"Un grupo de magos en Privet Drive"

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Capítulo 3:

"Un grupo de magos en Privet Drive"

"Me han atacado unos Dementores y es posible que me expulsen de Hogwarts. Quiero saber qué está pasando y cuándo voy a poder salir de aquí."

Harry copió esas palabras en tres hojas de pergamino diferentes en cuanto llegó al escritorio de su oscura habitación. Dirigió la primera a Sirius, la segunda a Ron y la tercera a Hermione. Hedwig y Phoebe habían salido a cazar; por los que sus jaulas estaban vacías. Harry se puso a dar vueltas por su dormitorio, esperando que regresara; notaba la cabeza a punto de estallar y tenía tantas cosas en que pensar que no creía que pudiera dormir, aunque le escocían los ojos de cansancio. También le dolía la espalda de llevar a rastras a Dudley hasta la casa, y los dos chichones que tenía en la cabeza le producían un punzante dolor.

No paraba de dar vueltas por el cuarto, consumido de ira y frustración, rechinando los dientes y con los puños apretados; y cada vez que pasaba por delante de la ventana, lanzaba enfurecidas miradas al cielo salpicado de estrellas.

-Deberías dejar de dar vueltas.-le indicó Tabatha, sentada a los pies de la cama de su hermano.-Te vas a terminar mareando.-

-Alguien ha enviado a los Dementores.-murmuró Harry, sin hacerle caso.-Alguien nos quería atrapar.- apretó más fuerte los dientes.- ¡Y para colmo no hay nadie que nos explique qué cuernos está pasando!-

-Tal vez nos enviarán información y...-

-¿Y qué demonios significaba aquel vociferador?-la interrumpió. Harry suspiró.-Estoy harto de que no digan nada y nos traten como si fuéramos niños.-

-Somos niños.-repuso Tabatha.-Hasta los 17, somos niños nos guste o no.-

Al pasar por delante del baúl del colegio le pegó una patada, pero en lugar de aliviar con ello la rabia que sentía, se encontró aún peor porque ahora tenía que sumar el fuerte dolor del dedo gordo del pie al del resto del cuerpo.

Justo cuando pasaba rengueando por delante de la ventana, Hedwig entró volando con un débil batir de alas.

-¡Ya era hora!-gruñó Harry cuando el pájaro se posó con suavidad encima de su jaula.- ¡Ya puedes soltar eso, tengo trabajo para ti!

Los grandes, redondos y ambarinos ojos de Hedwig lo miraron llenos de reproche por encima de la rana muerta que sujetaba con el pico. Phoebe, por otro lado, se puso a degustar su rana con total tranquilidad.

-No le hables así.-reprochó Tabatha, acariciándole las plumas de la cabeza a la lechuza de su hermano.-Se merece un descanso después de todo.-

-Ven aquí.-le ordenó Harry, ignorando a su melliza. Tomó los tres pequeños rollos de pergamino y se los ató a la escamosa pata con una correa de cuero.-Lleva esto a Sirius, a Ron y a Hermione y no vuelvas aquí sin unas buenas respuestas. Si es necesario, picotéalos hasta que hayan escrito unos mensajes decentemente largos. ¿Entendido?- Hedwig emitió un amortiguado ululato sin soltar la rana.- ¡Tú!-señaló a la lechuza parda, la cual seguía muy concentrada en su cena.- ¡Ve también, te autorizo a morder si quieres!-Tabatha observó al azabache con los ojos entrecerrados.-En marcha, pues.-

Ambas lechuzas echaron a volar de inmediato. En cuanto hubieron desaparecido tras una nube, Harry se tumbó en la cama sin desvestirse y se quedó mirando el oscuro techo. Por si fuera poco con los deprimentes sentimientos que experimentaba, encima se sentía culpable por haber sido antipático con Hedwig.

-No debiste tratarlas así.-recriminó la pelirroja, frunciendo el ceño.-Sabes cuan sensibles y tercas que son.-

-Les daré las ranas más grandes que hayan visto en cuanto me traigan las respuestas que les pedí.-murmuró Harry.

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora