La Marca Tenebrosa y varitas desaparecidas

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Capítulo 8

La Marca Tenebrosa y varitas desaparecidas

-No le digan a su madre que han apostado.-imploró el señor Weasley, bajando despacio por la escalera alfombrada de púrpura.

-No te preocupes, papá.-respondió Fred muy alegre.- Tenemos grandes planes para este dinero, y no queremos que nos lo confisquen.

-¿Qué piensan hacer con él?-curioseo Tabatha, cediéndole el lugar a una bruja para que bajase.

-Es para nuestra tienda de bromas.-susurró George.-Pero...-se llevó un dedo a los labios a modo de silencio. La pelirroja sonrió y asintió. Pronto se vieron rodeados por la multitud que abandonaba el estadio para regresar a las tiendas de campaña. El aire de la noche llevaba hasta ellos estridentes cantos mientras volvían por el camino iluminado de farolas, y los Leprechauns no paraban de moverse velozmente por encima de sus cabezas, riéndose a carcajadas y agitando sus faroles.

Cuando por fin llegaron, nadie tenía sueño y, dada la algarabía que había en torno a ellos, el señor Weasley consintió en que tomaran todos juntos una última taza de chocolate con leche antes de acostarse. No tardaron en enzarzarse en una agradable discusión sobre el partido. El señor Weasley se mostró en desacuerdo con Charlie en lo referente al comportamiento violento, y no dio por finalizado el análisis del partido hasta que Ginny se cayó dormida sobre la pequeña mesa, derramando el chocolate por el suelo. Entonces los mandó a todos a dormir.

Las chicas se metieron en su tienda, y Harry y el resto de los Weasley se pusieron el pijama y se subieron cada uno a su litera. Desde el otro lado del campamento llegaba aún el eco de cánticos y de ruidos extraños.

-¿Podrían ir callándose, no?-gruñó Tabatha, utilizando su almohada como tapón para sus oídos. Ginny rió entre sueños. Lentamente, todos se fueron quedando dormidos. Los fanáticos de Irlanda seguían cantando, pero el sonido era más lejano.

Al cabo de una hora, ya los aficionado se habían calmado un poco, pero sus vitoreos aún se oían. Tabatha había estado dando vueltas desde que se acostó. Tenía la sensación de haber perdido algo. Sin hacer ruido, salió de su cama y se acercó a la pila de ropa que se hallaba al final del colchón. Revisó su camisa y el bolsillo de su pantalón pero nada. ¿Dónde se hallaba su varita? Decidida, se puso de pie y tomó su abrigo color morado y salió al exterior.

Las tiendas de alrededor se hallaban pacíficas, a excepción de la zona verde trébol. Tabatha se cerró más el abrigo y comenzó a caminar. Apenas hizo unos cuantos pasos, alguien le colocó la mano en la boca y la llevo hasta el costado de una de las tiendas.

-¿Vas a algún lado?-preguntó George, con una radiante sonrisa.

-¿Estás loco?-exclamó ella en voz baja, deshaciéndose del agarre.- ¡Casi me matas del susto!-

-Lo lamento.-se disculpó el pelirrojo.- Por cierto, ¿a dónde vas?-quiso saber, cruzándose de brazos.

-Yo...ohm...perdí algo.-respondió Tabatha.

-¿Qué cosa?-

-Mi varita.-la pelirroja hizo una mueca y se frotó el brazo izquierdo con la mano derecha.

-En ese caso.-continuo George.- No sería prudente que vayas sola.-él pasó su brazo por encima del hombro de Tabatha y echaron a caminar. Durante varios minutos estuvieron en silencio, siendo alumbrados nada más que por el reflejo de la varita de George.- Y, ¿cómo era tu varita?-preguntó.

-De cedro, pluma de Fénix de núcleo de 32 centímetros y medio.-respondió.

-Bien, entonces debemos encontrar esa varita.-animó el pelirrojo.- Por cierto, ¿tú y Harry comparten el mismo núcleo?-Tabatha asintió.

Los Mellizos Potter |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora