"No debo decir mentiras"

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Capítulo 13:

"No debo decir mentiras"

Aquella noche, Tabatha no bajó a cenar. Aún estaba demasiado consternada con lo ocurrido con la profesora de DCAO.

Luego de la última hora de clases, había comenzado a llover; los elfos habían encendido las chimeneas de todas las habitaciones, intentando apaciguar el furioso viento que ingresaba por entre las rendijas del castillo. Phoebe ululaba suavemente mientras se mecía sobre su percha y picoteaba alguno de sus dulces. A la lechuza le parecía curioso como la lluvia golpeaba contra la ventana, por lo que cada vez que el vidrió se mojaba, ella ululaba con más fuerza como si estuviera contenta.

La pelirroja se acomodó en su cama; Sobre el colchón tenía varios sobres rotos, desparramados y sonría a medida desenrollaba los pergaminos, para luego apilarlos pulcramente sobre un cojín.

"Querida Tab, quería decirte que desde que te conozco, me has hecho el chico más feliz del mundo..."

Casi que se le escapó una lágrima al releer aquellas viejas líneas. Dobló el papel a la mitad y lo depositó sobre el otro montón de cartas. Al tomar un nuevo sobre, un fajo de fotografías cayó sobre su regazo. Las miró con cierta curiosidad, ante de agarrarlas. Cuando sostuvo la primera entre sus dedos, su propio rostro la asaltó; era ella abrazada a Cedric, vestida con los colores de Bulgaria, mientras que él tenía enrollada en el cuello una bufanda de Irlanda. Los dos portaban enormes sonrisas, tan inmensas que se les habían achinado los ojos.

Una mueca de tristeza y anhelo le cruzó el rostro mientras que, con la punta de sus dedos, acariciaba el rostro de Cedric.

-Te extraño...-susurró, haciendo enormes esfuerzos por retener el llanto.

-No siempre debes ser la fuerte.-

La voz de su hermano flotó en su mente. Se sobó la nariz mientras que tres lágrimas descendían por sus mejillas. Estaba por darle riendas sueltas, cuando Hermione ingresó de improviso en la habitación.

-¡Fred y George deberían ser considerados!-chilló, tirando casi media docena de ovillos de lana al suelo.

-¿Qué hicieron ahora?-preguntó Tabatha, aclarándose la garganta y guardando las cartas dentro de un estuche de cuero rojo. Sin que su amiga la viera, fingió frotarse los ojos para borrar las lágrimas.

-Estaban probando sus productos con los de primero.-contestó, bufando.- Cuatro se desmayaron...-sacudió la cabeza.-Les dije que les enviaría una carta a su madre si seguían haciéndolo, eso pareció asustarlos.-

-Tranquila.-Tabatha se rascó la cabeza.-Mañana hablaré con ellos y les pediré que no lo hagan más.-Hermione se dejó caer en su cama y continuo tejiendo.

-¿Qué ocurre contigo?-preguntó la castaña.-Te eché de menos en la cena.-

-No tenía apetito.-respondió la pelirroja, guardando el fajo de fotografías.-Aparte...quería estar sola.-se encogió de hombros.

-Puedes hablar conmigo, lo sabes.-le recordó Hermione, mirándola por encima de sus agujas.

-Sí, lo sé.-Tabatha enrolló su dedo alrededor de un hilo saliente del acolchado.-Sólo que por el momento, no tengo ganas de hablar con nadie.-la castaña le sonrió de lado.

-¿Te gustan estos sombreros?-preguntó, mirando el que estaba finalizando. Tabatha no quiso admitir que esos... sombreros fuesen horribles, por lo que solo se limitó a sonreír.

*-*-*

El día siguiente, tras dos horas de Encantamiento y Transformaciones, tuvieron que bajar la explanada que llevaba a la cabaña de Hagrid. El día se había puesto frío y ventoso, y mientras descendían notaron que algunas gotas de lluvia les caían en la cara. La profesora Grubbly-Plank esperaba de pie a los alumnos a unos diez metros de la puerta de la cabaña de Hagrid, detrás de una larga mesa de caballete cubierta de ramitas.

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora