en un lugar como ese.

En el interior de ambos Potter, les parecía genial pero al mismo tiempo les parecía triste no poder leer alguna de las cartas.

Al caer la noche, la tan prometida tormenta se desato y con ella vinieron relámpagos y truenos. La espuma de las olas más grandes golpeaba con fuerza las paredes de la cabaña, el viento hacía vibrar los vidrios de la ventana, Petunia encontró algunas mantas con la que hizo una cama para ella, su esposo e hijo, dejando las más finas para sus sobrinos.

El frio los hacía temblar hasta los huesos, pero se tenían el uno al otro dándose calor mutuo. Ninguno lograba ponerse en la posición correcta y lograr dormirse, el frio y el hambre no eran una combinación recomendable para conseguir un poco de sueño. Los ronquidos de Dudley los mantenían despiertos, mientras en su gorda muñeca colgaba un reloj dorado, que les indicaba que en diez minutos tendrían once años.

Cinco minutos para las doce, un crujido se escuchó afuera, ambos miraron hacia arriba temiendo que el techo se les venga encima.

Cuatro minutos, pensaban que la casa en Privet Drive estaría llena de cartas en su ausencia y que cuando regresen aprovecharían para tomar una.

Tres minutos para la hora, el mar seguía chocando con fuerza las rocas haciendo vibrar la vieja y destrozada cabaña.

Dos minutos, en la mente de los niños seguía presente aquel sonido de afuera ¿Qué habrá sido?

Faltaba un minuto y ambos tendrían 11 años, Harry apretaba la mano de su hermana y ella le devolvía el gesto. Segundos los separaban de las 12:00 am.

Un ruido sordo hizo estremecer a toda la cabaña, los dos se enderezaron mirando la puerta, alguien estaba afuera tocando para que le abrieran...


Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora