Hueso, carne y sangre.

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Capítulo 31

Hueso, carne y sangre.

Aun sosteniendo la Copa, los tres campeones cayeron al suelo de bruces. Tabatha se quejó y se revolcó en el césped mal cortado que pinchaba. El cuello le dolía horrores y la cabeza no dejaba de darle vueltas.

-¿Estás bien?-preguntó Cedric, ayudándola a ponerse de pie. La pelirroja asintió.

-¿Dónde estamos?-quiso saber, mirando a su alrededor. Cedric sacudió la cabeza. Se acercó y también ayudó a Harry a ponerse en pie.-Doy por seguro que esto no es Hogwarts.-murmuró, haciéndose sonar la espalda.

Era evidente que habían viajado muchos kilómetros, porque ni siquiera se veían las montañas que rodeaban el castillo. Más bien, se hallaban en un cementerio oscuro y descuidado de una pequeña iglesia, cuya silueta se podía ver tras un tejo grande que tenían a la derecha. A la izquierda se alzaba una colina. En la ladera de aquella colina se distinguía apenas la silueta de una casa antigua y magnífica.

-¿Alguien mencionó que la Copa fuera un traslador?-preguntó Cedric examinándola y luego dirigiéndose a los mellizos.

-Nadie.-respondió Harry, observando el cementerio. El silencio era total y algo inquietante.- ¿Será esto parte de la prueba?

-Ni idea.-Cedric parecía nervioso.- ¿No deberíamos sacar las varitas?

-Sí.-asintió el azabache.

A la tenue luz de las varitas, el lugar parecía mucho más tenebroso. Tabatha tenía otra vez la extraña sensación de que los vigilaban.

-Alguien viene.-dijo de pronto. Cedric se colocó frente a ella, como si estuviese protegiéndola.

Escudriñando en la oscuridad, vislumbraron una figura que se acercaba caminando derecho hacia ellos por entre las tumbas. No se le podía distinguir la cara; pero, por la forma en que andaba y la postura de los brazos, parecía que llevaba algo en ellos. Quienquiera que fuera, era de pequeña estatura, y llevaba sobre la cabeza una capa con capucha que le ocultaba el rostro. La distancia entre ellos se acortaba a cada paso, permitiéndoles ver que lo que llevaba el encapuchado parecía un bebé o un manojo de ropa con la misma forma.

Harry bajó un poco la varita y echó una ojeada a Cedric. Éste le devolvió una mirada de desconcierto. Uno y otro volvieron a observar al que se acercaba, que al fin se detuvo junto a una enorme lápida vertical de mármol, a dos metros de ellos. Durante un segundo, los mellizos, Cedric y el hombrecillo no hicieron otra cosa que mirarse.

Y entonces, sin previo aviso, Tabatha se contrajo contra si misma apretándose el estómago. A Harry le comenzó a doler la cicatriz. Fue un dolor más fuerte que ningún otro que hubieran sentido en toda su vida. A la pelirroja se le doblaron las rodillas. Cayó al suelo y se quedó sin poder ver nada, pensando que el dolor la terminaría matando.

-Oye, oye.-Cedric se hincó a su lado para luego rodearla con sus brazos.- ¿Qué te pasa? ¿Es la cicatriz, verdad?-la pelirroja sollozaba del dolor.- Tab, háblame.-

-Du...duele.-jadeó, tratando de recuperar el aire.

-Mata al otro.-ordenó una voz fría y aguda, cuando ambos mellizos se retorcían. Tabatha levantó la cabeza de golpe, mostrando sus ojos llenos de lágrimas.

-Ce...-musitó.-Ced...-

-¡Avada Kedavra!- entonces escuchó un silbido que pareció arrebatarle la voz y dejarla muda; seguido de eso, un destello de luz verde le iluminó el rostro y tras unos segundos, el cuerpo inerte de Cedric, cayó sobre ella. El dolor de la cicatriz no era nada comparado con el dolor que sentía en el pecho.

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora